Los cumpleaños infantiles en Cuba, al igual que los famosos 15 y otras tantas tradiciones, se definen por una peculiar estética kitsch que ha atravesado lo rimbombante logrado con pocos recursos y se ha mantenido hoy día como la más legítima de nuestras costumbres.
Aquí te dejamos las situaciones más recurrentes que emergieron una y otra vez cuando cumplíamos 5, 8, 11 años. Con el paso de los años cada una o varias de ellas van desapareciendo y no es hasta ahora, después de viejos, que nos agarramos de esas escenas para recordar que fuimos una vez, hace mucho tiempo, en extremo felices.
No tuviste un verdadero cumpleaños cubano si…:
No te obligaron a tirarte cien fotos frente al cake, las croquetas y los pomos de refresco
La típica foto de cumpleaños en Cuba, nos atrevemos a asegurar que cada habitante de la mayor de las Antillas tiene al menos una. La mesa del comedor se adornaba con manteles pomposos de encaje, se ponía el cake cuadrado en el medio y alrededor todo lo que se hubiera conseguido para la fiesta; lo más común eran las botellas de refresco gaseado, las croquetas hechas en casa y la ensalada fría de coditos con mayonesa.
No te cantaron felicidades todos los vecinitos y amiguitos del círculo (incluso los que te caían mal)
Tus padres invitaban a todo niño que conocían con tal de que no se echara a perder la comida de la fiesta, y claro, para hacerte feliz. En aras de ello, a la fiesta terminaba sumándose toda una retahíla de críos de cuyos nombres no te acuerdas ya, que se colocaban junto a ti entre la pared y la mesa del cake a cantarte felicidades. Muchas veces debían apretarse todos juntos para caber en el encuadre de las cámaras de rollito.
No terminaste el día llorando porque te tropezaste mataperreando
Fiesta implicaba juegos, amigos, corredera por los pasillos de la casa, saltadera en la cama, pistolas de agua y claro, todo estaba permitido porque era tu cumpleaños, así que terminabas el día con una “yaya” en la rodilla y llorando…pero contento.
Tu cake no estaba sobresaturado de flores y lazos
Los cakes de Cuba tienen una cierta tendencia a pasarse de floripondios innecesarios y demás adornos extravagantes. Para colmo, en muchos hogares se tenía la tradición de añadir un muñeco o peluche pequeño en el mismo centro del pastel. Nada, cosas de cubanos.
No se reunieron en tu casa todos los parientes y amigos de tus padres a tomar Cristal y escuchar a los Van Van
Todos los colegas de tus padres, los que traían a sus hijos y los que ni siquiera tenían hijos, pero iban a “pegar gorra”, se reunían en algún rincón de la casa a tomarse una buenas Cristal y escuchar a los Van Van mientras los niños correteaban por doquier.
No te reíste/fajaste/caíste/lloraste con la piñata
En la piñata siempre había un niño mayor que tú, te empujaban o se metían en el medio y terminabas sin ningún caramelo en la mano ¡En tu propio cumpleaños! Luego tu madre sacaba dulces debajo de la manga y todo volvía a estar bien.
Tu mamá no sustituyó las velas por fósforos de la bodega
Es clásico en Cuba que se “pierdan” las velas, ocurría sobre todo en los noventa cuando los apagones hacían de las velas un tesoro muy preciado.
No te llenaste la cara de cake
Así terminaban todos los cumpleaños en la isla, la alegría desmedida en una casa pequeña, la algarabía infantil, todo ello culminaba en una guerra de merengue que ponía a más de una madre a jalarse los pelos.
No te regañaron por ensuciarte la ropa nueva
Derivado o no de lo anterior, no gozaste un cumpleaños si no terminabas el día lleno de una mezcla de churre, crayola y merengue, mala noticia para nuestras madres que se encargaban de emperifollarnos con ropa nueva para celebrar nuestro nuevo año.
No te pusieron todos los regalos encima de la cama y te obligaron a hacerte un retrato con ellos
Este era otro de los rituales más comunes, los vestidos, peluches, muñecas, camiones de bomberos, cada uno de tus regalos se acumulaban sobre la cama como parte de la celebración y tu madre no paraba hasta sacarte una foto con ellos.
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