Todos los años del 16 al 25 de diciembre San Juan de los Remedios, octava villa fundada por los españoles, está de fiesta.
Corría el siglo XIX cuando el párroco Francisco Vigil de Quiñones, preocupado por el poco entusiasmo de los pobladores de la villa ante la celebración de la natividad del niño Jesús, decidió agrupar a niños del poblado para que, armados de cencerros, trompetas, tambores, platos, latas y cuanto objeto ruidoso hubiese, animase a los feligreses a participar de la Misa del Gallo.
Lo que comenzó siendo un llamado a la participación ciudadana en una festividad religiosa terminó siendo una fiesta que perdura hasta nuestros días. Hacia 1851, de las ocho barriadas que formaban el pueblo dos se erigieron como 'rivales' de la celebración, lo cual conferiría mayor atractivo al suceso: dividido en dos bandos, correspondientes a los barrios de San Salvador (formado por, Buenviaje, Camaco, Laguna y San Salvador) y El Carmen (que agrupa a El Carmen, El Cristo, La Bermeja y La Parroquia, ) el pueblo rivaliza para el obtener el reconocimientos a la mejor Carroza y el mejor Trabajo de Plaza.
El Carmen se distingue por el empleo de colores marrones en sus decoraciones y su representativo gavilán; San Salvador, en cambio, tiene como figura propia al gallo y al rojo y azul como colores distintivos. La selección del tema de las carrozas, la historia que representarán, su decoración y preparación, secretos bien conservados por los miembros de cada bando, confieren un aire especial a la ciudad y le otorgan una especial cohesión a la vez que sana rivalidad festiva.
Según ya es tradición, todos los 24 de diciembre, las campanas de la Iglesia Parroquial Mayor avisan de la llegada de las nueve de la noche y dan comienzo así a una celebración que no cesa hasta el día siguiente.
A las Parrandas de Remedios, declaradas en el año 2013 Patrimonio Cultural de la nación, acuden personas de casi toda la geografía cubana y extranjeros, movidos por la espectacularidad de las carrozas, los fuegos artificiales, la decoración de la ciudad y las farolas, los ruidos de los morteros, voladores y el repique -que remeda el sonido primigenio que llamaban a la participación de las feligreses- y atraídos por el ambiente festivo que inunda la localidad.
En honor a esta tradición y para preservar algo de lo mejor de ella se crea el 1 de abril de 1890 el museo etnográfico de las Parrandas Remedianas, donde se conservan numerosos objetos, maquetas, testimonios, fotos y documentos relativos a una de las más conocidas fiestas populares cubanas.
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