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La nueva edición, número 33, del Festival de Cine de Miami, traerá un total de 129 cintas, provenientes de 40 países, entre largometrajes, cortos y documentales. Entre estos últimos se cuenta un proyecto largamente acariciado por el cineasta cubano, radicado en Miami, Orlando Rojas, y concentrado en retratar a una de las más grandes bailarinas cubanas de todos los tiempos.
Anunciado por los organizadores del Festival de Miami como “un documental de Orlando Rojas y Dennis Scholl, dirigido por Rojas”, este último es considerado, junto a Fernando Pérez, uno de los grandes cineastas cubanos de la segunda generación del ICAIC, gracias sobre todo a dos importantes películas en su época: Una novia para David (1985) y Papeles secundarios (1989).
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El cineasta llevaba bastante tiempo tratando de terminar este documental primeramente titulado Bailarina sola busca compañía, pero que siempre intentó atrapar la historia, y el mito de Rosario Suárez, apodada Charín por sus admiradores, porque poco puede decirse sobre ella que no adquiera la majestad inherente a la leyenda, y la nostalgia por una época gloriosa del arte en Cuba, y en particular del Ballet Nacional, cuando se encontraba entre las grandes compañías del mundo.
Semejante prestigio del Ballet Nacional de Cuba se sostenía gracias al virtuosismo extraordinario de algunas grandes figuras entre las que siempre habrá que mencionar a Charín, quien provocaba una suerte de adoración casi delirante por parte de los críticos, y de sus numerosos devotos.
Charín protagonizó uno de los actos más notorios de rebeldía artística ante las autoridades culturales de la Isla, cuando en 1986, siendo primerísima figura del Ballet, dio un portazo y decidió arriesgarse en nuevas modalidades expresivas, de vanguardia, y fundar una compañía de teatro combinado con danza, pero el ballet, Giselle, Odette-Odile la reclamaban, y la bailarina que tuvo a sus pies a los críticos franceses o norteamericanos regresó en triunfo al Gran Teatro, para inmenso placer de sus fanáticos.
A mediados de los años noventa, Rosario Suárez pidió asilo político en España y luego se trasladó a Miami. Durante quince o veinte años su nombre y su recuerdo fueron borrados de los anales del Ballet Nacional, a pesar de que el documental Una mujer ante el espejo, de Marisol Trujillo, que ella protagonizaba íntegramente, se encontraba entre los mejores de los años ochenta y se proyectaba en ciertos espacios retrospectivos.
Recientemente, la televisión le retiró la prohibición a Rosario Suárez, y en un programa especializado sobre ballet el especialista asegura, por encima de las imágenes que mostraban la época de oro de la bailarina, que “Rosario era la sorpresa, lo imprevisto, la euforia, el entusiasmo, la admiración. Bailarina de unas condiciones físicas fuera de lo común, y de una gran personalidad escénica, una de las más fuertes y definidas del ballet cubano. Bailaba sus personajes de manera espectacular, casi abusiva e insultante, porque muy pocas podrían brillar como ella lo hacía”.
El título del documental Queen of Thursdays, o Reina de los jueves, se refiere probablemente (este cronista no ha visto por supuesto el documental) a que las funciones de Charín siempre eran programadas para ese día, como una extraña casualidad, o como si las autoridades intentaran humillar con funciones entresemana a su más espectacular, taquillera y rebelde bailarina.
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