Siempre resulta un placer enorme entrevistar a la actriz santiaguera, Ileana Wilson, que recientemente mereció la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España.
¿Cómo llegas a la actuación, siempre quisiste ser actriz?
Primero fui gimnasta, nada que ver, pero mi vida no iba por ahí. Llegué a la actuación gracias al azar; fue casi una coincidencia. Porque independientemente de mi vocación que siempre estuvo latente, había optado por otras carreras, pero tuve la suerte de pasar por el sitio donde hacían las audiciones para entrar al Instituto Superior de Arte (ISA) y vencí todas las pruebas, sin apenas tiempo de preparación. Creo que me estaban esperando y no lo dudé mucho.
Nada menos que eran tres grandes maestros los integrantes de aquel jurado: Flora Lauten, profesora titular de actuación y dirección teatral, Sonia Pérez B. y el barítono Ramón Calzadilla. Ellos confirmaron mis aptitudes para la interpretación y un mes después llegó a mi casa una carta donde se me concedía una beca para ingresar al ISA.
En febrero de 1995, me encontraba en Vitoria, País Vasco y una noche totalmente invernal asistí con dos amigas al estreno de “Maité”, coproducción cubano-vasca protagonizada por mi entrevistada de hoy y el actor español José Ramón Soroiz.
Salimos encantadas. Era una deliciosa comedia en la cual el embrujo de una mulata criolla y su preciosa niña, Maité, se adueñó del corazón de un empresario vasco.
Tres años antes, la Wilson había recibido el premio como actriz revelación por su actuación en la telenovela “Pasión y Prejuicio” ¿Qué lugar ocupan en tu corazón estas ya lejanas producciones?
¡Qué bonito que te acuerdes de eso, porque ya han llovido muchos años, gracias por traérmelos de vuelta!
“Pasión y Prejuicio” fue mi segunda más importante aparición en series cubanas. Era la telenovela del momento y gracias a Silvano Suárez, mi gran mentor en la televisión, conocí a Eduardo Macías, director de esta maravillosa puesta en pantalla que llevaré por siempre en mi corazón, ya que me dio la oportunidad de encarnar a ese personaje tan entrañable que es “María Merced”, un regalo para cualquier joven actriz de aquellos días.
Eduardo me sedujo con esa peculiar magia que tienen los directores que saben interpretar y en cada momento provocaba en mí… ¡emmmmm! el valor de lanzarme al vacío, ya que no tenía mucha experiencia, pero si muchísimas ganas y admiración por ese trabajo.
Tanto fue el impacto que provocó en mí hacer este personaje, que hoy día me sorprende que mucha gente siga recordándome por esa interpretación.
“Maité” fue mi primer protagónico en cine y me sentí muy honrada ya que había candidatas muy fuertes y reconocidas para interpretar a Deisy… y tuve la dicha de que me tocara a mí. Fue otro reto, ya que nunca había tenido esa responsabilidad en la pantalla grande y era muy importante para mí defenderla, sobre todo porque ella es una mujer con mucho decoro que no se despinta tan fácilmente y que defiende por sobre todas las cosas su dignidad.
Los directores Carlos y Eneko fueron un regalo también para mi crecimiento, ya que en todo momento cooperaron con mi condición novel en el cine y me aportaron mucha seguridad, cariño y profesionalismo.
Has interpretado muchísimos personajes con diferentes ideologías, emociones, circunstancias ¿cómo los encaras y los introduces en tu piel? ¿Cuáles son tus géneros preferidos: comedia, drama, thriller? ¿Dónde está tu zona de confort?
Los personajes para mí son como libros abiertos que me susurran caminos, emociones, sentimientos y casi siempre, los leo mucho porque necesito entenderlos para luego sumergirme en ellos.
Más tarde los escucho, me busco la vida para encontrármelos de algún modo y creo que he tenido mucha suerte, porque siempre hay un espejo que me da un norte. Los preparo con todo mi amor, dedico mucho tiempo a sentirlos y posteriormente me los memorizo hasta que los pongo en pie.
No tengo un género preferido como tal, pero reconozco que me encanta la comedia y navego muy cómodamente en los dramas. No suelo tener zona de confort ya que no siempre los personajes los escriben para una, así que toca ser permeable y transmutar en lo que cada director quiera o necesite.
Eres una actriz comprometida con el teatro ¿lo ves como una responsabilidad social o es solamente una acción lúdica?
El teatro siempre es una responsabilidad social. Hago teatro porque es mi casa, mi mejor pareja, mi mayor terapia y mi constelación más sanadora. Hacer teatro es una cualidad que no quiero nunca dejar de tener en mi vida ¡Amo el teatro!
