La separación Iglesia-Estado pasa por ser una de las conquistas de las naciones democráticas de Occidente.
Un concepto legal y político por el cual las instituciones políticas de un Estado y las religiosas se mantienen separadas: la Iglesia no interviene en los asuntos públicos, y viceversa. De ese modo, cada parte dispone de autonomía para tratar los temas relacionados con sus esferas de influencia.
En Cuba, más de que separación Iglesia-Estado, lo que hubo durante décadas fue una negación absoluta, un aborrecimiento, que la Historia se ha encargado de rectificar en parte.
Ahora bien, ¿qué pasa con las creencias afrocubanas? ¿Cuál es la relación entre sus autoridades y el Estado Cubano en la actualidad?
Jorge Michel Sánchez, sacerdote de Ifá ―Odi Logbe para la santería cubana― ha hecho declaraciones al sitio Havana Times, en las que ha denunciado que hay pactos, acuerdos y toda clase de arreglos existentes entre el Estado cubano y la Asociación Cultural Yoruba de Cuba (ACYC).
En entrevista para el citado medio, Sánchez ha destacado:
“Todo está en venta, se ha hecho estatal a través de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba (ACYC). Para hacerle Ifá a un extranjero, ritual que lo eleva a la jerarquía religiosa máxima de nuestra religión, usted tiene que pertenecer a la (ACYC), pagar los impuestos correspondientes”.
En los años 90, los santeros asociados a la ACYC fueron bendecidos con la entrega de una nueva sede: un significativo edificio de tres plantas en el paseo de El Prado, muy cerca del Capitolio de La Habana.
Ahora las revelaciones realizadas por Jorge Michel Sánchez confirman, lo que muchos ya suponían, que hay que ejercer una suerte de militancia en la Asociación Yoruba para resultar beneficiado del tráfico de influencias generado por extranjeros atraídos por la religión.
Después que el Gobierno cubano liberó la moneda convertible, la religión afrocubana adquirió un marcado carácter comercial entre cierto sector de la población, pero especialmente también desde el propio Estado.
A ello se suma que ante la aguda crisis económica que supuso el Período Especial, el desespero de los cubanos por ver cambiada su suerte y su destino, hizo que muchos pagaran grandes sumas por asumir la vida religiosa de manera absoluta. Hacerse el santo, la ropa blanca, la venta de artículos y libros, todo lo que oliera a Religión, se encareció.
En el citado reportaje, uno de los vendedores de artículos de santería en La Habana se refiere a las ventajas y riesgos de pertenecer, o no, a la ACYC:
“Si no eres de la Asociación pueden multarte las autoridades, porque, como se sabe, el acto significa un alto precio en moneda convertible, sin exagerar, miles de dólares”.
En cuanto a los pactos y arreglos entre la alta jerarquía de la mencionada institución y las autoridades políticas del país, se citan un par de ejemplos: el apoyo a la campaña de liberación de los cinco agentes cubanos presos en EE.UU. y la membresía como Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular de su antiguo presidente (Antonio Castañeda Márquez).
Como si no fuera suficiente, Havana Times deja un último dato: en julio de 2014, el sepelio de la máxima figura de los babalaos cubanos, fue presidido por el vicepresidente cubano Esteban Lazo Hernández.
Cuentan las malas lenguas que tan estrecha es la relación entre el Estado y las autoridades de la Asociación Yoruba en Cuba, que las Letras del Año se escriben en el Consejo de Estado o, al menos, bajo estricta revisión de su contenido.
A la pregunta "¿Se cumple la letra del año?", responde Jorge Michel Sánchez: "Como el asunto está manipulado, es un signo difícil de interpretar, no se trata tanto de lo dicho, sino de lo obviado para evitar realidades que agobian a los cubanos".
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