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Su nombre glorifica a la Caridad del Cobre, la santa patrona de Cuba, ya que la fecha de la inauguración del coliseo coincidió con el día de la Virgen.
El recinto, edificado gracias a la iniciativa de la llamada Benefactora de Santa Clara, Doña Marta Abreu, quien lo donó con su dinero a la urbe, previó que las ganancias emanadas de las puestas en escena fueran destinadas a obras caritativas, además de que, con la edificación, se perpetuara la memoria de sus padres.
Fue el doctor Don Luis Estévez y Romero, esposo de la ilustre y rica santaclareña el encargado de proponer la construcción del teatro al Ayuntamiento en diciembre de 1883. Estévez y Romero adquirió el terreno y apoyó la iniciativa de Marta Abreu. La obra fue encomendada al ingeniero Herminio Leiva Aguilera, amigo del matrimonio, quien la dio por concluida en agosto de 1885.
La apertura del teatro revolucionó a la sociedad santaclareña, que al fin disponía de un sitio elegante en el que pudieran presentarse las más ilustres figuras de la escena cubana, casi siempre actuantes sólo en la capital del país, o en otras provincias que ya que contaban con un espacio apropiado.
Cuando se inauguró la sala de Santa Clara, ya existían El Teatro de la Marina en Santiago de Cuba (1823), El Brunet en Trinidad (1840), El Principal de Camagüey (1850), el Sauto de Matanzas (1863), y posteriormente, en 1890, se erigió el Terry en la vecina localidad de Cienfuegos.
La Caridad ocupó una extensión de mil 950,48 metros cuadrados y en su interior funcionaban, asimismo, del área central dedicada a las presentaciones artísticas, un restaurante, locales para las sociedades de recreo, e, increíblemente, una barbería que permanecía abierta durante el día.
El coliseo se erigió en el lugar que ocupó la Ermita de la Candelaria, el primer templo católico de Santa Clara, construido en 1696 por iniciativa del benefactor Padre Juan de Concedo. Con el tiempo, la Ermita pasó a ser un cuartel militar y luego, Oficina de Telégrafos. En 1894 fue demolida, pero para que estuviera presente en el recuerdo de los habitantes de la villa, se le reprodujo en el telón de entreactos.
Prestigiosos artistas de la plástica de Cuba y España dejaron su impronta en la refinada decoración, en la cual se reconocían los valores de la cultura nacional y universal.
Entre ellas figuran el cubano Milero, pintor y profesor de la Academia San Alejandro, quien esculpió los bustos de Calderón y Echegaray; el escenógrafo español Miguel Arias se ocupó de los telones y la escenografía; la decoración a relieve en la embocadura y el conjunto escultórico del frontón, semejante a la del teatro Lineo de París, estuvieron a cargo del maestro Fernando Bossi.
Mientras, el también pintor filipino radicado en Cuba Camilo Zelaya, decoró el cielo raso y los laterales de la parte superior de la boca escena. Zelaya colocó en el cielo raso ocho medallones con los retratos de Ayala, Tirso de Molina, Calderón, Moratin, Alarcón, Echegaray, Hartzenbuzch y Gertrudis Gómez de Avellaneda, respectivamente. Reprodujo igualmente, escenas de la tragedia y la comedia tomadas de obras universales de esos géneros.
La primera obra que se presentó en La Caridad la noche de su inauguración fue Los Lazos de familia, de Luis Mariano de Lana, representada por aficionados de la localidad; en tanto, que el artista Camilo Zelaya leyó la poesía a Villa Clara, y la velada concluyó con la polca La Pasionaria.
Como agradecimiento a los esposos Abreu-Estévez, los habitantes de Santa Clara y de otros lugares del territorio les ofrecieron un homenaje en el propio teatro. El matrimonio fue conducido hasta el edificio sobre una alfombra de flores naturales. A Marta se le entregó una medalla conmemorativa, en nombre del pueblo, y artistas aficionados presentaron la obra dramática La Caridad en su honor. A Luís Estévez Romero se le confirió la condición de Hijo Adoptivo de la ciudad, y se nombró una calle con su nombre.
Restaurado en 1964, el Teatro La Caridad recobró su esplendor y su significado histórico-cultural. Se restituyó en su totalidad el piso de madera de la platea, se reinstalaron los palcos, y se retocó su bello cielo raso.
Desde su apertura, y hasta la actualidad, ese espacio de la cultura de Cuba, declarado Monumento Nacional en 1981, ha sido testigo de la actuación de importantes y nobles figuras del arte universal, como el tenor italiano Enrico Caruso, Libertad Lamarque, Jorge Negrete, Rosita Fornés, la Compañía de Lola Flores, Chucho Valdés, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba, la Compañía de teatro de Enrique Arredondo y la Compañía Codanza, entre otras.
En la actualidad, por su hermosa sala continúa el desfile de las más prestigiosas personalidades de la cultura nacional y universal, llegadas a la Isla, y las del propio patio. El teatro es sede permanente de la Compañía Danza Abierta, de la Orquesta Sinfónica Provincial y de la Banda de Conciertos de Santa Clara.
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