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Fue a raíz de la publicación en Cibercuba de la historia del caserío San Galillo, en que un amigo matancero me contaba que "cerca de Jagüey Grande, en la provincia de Matanzas, había un caso similar al narrado en el caso de San Galillo."
Pobladores del campo cubano, que no conocían la corriente eléctrica, a pesar de vivir a escasos metros de la misma.
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"Esta gente, me contaba el amigo, se aburrieron de tantas falsas promesas, y decidieron dejar de votar en las elecciones; es un escándalo".
Finalmente la historia llegó a la prensa cubana, aunque no a la llamada "oficial".
Fue publicada en "El Toque", y ya desde sus primeras alboradas generó un interesante debate en Facebook, donde incluso, un reconocido "activista oficial en las redes" se preguntaba "sarcásticamente" si la publicación de tal historia no era una "incitación" a que ante casos similares, los habitantes del país optaran, como medida, no acudir a las votaciones.
La historia del batey Los Danieles, ya comienza a ser conocida, dentro de Cuba y fuera de ella.
"Los Danieles pertenece al municipio de Jagüey Grande, en Matanzas, pero queda a una distancia de 32 kilómetros del poblado cabecera y para hacer la travesía entre los dos lugares se debe transitar por un abrupto camino. A 18 kilómetros del caserío también queda la polvorienta Amarillas, otra localidad perteneciente al municipio de Calimete, a la cual se llega a través de un terraplén también intransitable."
En Los Danieles, no existe la electricidad. Y no existe a pesar de que "sobre Los Danieles" pasan los cables de alta tensión, generando en los habitantes ese terrible sentimiento de la indefensión, al sentir "esa especie de canto de chicharras" (sonido con que se identificaría el zumbido de los cables de alta tensión) y no poder disfrutarla.
Muchos años de quejas recibieron siempre la misma respuesta: "No están creadas las condiciones para llevar corriente al batey"
Pero luego, con los años, la corriente llegó a doscientos metros. Y los habitantes del Batey "Los Danieles" sintieron que 200 metros era muy poco espacio, para tener en un breve período de tiempo, la ansiada electricidad. Pero esta nunca llegó.
Han pasado muchos años, y los habitantes del Batey Los Danieles se han quejado en cuanta instancia popular han encontrado.
Sí, han escrito cartas, y han explicado que ya no se trata de "bajar la corriente de los cables de alta tensión", sino de hacer una extensión de la corriente que existe a doscientos metros, la de 110-220V con la cual se alimenta la turbina de la UBPC Apodaca, pero nada. El delegado no tiene respuestas. La Asamblea del Poder Popular Municipal no tiene respuesta; tampoco la tiene la Provincial, ni la tiene el Gobierno, ni la tiene ninguno de los centenares de funcionarios de ambas instancias. La ùnica opción que les dio un día un oscuro funcionario gubernamental es que "si querían fresco en las madrugadas, construyeran sus casas de penca y guano", para que el aire frío se les colara por las hendijas de las paredes.
Ante tanta indolencia, las 18 familias decidieron ponerse de acuerdo: no iremos más a votar, ni por nuestro delegado, ni por el del municipio, ni por el de la provincia, ni por el del país.
Una medida salómonica, quizás hasta el momento inefectiva, pero nacida de las circunstancias.
Una historia que comienza a conocerse, y que comienza a generar debates.
Quizás, en dos meses, luego que esta historia llegue a las "verdaderas altas esferas del gobierno", en Los Danieles aparezca la corriente eléctrica como por arte de magia.
Allí, quizás, acudan funcionarios de la Asamblea Municipal, de la Provincial, del Gobierno y del PCC a festejar las buenas nuevas.
Quizás, con sorna también, el mismo funcionario que les sugirió "re construir sus casas" les diga: "¡Contamos con vuestro voto en las próximas elecciones!"
Todo puede suceder.
con información de El Toque
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