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En una reciente exposición de Reynerio Tamayo, titulada A Tamayo natural, el artista jugaba con la posibilidad de un duelo entre los Yankees de Nueva York e Industriales, como una sugerencia para acabar de barrer las limitaciones políticas que impiden compartir terrenos y deportistas, además de aludir, en el fondo, al éxodo de peloteros hacia Estados Unidos.
Reynerio ha vuelto sobre las andadas y en su nueva exposición Cuba en Pelota indaga más profunda en el alma del otrora pasatiempo nacional, vinculado a características tan cubanas como la extroversión, el hedonismo y el choteo. La muestra rememora nombres injustamente olvidados, alude las tremendas dificultades en que viven algunos peloteros estrellas y sutilmente propone la abolición de las barreras entre el béisbol cubano y el norteamericano.
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A través de sus dibujos y caricaturas coloridas, la Galería Habana, en la céntrica calle Línea, se ha transformado en una suerte de rincón de culto para los amantes del béisbol, a partir de técnicas que ha empleado Reynerio remitidas a la parodia del arte pop de los años sesenta, y sobre todo a Andy Warhol.
Entre las obras que llaman la atención está el homenaje a un trío de celebridades no siempre recordadas como se debiera: Alejandro Oms, Martín Dihigo y Tony Pérez; y cerca hay un grupo grande de peloteros clásicos, de todos los tiempos, apretados en un almendrón. Pero tal vez la que más llame la atención sea el juego entre Cuba y Estados Unidos, en el estadio de Gotham City, con todos los superhéroes enfrentados a un Supermán criollo, pitcher solitario.
Según escribió certeramente Pedro de la Oz en Granma, “llega esta muestra personal de Tamayo en uno de los momentos más críticos del deporte nacional. Llega como estímulo y reflexión, como homenaje y punto de partida”.
Tamayo sugiere, con toda sutileza, algunos de los modos en que pudiera salir de la crisis actual un deporte estrechamente vinculado a nuestras maneras de ser y de pensar.
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