Sucumbir a la siempre peligrosa tentación de las generalizaciones es inevitable. Por eso me atrevo a hacer dos que son inobjetables: la calle Enramadas es la arteria que más y mejor sintetiza el espíritu de la contemporaneidad del santiaguero, y es, además, la vía que más transformaciones ha sufrido en las últimas décadas en la ciudad.
Incluso me atrevo a hacer una tercera, una cuarta y hasta una quinta afirmación, pero ya más fáciles de cuestionar. La que es conocida en la actualidad como Corredor Patrimonial Las Enramadas es una de las calles más famosas de Cuba, también una de las más queridas y añoradas de la urbe, y a la vez una de las áreas de mayor desarrollo del sector privado en la llamada Capital del Caribe.
Esas singularidades, además de los profundos sentimientos afectivos que unen a los santiagueros con la famosa vía, fueron tomadas en cuenta por las autoridades gubernamentales quienes han convertido la calle inspiradora de versos de bardos y poetas, en una enorme vitrina donde se "expone" la ciudad de 500 años.
El proyecto de reanimación de Las Enramadas de manera estratégica consideró dividir la extensa vía en dos tramos: desde Plácido hasta Corona, y desde esta última hasta la avenida Jesús Menéndez.
De esa forma con motivo del 490 aniversario de fundada la antigua villa colonial, hace ya 10 años, los ciudadanos vimos una arteria reanimada en sus primeros tramos y no así la parte más cercana a la bahía, realidad que cambió en la actualidad con atrayentes propuestas, incluso muchas de ellas con capital privado que han llamado la atención de personas interesadas, de los medios de comunicación y de especialistas de diferentes áreas. Entre ellas Arte Clip, la Fabada de Marieta, el Jardín del Espíritu Santo y la cafetería Tentempié.
Enramadas vive, en el 490 aniversario de Santiago de Cuba
La crisis económica que atravesó Cuba en los años 90 afectó, de manera muy sensible, una de las calles más famosas de Santiago. De esa etapa muchos recuerdan a Las Enramadas, la arteria comercial por excelencia de la urbe, prácticamente desabastecida.
Tiendas que tuvieron sus años mozos varias décadas atrás de pronto dejaron de existir; en otras, las áreas donde hubo una bonanza de productos procedentes del antiguo Campo Socialista, fueron rellenadas con cajas vacías como meros adornos y añoranza por tiempos mejores; no pocas disminuyeron sus espacios expositivos y de venta con improvisados estantes vacíos devenidos falsas paredes para disimular la escasez agobiante; la cotidianidad del santiaguero fue sustituida por las interminables colas de personas que amanecían en las calles en una desenfrenada persecución de alimentos, ropas y calzados... Las Enramadas era una calle triste, oscura y de personas con zapatos baratos, llamados en ese entonces "chupameao".
Los vacíos se sentían donde quiera que se dirigía la mirada, en especial en los centros gastronómicos, pero nunca en la constante marejada de personas que transitaban por las aceras, un movimiento perpetuo que nunca se ha minimizado, tampoco los sueños de especialistas de varias instituciones que soñaban y proyectaban como luciría la arteria.
Fue con el aniversario 490 de fundada la villa, en 2006, que se decidió cambiar –y para bien– la fisionomía urbana de la calle considerada por muchos la más popular, la más transitada y la más comercial de Santiago de Cuba. Fue en ese entonces que esas características se acentuaron de manera extraordinaria.
“Enramadas vive” fue el nombre de un proyecto que, rectorado por la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), de Santiago de Cuba, tenía como objetivo principal devolver la delicadeza a una calle que siempre ha gozado de los afectos de los habitantes de esta suroriental urbe de la isla. Se dice fácil pero llevarlo a la práctica era una obra titánica.
Según Ivette Borjas, especialista del Plan Maestro, perteneciente a la OCC, se trataba de “intervenir en edificaciones y espacios públicos, tratamiento de muros potenciales y del sistema de mobiliario urbano, cambios de uso de instalaciones administrativas, convirtiéndose en establecimientos de uso social e incrementando de esta forma, tanto las ofertas como la animación de la calle. Como elemento de impacto y uno de los objetivos principales del proyecto, se logró la peatonalización de la calle con la máxima de dar prioridad al peatón”.
El problema estaba en que se trataba de un tramo de una calle de 1,5 kilómetros de longitud, con una enorme cantidad de edificaciones, muchas de ellas con valores patrimoniales, históricos, culturales y sociales, además de viviendas que no estaban en su mejor estado constructivo. Por demás, se localizaba en el Centro Histórico de la urbe, declarado Monumento Nacional y con serias aspiraciones a ser incluido en la lista indicativa del patrimonio Mundial, con regulaciones específicas en materia de conservación.
