- El platanito no es solo una fruta, sino un acompañamiento: Para las personas de otras latitudes sería como comer lentejas con uvas, pescado con mamey, pero para los cubanos no hay plato más exquisito que un buen arroz desgranado, un par de huevos fritos y un plátano maduro.
- Tomar ron a pelo: ¿sin hielo, sin cola y con treinta grados? Locos o con gargantas de hierro son algunos de los pocos apelativos que nos ganamos los cubanos cuando con el mejor de los rones o el más peléon, vaso en mano -de cualquier tamaño y color- y dominó por medio nos disponemos a contarnos penas y arreglar el mundo. Típicamente, se termina hablando de política.
- Comer helado en cualquier época del año: ¿quién dijo que en invierno el helado deja de ser postre? Café o un poco de movimiento y se pasan los temblores, pero para un buen cubano no hay tarta ni postre fino que le gane a una cremosa bola de chocolate, fresa o piña.
- Las medias cuanto más blancas mejor: ¿dónde está escrito que las medias tengan que ser de colores y que las blancas sean solo para los deportes? Un cubano que se precie de estar a la moda nunca perderá ocasión de exhibir unas medias impolutas y con sus marcas visibles.
- Vieja no es una ofensa sino un apelativo cariñoso: Más de un mal entendido nos ganamos los cubanos si en medio de frase decimos algo como 'no te molestes, vieja, estoy bromeando', mejor seguir de largo que intentar explicarlo.
- La mayonesa nos vale para todo: en nuestros hábitos culinarios la mayonesa no es ni con mucho exclusiva de las salsas rosas, alioli o simple aderezo. Los cubanos merendamos y comemos pan con mayonesa (mayonesa Delicia....), galletas saladas y dulces con mayonesa, arroz con mayonesa, papas con mayonesa, ¿por qué ponerle cotos a la creatividad y desaprovechar la casi salsa estrella de Cuba?
- Un saludo lleva beso: y palmadas y cercanía corporal. Somos tocones y besucones, es parte de nuestros rituales de comunicación y no un exceso de confianza o invasión intencionada del espacio ajeno.
- Una fiesta sin música es una reunión: Puede faltar la comida, pero una fiesta para un cubano lleva música y baile. Cuanto más alta mejor. Para conversar ya están el resto de los días, los espacios laborales, las paradas de los autobuses, pero una fiesta es para darlo todo hasta que el cuerpo aguante.
- Un regalo no implica un contrarregalo: Los cubanos solemos vérnoslas negras para hacer un regalo. Desembolsar cualquier cantidad de dinero en un obsequio puede resentir notablemente las economías familiares, pero cuando un cubano hace un regalo no espera nada a cambio, ni pretender colocar al regalado en posición de igualar o superar el agasajo. Si vives fuera de Cuba y regalas algo a alguien inevitablemente y sin pretenderlo acabas de regalarle el compromiso de devolverte el gesto.
- Las fosforeras se rellenan no se botan: Cuba ha convertido en imperecederos a los desechables encendedores y a sus recargas en negocio privado, que se anuncia desde lejos por el olor a gas que desprenden los puntos de rellenado.
- Los catarros tienen nombre propio: Tomando de fuente la telenovela de moda, los catarros más severos y más contagiosos adquieren los nombres de los villanos y malvados de la teleserie.
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