La hermosa casa colonial ubicada en la calle Muralla no.60 entre Mercaderes y Oficios, en la Habana Vieja, transformada hoy en una guardería, fue durante el siglo XVIII el lugar de residencia de la Real Casa Cuna.
En esta guardería "diferente" se advierte, desde el primer vistazo, que es el sitio ideal, donde cualquier padre, con absoluta tranquilidad, confiaría a su hijo durante el día para ser cuidado y educado. Silencio, limpieza, orden es lo que se percibe al traspasar su portón.
En la recepción un mural con sus mensajes para las obras de misericordia corporales y espirituales y el menú de la semana para los niños. A la izquierda, la capilla. En el centro, el típico patio colonial, con su brocal y plantas ornamentales, que hoy se encuentra apuntalado por nuevas obras de reparación. El comedor de los pequeños está ubicado en un ala del patio, y lo conforman diminutas sillas y mesas pintadas de color azul Habana (como el resto de la carpintería de la casa), cubiertas con floreados manteles, con un orden y limpieza perfectos. En una esquina la bandera cubana, el escudo nacional y un busto de Martí.
La institución, dirigida por las Hermanas del Amor de Dios, recibe a niños entre 2 y 4 años de edad, residentes en la provincia La Habana.
En la fachada de la actual guardería, la Oficina del Historiador colocó una lápida, que se encontraba originalmente junto al torno donde se abandonaban a los bebés, en la antigua Casa de Beneficencia, para así honrar "con su presencia la memoria al amor y consuelo que la institución prodigó para mitigar la inequidad social, el desamparo de los hijos y el dolor de las madres".
La primera Real Casa Cuna
El Obispo Fray Gerónimo de Nosti y Valdés, sucesor de Diego Evelino Hurtado de Compostela, concluyó el propósito expresado por su antecesor al construir en este lugar la Real Casa Cuna, primera obra benéfica en la isla, que inauguró en 1711 y llegó a acoger 200 niños. Junto a la obra, el Obispo legó su apellido "Valdés", a los niños huérfanos.
Frente a la Caleta de San Lázaro
Por iniciativa de la Condesa de San Juan de Jaruco, el Marqués de Cárdenas de Monte Hermoso y el Marqués de Casa Peñalver se dirigieron en 1792 al gobernador Don Luis de las Casas y Aragorri, exponiéndole la necesidad que tenía la ciudad de un establecimiento para acoger a los niños huérfanos y a los ancianos desvalidos. Para ese fin ofrecían contribuir con la suma de 36 mil pesos fuertes, solicitaban del gobernador gestionara la Real aprobación y sugerían el terreno frente a la Caleta de San Lázaro, con vista al mar y aguas corrientes.
Quedó inaugurada en 1794.
Bajo el gobierno del Capitán General Francisco Dionisio Vives, alrededor de 1830, se le realizó algunas obras de ensanche (llegando hasta la calle Belascoaín) y mejoras, que permitieron adicionar una escuela de menores, un departamento de mujeres dementes y un asilo de mendigos.
El Asilo de Mendigos, anexo a la Casa de Beneficencia, fue realizado por el ingeniero Francisco Albear, al parecer con la colaboración del arquitecto Calixto de Loira.
La Real Casa de Beneficencia y Maternidad
Gracias al legado testamentario de la habanera Antonia María Menocal se creó, en 1830, en el Hospicio de San Isidro la Real Casa de Maternidad, que acogía a los allí nacidos hasta los 6 años. Para 1831, por el prestigio alcanzado, su sede se estableció en el Paseo del Prado.
El amplio terreno que disfrutaba la Real Casa de Beneficencia permitió que en 1850, bajo el gobierno de José Gutiérrez de la Concha, se fundieran las tres Casas benéficas en una sola: la Real Casa de Beneficencia y Maternidad.
Aunque Valeriano Weyler lo tomó como Hospital Militar durante la Guerra, el gobierno interventor lo devolvió inmediatamente a sus antiguas funciones.
Personajes
La Real Casa de Beneficencia dio nombre y cuna a la protagonista de la novela de Cirilo Villaverde, Cecilia Valdés, obra cumbre de la literatura cubana del siglo XIX. Otros personajes reales y valiosos florecieron en su seno: el poeta Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido), el sacerdote Fray José Olallo Valdés, el médico Juan Bautista Valdés, entre otros.
Siglo XX
En 1914 el Estado asumió la institución, que continuó viviendo de la limosna y el amoroso servicio de las Hijas de la Caridad de Cuba. A mediados de la década del 50, el Estado compró y demolió el edificio, e inició la construcción en sus terrenos del Banco Nacional y la Bolsa de Valores de La Habana.
Después del triunfo de la revolución cubana, se determinó concluir los trabajos en función de un centro de salud, el hoy reconocido Hospital "Hermanos Ameijeiras", que fue inaugurado el 3 de diciembre de 1982.
¿Qué opinas?
COMENTARArchivado en: