¿Quién en Cuba no ha usado esta célebre frase, para referir que el final de algún suceso ha terminado de manera trágica? Sin dudas, lo que acaba como “la fiesta del Guatao” acaba mal. Específicamente, acaba en pelea, golpes, y hasta con muertos y heridos.
Mucho se especula sobre el origen de la famosa frase que durante siglos ha permanecido en el argot popular cubano y sobre la magnitud de los sucesos que dieron al traste con la citada fiesta.
Una de las versiones más sostenidas es la que relata los sucesos acontecidos en el pueblo en 1896.
El Guatao es un pueblecito al Norte de La Habana, situado cerca del arroyo Bauta. Fue fundado en 1750, y como en la mayoría de los pueblos de campo cubanos _dedicados a la agricultura_ sus pobladores tienen un gran arraigo por las fiestas populares que hasta la feha se celebran como dispone la tradición.
Pues fue en una de esas fiestas, en 1896, año en que se vivía en la isla una situación política convulsa, debido a la reanudación de la guerra contra España en 1895, que 200 soldados españoles, entre guardias civiles y voluntarios, comandados por el Capitán Calvo, llevaron a cabo una matanza entre los habitantes del pueblo. El pueblo era famoso entre las autoridades españolas por la cantidad de insurrectos que allí vivían. Los sucesos terminaron con un saldo de 18 muertos y 32 heridos graves que más tarde fallecieron.
Además existen otras versiones que nada tienen que ver con la gesta liberadora.
Esta la que origina la frase en la trifulca que sostuvieran un celoso enamorado y su amante al acudir esta sin su consentimiento a una de las fiestas del pueblo. Cuentan que el amante ofendido comenzó a lanzarle improperios a la mujer, quien arremetió contra él haciendo uso del tacón de su zapato. Pronto, los vecinos del pueblo tomaron partido a favor de uno u otro bando y se armó una gran pelea.
Además de la versión del amante celoso, están las de los negros congos, que borrachos en una celebración popular se entraron a puñetazos y machetazos y la de los campesinos enfadados con su zapatero por la mala calidad del calzado a raiz de un gran aguacero que cayó durante una animada fiesta.
En fin, que no importa cuantas versiones queden aún sobre el origen de la famosa frase. Todas coincidirán en el trágico desenlace de los sucesos que narren. Así que mejor no estar en algo que termine “como la fiesta del Guatao”.
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