Baracoa (Cuba) 6 oct (EFE).- Baracoa ha despertado con más esperanzas, entre el ajetreo de sus habitantes, que poco a poco y a pequeños pasos han iniciado lo que será un largo y lento proceso de recuperación.
Los baracoenses despiertan hoy con buen tiempo y lo aprovechan para buscar alimentos y comprar artículos de primera necesidad.
Algunos comercios han abierto sus puertas y las autoridades han asegurado la venta de pan a la población, un servicio todavía insuficiente, pero que se agradece en estos momentos de contingencia.
Otros recorren la localidad en busca de noticias de sus familiares o continúan la limpieza de sus hogares, interrumpida ayer por la lluvia.
Para quienes habitan frente al emblemático malecón de Baracoa, donde la fuerza de las olas y el viento hicieron el mayor estrago, es momento de recuperar lo que puedan de sus casas, para algunos toda una labor de paciencia porque el mar arrancó a su paso las escaleras de acceso a los pisos superiores.
En los edificios multifamiliares, situados en el barrio de La Punta, los vecinos han situado escaleras provisionales para acceder a sus hogares y "acomodar como se pueda lo que queda sano", contó a Efe una señora que con precaución subía peldaño tras peldaño ayudada por su hijo.
"Los que no tenemos familiares con casas donde nos puedan acoger, pasamos la noche en la Iglesia Bautista cercana. Ahí no estamos cómodos porque estaríamos mejor en nuestras casas, pero al menos tenemos un techo seguro", dice.
Más de 35.000 baracoenses permanecen hoy protegidos en hogares de familiares y vecinos, escuelas y centros sociales luego de que el huracán Matthew, de fuerza 4 en su paso por Cuba, azotara la noche del martes Baracoa, la zona más castigada por el mayor ciclón que ha impactado el Caribe desde 2007.
También este jueves ha comenzado el regreso de los cientos de miles de evacuados a sus casas, situadas en zonas montañosas, muchas de ellas seriamente dañadas en fachadas y cubiertas.
Según han asegurado fuentes del Gobierno municipal a Efe, aún no han podido cuantificar el total de las pérdidas materiales, aunque sí se reconocen grandes afectaciones, sobre todo en las viviendas.
En la ciudad todavía no es posible el paso seguro por la mayoría de las calles, obstaculizadas por escombros y postes eléctricos a medio caer, aunque horas después del paso del huracán ya se habían despejado las arterias principales y se avanza lentamente en las vías secundarias.
Por los barrios de Baracoa se debe caminar con cuidado, avisando a gritos que por debajo se camina, si el transeúnte quiere evitar un accidente causado por las tejas y trozos de techos que se lanzan desde la altura.
Los propios vecinos limpian como pueden y esperan que pasen los equipos y camiones que desde hace horas recogen y trasladan ladrillos, tejas, árboles y trozos de concreto.
"Al menos estamos vivos, eso ya es algo", suspira un anciano que asegura, junto a otros dos hombres, la cubierta de una casa de madera, a orillas del Río Miel, a la entrada de la ciudad.
Ministros y altos cargos del Gobierno, el Ejército y el Partido Comunista de Cuba recorren desde ayer la localidad, situada en la zona más oriental de Cuba y de momento incomunicada por vía terrestre.
Del otro lado de los puentes destruidos y el peligroso viaducto La Farola, esperan las brigadas de ayuda, que tanto necesitan los baracoenses y que renovarán la esperanza de muchos.
En la mañana de hoy no funcionaba la telefonía móvil -que se mantuvo incluso durante el paso de Matthew- y todavía no se había restablecido la energía eléctrica, una "tarea difícil por el destrozo que hizo Matthew", explicó a Efe el técnico de electricidad Ismael Infante.
Infante, junto a su brigada, viajaron a Baracoa desde la vecina provincia Las Tunas "antes que llegara el ciclón, porque sabíamos que después no habría paso rápido".
"Estamos aquí para ayudar a la recuperación. Y como nosotros llegarán muchos. Pienso que demore un poco el restablecimiento del servicio porque el daño ha sido grande, pero estamos haciendo todo lo que podemos", aseguró.
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