Cuba no tolera bien lo underground, no es costumbre, no la tienen las autoridades e incluso la propia gente a pie de calle.
Falta ese mecanismo de tolerancia y de apertura hacia manifestaciones alternativas como pueden ser los graffitis (que no el vandalismo arquitectónico) y los skaters, esos jóvenes tildados de vagos y de plaga por algunos, que realizan una modalidad deportiva y de entretenimiento muy apegada a la vida urbana de cualquier ciudad.
Ese mayoritario rechazo colectivo ha sido evidenciado en un reportaje por Cubanet, que resume el testimonio de todas las partes.
Los skaters generan automáticamente "haters", esos odiadores de todo lo que se mueve: “parecen una pandilla”, “son unos vagos”, “no tienen en qué entretenerse”, son algunas de las frases frecuentes a su paso.
Una vendora del Paseo del Prado, no se corta al decir:
“Se atraviesan en el medio del parque y no dejan caminar. Tiene uno que esquivarlos porque te tiran al piso si te descuidas. Son una verdadera plaga. No deberían dejarlos hacer eso, han acabado con todo, han rayado los bancos y los pisos de aquí”.
Los skaters en Cuba saben que se enfrentan a prejuicios y también a muchos precariedades materiales, que han quedado evidenciadas en varios reportajes que se pueden encontrar en espacios como youtube.
Encendida la mecha, otro entrevistado por Cubanet añade:
"Toda esta zona de Prado y Colón ha sido destruida por esos vándalos, esos bancos ahorita están desbaratados, el piso está lleno de huecos, deberían mandarlos para otro lugar o prohibir las patinetas, al final parecen unos delincuentes”.
El skateboarding puede ser un pasatiempo o puede ser algo más serio; puede pertenecese a un club o incluso participarse en la organización de campeonatos.
Es un hobby que, como otro cualquiera, puede devenir pasión y ocupar muchas horas en la vida de sus seguidores.
Sin embargo, a menudo generan rechazo porque se les considera invasores de la paz y destructores del (de por sí maltrecho) mobiliario público.
Interrogado sobre el hecho de practicar su "deporte" en medio del Prado habanero, uno de los muchachos entrevistados contesta que no tienen lugares donde practicar. Explica que otra de las alternativas es la zona de la Punta (en el malecón), pero allí el sol pega fuerte, así que se mudan a la eterna sombra del Prado.
Alguno sugiere que necesitan que les construyan una pista, para no practicar en medio de la calle; sin embargo, hay quien piensa justo lo contrario: la existencia de áreas para la práctica del skateboarding no resolvería el problema porque se trata de un deporte urbano.
Incluso una socióloga es partidaria de la práctica del skate en la calle:
“Es como llevar el grafiti a la galería de arte o hacer un concierto de reguetón en el Metropolitan Opera House, ¿te imaginas? No es el espacio natural”.
Y añade:
“Existen áreas para la práctica del skate. En la Ciudad Deportiva hay una, creo, en las playas del Este hay otras, en el Parque Lenin hay áreas pero el skate es un fenómeno urbano y no es natural que se desplace a esos lugares artificiales o rurales (…) La sociedad tiene que adaptarse a los tiempos y crear, desprejuiciadamente, el equilibrio entre lo nuevo, lo importado, lo tradicional, lo patrimonial, y saber que las áreas urbanas, entiéndase parques, plazas, muros, etcétera, se refuncionalizan en virtud de los tiempos”.
La solución al problema parece pasar, entonces, por la capacidad de integración, el civismo, la tolerancia y, sobre todo, el "respeto al otro".
(Imagen tomada de outsideonline)
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