En febrero de 1961, El Salvador cortó sus relaciones diplomáticas con Cuba, en medio de la Guerra Fría y bajo amenazas de infiltración comunista. Casi 50 años después, los lazos se vuelven a tender. El 20 de enero de 1961, el encargado de negocios de la embajada de Cuba en El Salvador, Roberto Lasalle, salió del país, en el último vuelo de Panamerican Airlines que cubría la ruta La Habana-Centroamérica. Tres días antes, el embajador salvadoreño en La Habana, Rafael Eguizábal, fue llamado a consultas. En esos días, la tensión internacional hacia Cuba aumentaba, y a dos años de la Revolución, la hostilidad latinoamericana era evidente. El año inició con la acusación peruana a la isla de organizar una rebelión, y dos días después Estados Unidos rompió sus nexos diplomáticos. Uruguay y Colombia pedían también esa medida. El 16 de febrero, Eguizábal se presentó ante el Directorio Cívico Militar, integrado por tres civiles y los coroneles Baltasar Portillo y Julio Rivera, quien fue presidente de 1962 a 1967. El ex embajador salvadoreño y experto en relaciones internacionales Ernesto Arrieta Peralta señala que hasta ese momento había “una relación armónica pero un tanto distante”, por el movimiento armado en Cuba. Eguizábal tuvo complicaciones al salir de la isla, por la cantidad de refugiados en las diversas embajadas que debían salir con diplomáticos y miembros de la cancillería cubana. Ese mismo mes, el Gobierno decidió cortar las relaciones. El corte de las relaciones fue notificado por cancillería a Rafael Lerreti, a cargo de la representación cubana en el país. Lerreti estaba casado con una salvadoreña y decidió permanecer en el país. El 2 de marzo, el embajador argentino Julio Amoedo se hizo cargo de los intereses salvadoreños en la isla. “A partir de ese momento El Salvador adoptó dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA) un tono beligerante en contra del gobierno de Fidel Castro, hasta que varios gobiernos miembros de la OEA decidieron a finales de enero de 1962 la expulsión de Cuba”, agregó Arrieta. Raymundo Calderón, decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de El Salvador y sociólogo, recuerda que tras el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 se mantuvieron los nexos, “pero a partir del 61 se ve claro que Cuba empezó a dar un giro”, a acercarse más a la ex URSS y alejarse de EUA, lo que disgustó a esa nación, que tenía grandes inversiones, y al sistema interamericano lo que desembocó en la expulsión. El 27 de enero de 1962, en la Asamblea General de la OEA en Colombia, 20 miembros acordaron la expulsión de Cuba. Centroamérica alegó que su cercanía geográfica arriesgaba su soberanía. Lento retorno Tras la expulsión “la mayoría de países latinoamericanos sí lo hicieron (el corte diplomático con Cuba), a excepción de México”, dice Calderón, quien considera que este país mantuvo una política de neutralidad. En esos días, el ex embajador recuerda que la prensa se volcó contra el régimen de la isla y la acusación principal de medios internacionales era que apoyaba al movimiento insurgente en Venezuela. El 21 de febrero del 61 se denunció un fallido golpe contra el entonces presidente venezolano, Rómulo Betancourt. En los setenta, en Suramérica se dieron movimientos de liberación que contribuyeron a retomar las relaciones con la isla, explicó Calderón. Pero, en Centroamérica, que vivió dictaduras militares desde los sesenta, antes en El Salvador y Guatemala; fue hasta los años ochenta e incluso hasta en el siglo XXI para que esto sucediera, dijo. En esta línea, El Salvador fue el último país del área en retomar las relaciones, el pasado 1.º de junio por el presidente Mauricio Funes. El ex embajador y el decano coinciden en que la decisión tardó por la ideologización en política exterior de los gobiernos previos. “Era completamente anacrónico que El Salvador no tuviera relaciones diplomáticas plenas con Cuba”, expresa Arrieta. Calderón añade que influyó que los anteriores gobiernos fueron muy conservadores en el tema. Arrieta señaló que el mejor momento para restablecer los nexos fue tras la firma de los Acuerdos de Paz, ya que sin la cooperación de EUA y de Cuba no se hubieran concretado. Calderón refiere que el Gobierno cubano no negó su ayuda logística y militar durante el conflicto armado. El aislamiento “hay que entenderlo en el contexto de la guerra”, un conflicto de 12 años bastante polarizado e ideologizado, y “sería ciego decir que Cuba no tuvo de algún modo intervenciones” en C.A., pero agrega que habría que deslindar las relaciones diplomáticas con las comerciales. “Hemos vivido sin relaciones diplomáticas con Cuba durante casi 50 años, pero hemos mantenido nexos comerciales”, aclara Arrieta, y que estas, además de historias personales, educación y salud serán beneficiadas progresivamente con los lazos. Fuente: LaPrensaGrafica.com
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