Como una enorme rata que habita en las ramas de los árboles, la jutía es uno de los mamíferos más típicos de los campos cubanos.
Al menos unas tres especies de esta familia, también conocida como Rodentia, han desaparecido. Aunque aún sobreviven más de una decena. Entre ellas se encuentra la jutía conga, que ocupa la tercera posición en tamaño entre los roedores del planeta.
Las jutías son vegetarianas, su alimentación se compone de hojas y corteza de los árboles, frutas, y hasta raíces y tubérculos. Casi no necesitan tomar agua, pues al parecer les basta con la que absorben de esos alimentos.
Entre las especies más abundantes y conocidas de jutías en Cuba, están la conga, la carabalí y la andaraz. Esta última se limita solo a las provincias orientales, las otras sí se extienden por todo el archipiélago. De las demás especies, dos solo se encuentran en la Isla de la Juventud y las otras cinco se limitan a dos de los cayos adyacentes a la isla grande.
La jutía conga es la que prefiere vivir más pegada a la tierra, pues se esconde predilectamente en oquedades de los suelos rocosos, aunque sube a la cima de las arboledas para alimentarse o solearse. El resto de las especies, prefieren vivir en huecos de los troncos arbóreos, o simplemente entre el follaje de grandes árboles.
Las habitantes de los cayos conviven entre los manglares; una de ellas, la jutía rata, como hacen los castores, levanta diques, conductos y montones en el agua. Las jutías gestan entre 3 y 4 meses, en dependencia de la especie, y pueden parir más de una vez en 12 meses. Como promedio tienen dos crías, aunque pueden ser hasta 4. Como parte de sus costumbres, suelen abandonar a los hijos al nacimiento de otros.
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