1. Es solidario y siempre da apoyo: ¿Un ingreso hospitalario, un enfermo, los 15 de la niña de la cuadra...? Ante cualquier problema o vicisitud el cubano siempre está presente y siempre brinda su ayuda.
2. Está siempre 'vestido para la fiesta': Igual que se come los problemas sin rechistar, así mismo se suma a cuanto jolgorio, tumba'o ,celebración o fetecún aparezca.
3. No le da pena pedir: Un pedacito de elástico para la cintura de un pantalón, un poquito de aceite, azúcar, un ajo, gasolina, tornillos, sal, el secador de pelo; todo cuanto pueda necesitarse y no se tenga y más piden (y evidentemente, prestan) los cubanos.
4. Arregla y remienda lo que sea: Los cubanos no pueden permitirse el lujo de andar botando lo que se rompe o se descompone. En las casas cubanas hay, por eso, un electricista -que puede llevarse los tapones pero lo intenta- carpintero, zapatero, remendón y reciclador, así son por necesidad, por entrenamiento y ya casi por esencia.
5. Comparte lo suyo -y lo ajeno-: Si un familiar o amigo manda una tierrita difícilmente no termine repartida entre los allegados. Si un vecino compra un pedazo de carne (o en algunas casas hace matanza) algún que otro trocito terminará en la casa ajena.
6. Es experto en hablar en código: Tantos años no pudiendo hablar de 'quien tú sabes', no pudiendo llamar a las crisis y penurias ni a sus responsables por sus nombres, han desarrollado unas habilidades lingüísticas y comunicativas en los cubanos, que ni si las hubieran estudiado habrían sido tan óptimas.
7. Opina de todo: "No sé; no puedo opinar; nunca he escuchado sobre eso; no puedo formular un juicio sobre este asunto" son frases que rara vez escucharás a un cubano que, en muchas ocasiones, podrá darte un consejo para una cuita amorosa, recomendarte el mejor tratamiento para tu dolencia o explicarte qué haces bien o mal con cualquier esfera de tu vida.
8. No admite críticas: Nuestro vino es agrio pero es nuestro. El conocido refrán -de origen martiano- se ha incorporado tan nocivamente a la idiosincracia del cubano que ha hecho que este rara vez acepte una crítica a su situación o un señalamiento a lo propio; y pese a que en fondo pudiera pensar igual, cuando alguien le toca lo suyo -aunque no sepa bien qué es tal- levantará escudos, corazas y argumentos y se convertirá en el más acérrimo de los defensores.
9. Habla alto: No es necesariamente una virtud, aunque en ocasiones ayuda, pero lo que sí es indiscutible es que a un cubano se le distingue no solo por su particular forma de hablar y de comportarse, sino porque no hace falta pegar el oído o acercarse demasiado para enterarse del más nimio de los detalles de lo que está hablando.
10. Escucha música a todas horas: Rara vez el cubano puede disfrutar del silencio. A diario debe soportar los gustos musicales del vecino, las preferencias del conductor del almendrón, la personal selección del bodeguero o las distorsionadas melodías que salen de los equipos instalados en los bicitaxis. No son necesarias explicaciones ni excusas para que suene la música.
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