El Cobre: adoración, historia, dolor…

Dicen que este es uno de los lugares más visitados de Cuba. Hay quienes, incluso, antes de subirse a un avión, o justo después de bajarse de él, llegan hasta “Cachita”, directo desde el aeropuerto, y en silencio piden o agradecen su bendición

José Roberto Loo Vázquez
Santuario Nacional El Cobre Foto © José Roberto Loo Vázquez

Este artículo es de hace 7 años

El Cobre es eso y mucho más. ¡Es tantas cosas…!

Es esperanza para una madre que tiene un niño enfermo apretado en su pecho mientras accede al lugar entre sollozos. Quien sube la empinada escalinata descalzo o de rodillas, o lleva flores amarillas, un par de muletas o su tesis de licenciatura, es el lugar de consuelo y agradecimiento.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Para el señor de las “fotos al momento” es su trabajo; para los vendedores de velas, imágenes religiosas, tallas en madera, rosarios o girasoles, es el escenario de la “lucha” diaria. Para Luis, taxista de experiencia, son 10 CUC por viaje. Para Javier, un adolescente lugareño, es un sitio de un tedio aplastante; para su abuela, la bendición de morir en un lugar donde reina la tranquilidad.

Hasta los pies de la Virgen de la Caridad del Cobre llegan personas de todas las latitudes. Muchos de ellos visten de amarillo, blanco o azul, los colores que se asocian con la Patrona de Cuba.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Dicen que este es uno de los lugares más visitados de Cuba. Hay quienes, incluso, antes de subirse a un avión, o justo después de bajarse de él, llegan hasta “Cachita”, directo desde el aeropuerto, y en silencio piden o agradecen su bendición. A ella se le habla desde el corazón, como si fuera una madre, seas habitualmente creyente o no.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Allí todas las lágrimas son igualmente saladas: las del humilde que implora, las del delincuente que pide perdón, las de la madre desesperada, las del artista o el pelotero que afanosamente necesita un “jonrón”, las de los campeones olímpicos y mundiales, las del militar o el dirigente, las de Hemingway, que también cayó en la seducción de “Cachita”…

Para Omar López, Conservador de la Ciudad de Santiago de Cuba, El Cobre es un paisaje cultural asociativo, con una riqueza excepcional, que lo convierte en algo único en el país, pues está vinculado a tres pilares importantes del ser cubano y el ser santiaguero: la esclavitud, la minería y la religión.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

No por gusto esta región, igual que el Centro Histórico de la Ciudad de Santiago de Cuba y los pecios vinculados a la batalla naval de la guerra hispano cubana norteamericana, hoy están optando por una categoría más que merecida: la de Patrimonio de la Humanidad. De lograrse, se convertiría entonces este suroriental territorio de la isla en una localidad más privilegiada aún, al ser de las pocas en tener esa cantidad de componentes de la lista indicativa del acervo material e inmaterial mundial.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

El Cobre, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba, es uno de los pocos sitios en el continente que han sido visitados por tres sumos pontífices. Allí está la Virgen de la Caridad del Cobre, la madre de todos los cubanos, la advocación de la Virgen María, nuestra “Cachita”, sin dudas, un símbolo de cubanía, adorado por millones.

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La Virgen de la Caridad del Cobre une a todos los cubanos de una manera especial, que muy pocas cosas logran igualar. Incluso aquellos que no son católicos la reconocen como un ícono del ser cubano.

Su vínculo con los nacidos en este verde caimán trasciende las meras páginas de un texto o la oralidad. Es un lazo que investigadores sitúan en lo místico, lo cultural, lo histórico; mientras que otros se empecinan en decir que es casi de naturaleza ininteligible.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

La historia reconoce momentos importantes, entre ellos la gestión de los veteranos de guerras anteriores quienes en la época de la República solicitaron y consiguieron, en el año 1916, que Su Santidad Benedicto XV proclamara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba.

En 1998 el Papa Juan Pablo II bendijo y coronó la sagrada imagen. Benedicto XVI le ofrendó La Rosa de Oro, condecoración recibida por algunas advocaciones de la Virgen María. El Papa Francisco, que llegó a la nación como Misionero de la Misericordia, le ofrendó un búcaro de plata con flores del mismo metal.

Sin dudas El Cobre es famoso por la religiosidad del lugar, inspirado, entre otros elementos, por la presencia de la imagen de la Patrona de Cuba. Sin embargo, no menos importantes resultan sus vínculos con la minería y la esclavitud. Esos, aunque menos notorios y populares, son igualmente significativos.

