Corría el año 1945, en la tranquila localidad de Cojímar cuando seis pescadores, a bordo de una pequeña embarcación de 14 metros de eslora, se toparían con el tiburón blanco más grande de que se haya tenido noticias.
Armados de palanques, arpones y una gran dosis de valentía y arrojo, los pescadores consiguieron dar caza a un ejemplar de 7.100 libras (3,2 toneladas), 6,4 metros de tamaño y un hígado de 1500 libras (681.8 kg).
El tiburón de Spielberg, que a más de un espectador quitó el sueño y arrebató la placidez de un buen baño en la playa, podría haberse inspirado en este ejemplar cubano, similar en dimensiones al monstruo de la gran pantalla.
Afortunadamente, el periódico francés Le Monde, que lo bautizó como El Monstruo de Cojímar, le dedicó una nota y existen instantáneas que dejan constancia de la presa, porque si no, más de uno pensaría que los cubanos exageramos cuando decimos que el tiburón blanco más grande del mundo se capturó en Cuba.
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