Fue así que en un primer momento se reanimó el primer tramo, desde Plaza de Marte –considerada la puerta al Centro Histórico–, hasta la calle Corona, justo donde el enorme “torrente humano” se diluía en las entrecalles pues hasta allí llegaban los atractivos de la famosa vía.
La propia Plaza de Marte, el Parque Serrano, el Palacio de Computación, un importante de tiendas y centros gastronómicos, el Cabildo teatral Santiaguero, entre otros, se contaban como los principales atractivos de este primer segmento. Pero más allá de la calle Corona era un panorama desolador de almacenes vacíos, edificaciones abandonadas y casi destruidas, además de una ausencia de actividades comerciales que desestimulaban el tránsito de personas. El coppelia Jardín de Las Enramadas y el Proyecto Espiral para la venta de artesanías, perteneciente al Fondo Cubano de Bienes Culturales, se convertían en los únicos oasis en una zona donde la población estaba ávida de recreación y esparcimiento.
Las Enramadas, ahora Corredor Patrimonial Las Enramadas
Si la introducción del alumbrado eléctrico en 1906 impulsó el desarrollo a Las Enramadas, ya que a partir de entonces comenzó a transitar el tranvía (1908) hasta 1952, fecha en que se eliminó, el cambio de pavimentación con motivo del medio milenio de la urbe, y 10 años antes cuando fue convertida en una arteria peatonal, fueron la coronación a un antiguo reclamo de la población de realzar esta singular arteria de Santiago de Cuba, y sobre todo, de acercarse a lo que se conoce en Cuba como un boulevard.
Para los santiagueros el referente más cercano de lo que era un “boulevard” estaba en la ciudad de Bayamo, territorio que durante un tiempo fue localidad dilecta del turismo nacional para los habitantes de la Capital del Caribe.
Por eso cuando el nueve de julio de 2015 comenzó el cambio de pavimentación, con la singularidad de incluir piezas de arte elaboradas en bronce y otras con la técnica de trencadis, hubo gran exaltación pues Santiago de Cuba, finalmente, tendría su boulevard. Pero no fue exactamente así.
Para los urbanistas Las Enramadas es un importante catálogo de la arquitectura santiaguera en sus cinco siglos de historia, además de la columna vertebral del centro histórico y el corredor peatonal patrimonial más largo de Cuba, y es aquí donde está la gran diferencia.
Según Ivette Borjas explica el proyecto no fue concebido para ser un boulevard con todo lo que esto implica, sino que al contrario fue ideado como un gran corredor, más amplio ahora con el cambio de pavimentación y la eliminación de las aceras, con obras de arte en el piso y en las paredes, una especie de espacio abierto largo y extenso para que las personas se pudieran desplazar libremente y dirigirse a otros sitios, y no con objetos que obstaculizaran el tránsito peatonal.
La especialista asegura que el proyecto continuará en otras etapas posteriores con la incorporación de otros elementos de mobiliario urbano, como son las papeleras “tan pedidas por la población pues ayudan a mantener la limpieza de la calle más importante de la ciudad, también se añadirán mapas guías, maceteros… pero serán detalles que pensaremos después qué le falta al proyecto y los mejores lugares para colocarse”.
La etapa posterior, dirigida al diseño y completamiento del proyecto urbano, considera, además, el tratamiento constructivo de fachadas y muros laterales deteriorados total o parcialmente, también incidir en la gama de colores que se empleará en las edificaciones con el propósito de destacar componentes de arquitectura, realzando los valores patrimoniales de los inmuebles.
Con motivo del medio milenio de la urbe, además del cambio de pavimentación, también vinieron otros atractivos que igualmente son agradecidos. Me refiero a la reparación de una de las joyas del patrimonio ecléctico del oriente de Cuba y uno de los edificios más queridos, el Hotel Imperial, además de nuevas tiendas, el Avileño que es un punto de venta de frutas, hortalizas y jugos naturales, sin olvidar la rehabilitación de unos viejos locales y destinarlos a la venta de cuentapropistas, entre otros muchos proyectos más.
Sin dudas, por los 500 años de Santiago de Cuba y los diferentes proyectos constructivos asociados a este jolgorio, caminar por la parte más antigua de la urbe, en especial por Las Enramadas que une la parte más baja de la ciudad (donde está el malecón, la Alameda, etc.) con la más alta (donde se localiza la Plaza de Marte, el Área Monumental 26 de Julio, entre otros sitios) es uno de los mayores atractivos de la tierra caliente.
