- 5 huevos
- 2 tazas de harina
- 1 taza de azúcar
- 1/2 taza de mantequilla (derretida)
- 1/2 taza de leche
- 1 cucharadita de vainilla
- 1 cucharadita de polvo de hornear
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 pizca de sal
- Un puñado de pasas
El primer paso es cernir la harina para evitar grumos y obtener una masa ideal. Le añadimos el polvo de hornear, el bicarbonato y la pizca de sal. La separamos para su posterior utilización.
En otro recipiente amplio batimos los huevos y el azúcar hasta conseguir una mezcla de color amarillo pálido. Agregamos los ingredientes líquidos, es decir, la leche, la vainilla y la mantequilla derretida a temperatura ambiente. Debe quedar una masa bien integrada.
Luego añadimos la harina y las pasas con movimientos envolventes hasta que se integren y formen una pasta densa. La colocamos en un molde rectangular cuyas bases y bordes debemos haber cubierto previamente con papel vegetal. Este papel permite que la gaceñiga, al momento de retirarla, salga fácilmente y no se quiebre.
La masa debe hornearse durante unos 45 minutos, a una temperatura de 350° F (180 ºC). No deje de vigilarla, sobre todo cuando comience a tomar un color dorado. Para confirmar que está lista, utilice la vieja técnica del palillo de madera, cuando salga seco indica que puede retirarla del horno y dejarla enfriar.
En caso de que no tenga papel de hornear engrase el molde con mantequilla y luego espolvoréelo con harina. En este caso es importante que, al terminar de hornearse la masa, espere a que esté fría para darle vuelta al molde.
La gaceñiga se puede disfrutar sola o como acompañante de té, café, leche y helados.