Cuba es conocida mundialmente como la Isla de la Música. En este pequeño país del Caribe han surgido importantes géneros musicales como el Danzón, el Son o la Guaracha, entre otros. Pero si importantes son los géneros, más interesantes son las historias de sus cultores y el modo en que su público los disfruta.
La música se escucha, se siente y se vive
Encontrar un espacio de silencio en Cuba es algo extremadamente raro. A los ruidos habituales que puedes hallar en cualquier lugar del mundo, se suma -de trasfondo- una clave, por momentos disonante, que marca continuamente el ritmo.
Los cubanos no concebimos la vida sin música. La diversidad de géneros que se escucha es muy amplia, y ya sea por política cultural o por gusto genuino, casi el 80 por ciento de los temas musicales son de origen nacional.
Hemos tenido músicos prohibidos y aunque pasan los años el mundo y Cuba no los olvidan. Se escuchaban a escondidas los temas de Celia y Willy. Sabíamos su último disco aunque nunca estuvieron en la radio de la Revolución.
Los cubanos entendemos la música como una experiencia vívida. No se trata solo de escuchar. En Cuba oír música implica una entrega mayor, dejarte cautivar por el ritmo, divertir el alma y el cuerpo y cuando el caso lo merece, también dejarte hechizar por el mensaje.
La música en la vida cotidiana del cubano
Hay cubanas que llevan nombre de canción, o viceversa. Las más famosas quizás sean Longina, Yolanda, Grettel, pero sabes que existen otras tantas. También hay cubanos con curiosos nombres que honran a sus músicos favoritos. Si piensas un poquito seguro conoces a algún que otro Yotuel.
La música también acompaña nuestras creencias religiosas. Están los tambores en una ceremonia yoruba, los coros en la liturgia católica y diversos instrumentos en una iglesia cristiana. Porque la música enriquece nuestra espiritualidad y nos conecta como pueblo.
Si tienes alguna duda de por qué Cuba es la Isla de la Música, intenta detenerte en la letra de los primeros boleros, en la sonoridad de un changüí. Intenta mantenerte serio y firme con una rica guaracha. Y para culminar el reto, aunque lo odies profundamente, intenta no mover los pies después de 2 cervezas y un reggaetón.
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