Entre los personajes más icónicos de La Habana está la Santera de la Catedral. Al menos así le llamábamos entre amigos y enseguida todos la reconocían. Pero misteriosamente ninguno de nosotros se había tirado las cartas con ella.
“Te leo la suerte por 5 dólares”
En el año 2000 tuve la suerte de que me interpelara mientras yo esperaba, aburrida, parada a la sombra en la esquina de la Catedral. “Soy cubana” le dije. A lo que ella respondió como un látigo: “Bueno te la leo por 3cuc. ¡Lo necesitas!”
Pero en aquel entonces yo no creía ni en la madre de los tomates y no tenía ni un kilo prieto partido a la mitad. No iba a soltar ni “1 pesito” por enterarme de lo que me deparaba la suerte. En otras palabras, estaba dispuesta a dejarme sorprender por la vida hasta el fin.
¡Lo necesitas!!!
Aquella frase se quedó martillándome la cabeza durante mucho tiempo y cada vez que me acuerdo vuelve a despertar la duda en mí. Sobre todo, porque una vez leí en un artículo que la santera de la Catedral no consultaba a cubanos.
Enseguida pensé “pa’ su escopeta. Lo necesitaba de verdad”. Pero seguía igual de arrancada y no podía dedicar dinero a leerme la suerte por ahí. Hasta que me regalaron un juego de barajas españolas compradas en una casa de magia en Miami.
El misterio de leer las cartas
Existen tantas formas de leer la suerte como cartomantes en el mundo. Se usan en estas prácticas las barajas españolas o las cartas del Tarot. Y aunque existen diferencias sustanciales entre ambos métodos, sus practicantes aseguran que pueden ofrecer una predicción de futuro.
Cuando un cartomante usa las barajas españolas, por lo general, ofrecen a sus clientes una revelación con detalles pormenorizados de lo que puede acontecer en el futuro. Algunos se aventuran a asegurar incluso fechas.
Sin embargo, cuando se lee el tarot la intención es que el consultante reflexione sobre las decisiones a tomar en su vida, a partir de la interpretación de un grupo de arquetipos universales.
En ambos casos se trata de prácticas que dependen mucho del nivel de implicación y la conexión que se establece entre quien tira las cartas y su cliente. Pero siempre debería quedar claro que existe el libre albedrío y somos los máximos responsables de nuestro destino.
La Santera de la Catedral
Juana la cubana es uno de los rostros más conocidos de Cuba. Ha sido fotografiada por cuanta revista trate sobre la isla y para temas que ni siquiera tienen que ver con la cartomancia, sino más bien con el turismo. Es en sí misma una especie curiosa de personaje folclórico institucional.
Hace años que no he vuelto por esa zona de La Habana. No podría asegurar si sigue ocupando portales con su mesa diminuta y su copa de agua en la Plaza de la Catedral. Pero da igual, jamás olvidaré su flor roja, su tabaco, su mirada penetrante y su voz que a cada rato me recuerda: “¡Lo necesitas!!”.
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