Ileana Wilson no se detiene. En sus 40 años, su trabajo en las tablas ha sido intenso: en Cuba, Romeo y Julieta (1983), Si llueves te mojas como los demás (1983), Para un príncipe enano(1983), María Estuardo (1984), La Gaviota (1988), Otelo (1990), la Celestina (1993), Los Inventos de un escaparate (1994) y Cuentos de mamá Concha (2006) son algunos ejemplos.
El público español ha sido testigo de sus puestas en escena desde 2011 hasta la fecha: La Loba, La Duda, Las Herederas, Cena de Vanidades, Cecilia Valdés y actualmente TINA, donde da vida al personaje GG en el musical que acoge el Teatro Coliseum de Madrid. En buen cubano, no para la santiaguera.
Haz dicho en esta misma entrevista: “Hago teatro porque es mi casa, mi mejor pareja, mi mayor terapia y mi constelación más sanadora". ¿Qué es el cine y la tele para Ileana Wilson?
El cine y la televisión me escogieron y yo aprendí a quererlos. Son lenguajes diferentes, pero que enamoran a primera vista. Me siento una aprendiz. Le tengo mucho respeto a las cámaras, me producen inquietud y cierto pudor. A pesar del tiempo, siempre que me toca estar frente a ese ojo me da como un escalofrío muy grande.
Luego respiro profundamente y acepto el desafío. Es una sensación extraña y a la vez maravillosa. En el teatro me permito ciertos rituales y en la tv y el cine no. Son muy diferentes. Me encanta el esfuerzo que conlleva trabajar para la técnica. Hay que repetir muchas veces y que sea tan fresco y orgánico como la primera vez.
En tu sustanciosa trayectoria has compartido el séptimo arte, las tablas y la pequeña pantalla con talentosos actrices y actores. Sin comprometerte, ¿cuáles de ellos te han impactado para que los guardes en lo más íntimo de tu ser?
He trabajado con grandísimos actores y actrices, pero siempre llevaré en mi corazón a José Antonio Rodríguez. A él, le estaré atentamente agradecida, porque me ofreció el camino del deleite de nuestro oficio. Con el maestro aprendí mucho en la telenovela Magdalena, amén del buen teatro que compartimos.
Han pasado los años; la santiaguera vive y trabaja en España, donde recientemente recibió, junto a siete compatriotas, la Medalla de Oro de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de esa nación.
A propósito ¿qué son los premios para ti: amantes de paso, alegrías permanentes? ¿Dónde los atesoras? ¿El recién recibido es especial?
Todos los premios son especiales, porque siempre son reconocimientos de nuestro trabajo. No los veo como trofeos, sino como gratitud. Me siento muy agradecida y feliz porque eso significa que nuestro trabajo tiene sentido.
Ileana, la situación en nuestro país no puede ser peor, la política lo ensucia todo, hay un descrédito total, la economía arruinada. Según tu criterio ¿qué podría hacer la intelectualidad cubana para luchar por la vida y no sólo por sobrevivir?
Creo que la intelectualidad cubana ha sido comprometida y lo sigue siendo. Es muy difícil conciliar la política con muchos sueños que aspiran a una sociedad superior y desde la distancia lo puedo decir, porque no es fácil en ninguna parte.
Si yo fuera política te daría otra respuesta, pero tristemente no lo soy y sé que muchos han hecho y sacrificado todo, por lograr una realidad mejor y aun así no lo conseguimos. Confío en el mejoramiento humano y en que algún día podamos tener la paz anhelada.
¿Qué le depara el futuro a Ileana Wilson en cuanto a planes profesionales, alguno en Cuba? Háblame de tu familia ¿Tienes hijos?
No tengo planes futuros, vivo en un ahora permanente. Por supuesto me encantaría trabajar en Cuba, nunca se sabe…
Y sí, tengo dos hijas maravillosas, Habana y Lucila y son mi mayor tesoro. Nacieron aquí y viven conmigo. Estoy muy feliz de tenerlas y nuestras vidas están llenas de pequeños y sencillos detalles que nos hacen muy especiales y felices.
¿Quieres enviarle algún mensaje para el público cubano que, en la lejanía, te sigue?
Bueno quiero decirles a mis amados cubanos que esa Isla y todo lo que hay dentro de ella, la llevo siempre en mi corazón y no olvido todo lo que me dio ese maravilloso país, sus gentes, su cariño y esa manera tan especial que tiene ser cubano.
Me siento profundamente agradecida porque es un pueblo lleno de alegría y amor. Hay tanto talento en Cuba y tantas ganas que merecería siempre lo mejor. Gracias, gracias, gracias.
Iliana Wilson hubiera podido ser entrevistada por mí hace varias décadas cuando en sus inicios se inclinó por la gimnasia pero, aunque Cuba quizás perdió a una gran campeona, ganó una indiscutible ARTISTA, así ¡con mayúsculas!
¡Éxitos a mares para esta santiaguera que no olvida sus orígenes y que enorgullece a todo nuestro pueblo!
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