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La figura del “cimarrón” sobresale en un elevado promontorio, entre tanto verdor y azul de cielo, algo oscuro y espigado atrae la mirada. Se accede luego de recorrer unos 333 escalones hasta llegar a una figura alargada que es visible casi desde cualquier punto de El Cobre.

Esa fue la intención de Alberto Lescay, uno de los escultores cubanos más importantes, al emplazar ahí en 1997 una obra que inmortalizaría el espíritu rebelde del esclavo en Cuba. Ese lugar es hoy un referente ineludible cuando se habla de arte, de cultura, historia, también de religiosidad popular incluso de miradores naturales y paisajes.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

El Monumento al Cimarrón también tiene otro encargo social, y es que forma parte del proyecto la Ruta del Esclavo que, auspiciado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, alecciona a no repetir los horrendos crímenes del pasado. Es, a la vez, símbolo de libertad y tributo a la memoria histórica.

No existe una interpretación única de la figura de Lescay, en el Monumento al Cimarrón. Es una escultura mítica, con la figura de un hombre entremezclada con la de un caballo. Mide casi 10 metros.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Verla desde lejos, o desde cerca, y girando hacia un lado o hacia el otro hasta cerrar un círculo, devela la escultura en disímiles formas, cada una nueva y diferente a la anterior. Más si se conjuga con el cielo, el paisaje, el sol, es casi imposible verla siempre de la misma manera. Una idea sí se mantiene, y es que parece que quiere alcanzar el cielo, la libertad, en todo momento.

Completan la visualidad del lugar un imponente panorama: la famosa laguna azul de Santiago de Cuba, a veces más verde o turquesa, depende de la hora y la ubicación del sol, pero de cualquier forma una imagen que cuando menos, impresiona.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Justo donde el camino se divide en tres, y una vía conduce al Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, y otro al famoso Monumento al Cimarrón, justo ahí se encuentra otra obra escultórica, esta rinde homenaje al minero.

En las tierras de la mina de cobre dejaron su sangre hombres de muchas latitudes, tan distantes como China, Inglaterra, España, entre otras. Así lo corroboró una extensa investigación que precedió el proyecto y el final emplazamiento del Monumento al Minero, una obra de Carlos Antonio Parra y que recuerda las labores en la mina cuprífera más antigua de América Latina.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

La pieza a tamaño real, de 1.90 metros de altura (si estuviera sin pedestal) recuerda la influencia que tuvo la actividad minera en El Cobre, desde el mismo nacimiento de la demarcación en 1599 tras el descubrimiento de la reserva del mineral.

Pertrechado de un casco, una batería y un pico, la escultura recuerda lo difícil de los trabajos de la extracción del mineral, labor para la cual fueron utilizados esclavos, que terminó en una gran sublevación y que ubica la localidad entre aquellos asentamientos que supieron de la heroicidad de un grupo de hombres enardecidos.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Es casi imposible, o al menos muy difícil, resumir qué significa El Cobre para el cubano y en especial para el santiaguero. Es un territorio marcado por el derramamiento de sangre, pero no de cualquiera, sino de esclava; por la fuerte y notoria influencia de la religión, por la presencia de la Virgen de la Caridad del Cobre que trastoca la vida de todos y de disímiles formas, además de ese tipo de cultura e idiosincrasia que tiene los pequeños asentamientos cuando predomina una actividad comercial, en este caso el minero, donde al menos todos son descendientes de personas que practicaron, algún día del pasado, ese noble oficio.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

El Cobre es un lugar donde sí existe competitividad entre los vendedores que se te abalanzan hacia arriba de ti, como consecuencia de una actividad comercial poco regulada o mal organizada y en la que, si pudieran, comercializaran hasta los mismos pelos de la virgen; donde la devoción hacia “Cachita” está por doquier y trasciende las fronteras locales, provinciales e incluso las nacionales; es un pequeño asentamiento que de manera inusual recibe una enorme cantidad de visitantes, de paso todos, motivados por la adoración a una figura religiosa.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Completa el escenario el recordatorio a los horrendos sucesos de la historia (esclavitud) y de un pasado minero, además de espectaculares visuales de uno de los mejores miradores, desde el cual se observa la hermosa laguna azul.

Foto: José Roberto Loo Vázquez

Eso es único en toda Cuba.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.

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Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.