Las Enramadas se ha convertido en una apuesta de lo que pretende ser Santiago de Cuba, una combinación de modernidad (más a tono con las actuales exigencias de una urbe que apuesta por el desarrollo turístico de ciudad), en combinación con el impetuoso avance del sector cuentapropista, aunque aún hoy es un reclamo la recuperación de unos de los edificios más queridos por los santiagueros, el antiguo Cine Teatro Oriente, y quizás mayores cuotas de participación de la ciudadanía en la reconfiguración de la arteria y sus espacios públicos, estatales y sociales.
Las Enramadas: comercial, calurosa y populosa
Justo en la intersección de las calles Carnicería y Las Enramadas se da un fenómeno extraordinario de la cultura e idiosincrasia de Santiago de Cuba: suena de fondo el típico órgano oriental, cruza un hombre vociferando, en un interminable pregón, que vende la pulpa de tamarindo; bajo la sombra de un árbol en el Parque Serrano un grupo de hombres juegan dominó, muy cerca se venden cualquier cantidad de artesanía y disfrazadas, para evitar a los inspectores, se comercializa cuanta mercancía existe relacionada con la tecnología móvil, y frente al Palacio de Computación, donde niños hacen una larga cola para jugar Warcraft III, dos amigos se saludan después de 10 años sin verse.
Así es Las Enramadas, mágica, agitada, caliente, populosa, las personas chocan al pasar en un caminar que es imposible hacerse recto.
Algunos dicen que es la calle más larga de Santiago de Cuba; otros que es el Corredor Patrimonial más largo del país con sus 14 cuadras; los turistas americanos, después de bajarse del crucero, caminan sus 1,5 kilómetros de longitud, y cámara en mano toman las fotografías de las escenas costumbristas de la cotidianidad contemporánea de los habitantes de la Capital del Caribe.
Lejos de la vista de los visitantes se mueve un mercado negro gigantesco que parece reinar en las Enramadas: las salas y portales de las viviendas se cotizan hoy como los espacios de alquiler más caros y prósperos de la urbe; los vendedores trafican cuanta mercancía traen las “mulas” mientras que cada día surgen nuevos locales con capital privado, cada cual más bello, más auténtico y genuino; quien vuelve a transitar sus predios, luego de meses sin visitarla, siempre encuentra un local estatal nuevo, una estatua, un nuevo atractivo...
Mientras, en la calle, en esa gigantesca serpiente de asfalto tramada, salen los personajes populares de la urbe: el hombre que introduce una barrena en su nariz, la flaca que baila arrítmicamente pero que colecta dinero con sus payasadas, el hombre que saca música de cuanto objeto de cocina existe…
La antigua Calle Ancha, la primera por donde pasaba la procesión católica del Corpus Cristi en el tradicional recorrido de la otrora villa de Santiago de Cuba, y donde los vecinos preparaban frente a sus casas cobijas de cocos y palmas para disfrutar del acontecimiento que venía acompañado por el desfile de las llamadas mascaradas, ha inspirado las más insólitas palabras.
El historiador José María Pérez en su crónica titulada "Santiago 1800" dejó la memoria de sus peculiaridades. Por él sabemos de la “loma de la pared”, singular tramo donde las casas construidas estaban situadas a más de 8 metros de altura sobre el nivel de la calle, en forma de un gran paredón.
Al decir del Doctor Francisco Prats, desaparecido arqueólogo, los "caminantes trotalomas" transitan arriba y abajo a lo largo de esta vía bulliciosa, inolvidable para visitantes, vecinos y artistas.
En esa arteria se inspiró décadas atrás el compositor Pedro Gómez y puso la letra en manos del maestro Adalberto Álvarez, entonces al frente del conjunto Son 14. Una de sus estrofas reza así: “Calle Enramadas mayor/ novia de nuestra ciudad/ populosa arteria principal de mi Santiago. Me gusta ver, al calor el sol ardiente/ la sonrisa de la gente felices al caminar.
Con las acciones constructivas en progreso, que le aportan dimensiones en las que la cultura y los apremios funcionales introducen modernidad sin socavar los valores patrimoniales propios y del entorno, Las Enramadas –o Corredor Patrimonial Las Enramadas–, mantiene las razones para seguir siendo, como alguien dijo en una ocasión, “la sonrisa de Santiago de Cuba”.
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