Lo otros mogotes de Cuba

Semejando grandes elefantes verdes, inmóviles en su verde pradera, duermen estos ocho cerros ignorados por muchos. Son los Mogotes de Jumagua, un sugerente e inusual destino para el ecoturismo en Cuba.

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Mogotes de Cuba Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 6 años

Semejando grandes elefantes verdes, inmóviles en su verde pradera, duermen estos ocho cerros ignorados por muchos. Son los Mogotes de Juamagua, un sugerente e inusual destino para el ecoturismo en Cuba.

Al hablar de mogotes los cubanos irremediablemente pensamos en el conocido Valle de Viñales, el más icónico de nuestros parajes naturales; no obstante, el municipio Sagua la Grande, a 280 kilómetros al este de la capital cubana, cuenta con la segunda formación rocosa de Cuba, la misma que ha sido declarada Reserva Ecológica Nacional: Los Mogotes de Jumagua.

Jumagua no es más que un pequeño caserío de las afueras de Sagua, ubicado exactamente en el camino que conduce al vecino municipio de Quemado de Güines, en la central provincia de Villa Clara.

No se trata de un enclave con significativas riquezas, sin embargo, dispone de ocho “piedras preciosas”. Antecedidos por un extenso palmar, se asoman a nuestros ojos estos ocho montículos devenidos en símbolo identitario de la Villa del Undoso.

Estos Mogotes son el último vestigio de lo que fuera la zona más boscosa del territorio, y luego sustituidas por grandes extensiones agrícolas y ganaderas. Sólo traspasar sus confines, significa descubrir el amplio abanico de diversidad biológica que distingue esta reserva con increíbles especies casi al alcance de nuestra mano.

Forman parte del grupo orográfico Alturas del Noroeste y están constituidos por rocas calizas del Cretácico Superior, unidas entre sí y horadadas por un enorme sistema cavernario que alberga a especies únicas de la fauna isleña.

Particularmente su capa vegetal, formada por herbazales cenagosos, llamó la atención de importantes botánicos y naturalistas como fueron el francés León V. Sauget y el canadiense M. Victorin Kirouac, quienes valoraron profundamente este paraje.

Los mogotes, de hecho, son de un marcado interés científico debido a la enorme concentración de especies de la flora y la fauna en un área relativamente estrecha, creando un ecosistema singular, como si se tratare de un islote ecológico con vestigios del antiguo bosque primitivo insular.

Todo aquel visitante que se aventure por estos lares encontrará especies como la palmita de Jumagua o Yuraguancillo, científicamente registrada como la Hemithrinax ekmanianae, una planta endémica de la zona y que se encuentra en real peligro de extinción.

Pero esta no es la única reliquia verde en estos cerros de 87 metros de altura sobre el nivel del mar, pues el vistoso roble enano, la escolta igualmente en su condición de patrimonio vegetal. Y si a ello le añadimos la fascinación que producen sus cuevas, entonces entenderemos que Jumagua es un santuario natural en el corazón de Cuba.

Algunas de las más llamas hendiduras en las rocas tienen nombres tan sugerentes como La Gruta Verde, La Cueva del Sijú, la del Agua o la de los Lagartos. Mientras que petroglifos de varios siglos decoran sus paredes, para hablarnos del extinguido indocubano que un día tuvo allí su morada.

De otro lado, fósiles, y vestigios de corsarios y mambises, le añaden al conjunto además de sus valores ecológicos, un atractivo histórico muy sinigual.

Ciertamente, sin disputarle su ganado mérito a los Mogotes de Viñales, los más conocidos y visitados de la ínsula, los de Jumagua constituyen uno de los sitios más singulares del archipiélago para hacer turismo de naturaleza, dada su condición de Reserva Ecológica, y por ser un paraje que llega casi virgen hasta nuestros días.

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