Si hay algo que provoca admiración y conmueve de La Habana, además de su impresionante riqueza arquitectónica, su belleza, las profusión de historias apasionantes que guarda cada uno de sus rincones, sus increíbles contrastes y la gracia, espontaneidad e ingenio de los habaneros, es el inmenso y profundo amor que profesan por su ciudad y el orgullo inmenso que sienten de pertenecer a ella sus habitantes.
Es tan fuerte que contagia a quienes no nacieron aquí y quieren formar parte de esta urbe maravillosa, con personalidad propia, que está ahí con los brazos abiertos, dispuesta a recibir y hacer entender por qué sus hijos la quieren y acoger en su regazo e invitar a vivirla.
Es justo ese poderoso sentimiento el que provoca la añoranza en los habaneros que se mudan a otra tierra y también la que hace a estos y a los adoptivos sufrir por el progresivo deterioro físico y espiritual que esta experimenta día a día. Los más afectados son aquellos que conocieron su etapa de gloria en los años 50 y los que vivieron las tres primeras décadas después del triunfo revolucionario de 1959. Pero al menos a ellos les está permitida la añoranza de tiempos que fueron mejores.
Los que nacieron en los noventa y después, no tienen eso. Pero aun así heredaron ese orgullo de ser habaneros y el amor por la capital que emana de la urbe misma, de su esencia, a pesar de los pesares. Sin embargo, La Habana no es una capital limpia.
Es habitual ver basura amontonada en esquinas y solares vacíos. Hace dos años el gobierno de la ciudad anunció la reparación de algunos de sus colectores para mejorar el servicio. Sin embargo, nada ha cambiado. Si sólo fue una campaña de markerting no podemos saberlo porque no tenemos los datos.
Entre este año y el próximo, Cuba debe recibir el cargamento de 10 millones de dólares comprometido por Japón con medios autonómos y piezas para mantenimiento. No obstante, más allá de la falta de financiación, los empleados del servicio de limpieza resaltan la mala educación de los peatones y se quejan por la indisplicina social por no atender a las normas establecidas y arrojar todo tipo de desechos en cualquier parte.
No es mejor la situación del asfalto de las calles habaneras. El bache es ya un símbolo de la ciudad. Hace justo un año, Jorge Victon Landa, director de desarrollo de la Empresa Provincial de Viales en La Habana dijo que "La Habana necesita mensualmente unas 10.000 ó 12.000 toneladas de asfalto, y en óptimas condiciones solo contamos con 8.000".
Lo que no quieren en La Habana
Ante tal circunstancia, quienes viven la ciudad lo saben y, aunque se quejan, están resignados. Si preguntamos a cualquier habanero, de cualquier generación, cuáles son las cosas de La Habana que no quieren, sin mucho pesar estos serán los resultados:
1. Los basureros desbordados en las esquinas.
2. La suciedad de la ciudad y el abandono de sus edificaciones.
3. El hedor.
4. Las calles y aceras llenas de baches que van en aumento. Tanto que en noviembre de 2016 un camión de basura se quedó atrapado en un bache en el municipio 10 de octubre.
5. Que sigan derrumbándose los edificios y perdiéndose lo mejor de su arquitectura.
6. Que hayan desaparecido los cines de barrio. Antaño La Habana llegó a ser la ciudad con más cines de América. Aquellos años, la capital de Cuba se comparaba con New York e incluso París.
7. Que hayan desaparecido las guaguas de barrio.
8. Que el transporte sea tan caótico e insuficiente.
9. Que los habaneros vivan devorándose los unos a los otros y que dejarse robar sea algo socialmente aceptado bajo la frase “todo el mundo tiene que vivir.”
10. Que siga ruralizándose la ciudad.
11. La indolencia que crece como un cáncer entre los habitantes de la ciudad.
12. El incremento de la vulgaridad.
13. Que ya no existan ni se recuerden las luces de la Habana, las calles llenas de carteles lumínicos que anunciaban los diferentes establecimientos.
14. Que la cortesía y la gentileza sean cada vez más escasas.
15. Que no existan más los aires libres y los cafés en las aceras donde las orquestas tocaban.
16. Que la mayoría de los habaneros no pueda ir a los mejores lugares de La Habana
17. Que hayan desaparecido los antiguos carnavales con sus reinas y los convertibles con los mantones de manila detrás donde iban las muchachas habaneras a adornar con su belleza y alegría las calles de La Habana, lanzando serpentinas.
18. Que se asedie a los turistas y a las personas que parecen serlo pidiéndoles dinero y ofreciéndole todo tipo de mercancías y servicios que no han solicitado.
19. Que cada vez sea más difícil encontrar y financiar los productos de primera necesidad.
20. Que la Bahía de La Habana no esté llena de barcos como antes.
21. Que se haya multiplicado la marginalidad.
22. Que sean escasos los establecimientos donde no se maltrate al cliente.
Si eres habanero y amas tu ciudad, seguro habrá más cosas de las que quisieras limpiarla, si es así, anímate y déjalas en los comentarios.
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