José Miguel Gómez (Sancti Spíritus, 1858 - Nueva York, 1921) fue el segundo presidente de la República de Cuba, del 28 de enero de 1909 al 20 de mayo de 1913.
Fue Mayor General del Ejército Libertador y una figura controvertida, el típico caudillo rural. Hombre jovial, sonriente y activo, fue un político muy popular,
pero también muy combatido. Se ganó el sobrenombre de ¨Tiburón¨.
Su gobierno estableció la Lotería Nacional y oficializó las lidias de gallo. Uno de los negocios más ¨sonados¨ que realizó fue el cambio del terreno del arsenal de la Marina (que era propiedad del Estado) por los de la estación de Villanueva, de la Compañía de Ferrocarriles Unidos de La Habana. En el primero se edifició la Estación Terminal de Trenes y en el segundo Gerardo Machado construiría posteriormente el Capitolio Nacional. Este canje significó una gran entrada para el presidente, sus senadores y representantes. Por sus negocios turbios, el pueblo caracterizó su gobierno con la frase ¨Tiburón se baña, pero salpica¨.
En su gobierno se realizaron también obras públicas, creó granjas-escuelas agrícolas, el Museo Nacional y las academias de Historia y de Letras.
El monumento a José Miguel Gómez es, posiblemente, el más fastuoso de La Habana. Su precio fue de 125 mil pesos, costeado por suscripción popular, con contribución máxima de 20 centavos.
Esta obra fue realizada en mármol y piedra capellanía por el escultor italiano Giovanni Nicolini.
Está situado en la calle "G" (Avenida de los Presidentes) y la calle 29. Posteriormente el arquitecto Luis Dauval lo mejoró realzándolo, pues se planteaba que estaba enterrado.
La estatua del General Gómez, realizada en bronce claro, tiene una altura de 3.50 metros. Posee dos figuras sentadas a ambos lados, esculpidas en mármol estatuario, que representan la Fuerza y la Magnanimidad.
El basamento es de granito de Ravena, y tiene además tres fuentes y seis figuras representando a las seis provincias, y cuenta además con dos grupos escultóricos: la Historia y el Tiempo, con la Libertad en el centro, y el Derecho y la Ley, con la Paz en el centro.
Hace ya algunos años el monumento recibió una reparación capital, pues además del deterioro por el paso del tiempo, la instalación estaba saturada de grafitis. Hoy presenta, nuevamente, señales de deterioro y abandono: crecen arbustos de tamaño considerable en el techo de la edificación, se observan nuevamente grafitis en sus mármoles, incluso una de las estatuas tiene pintada su cara con una barba, ojos y pezones en su pecho. La fuente del monumento carece de agua.
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