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Mucho se habla de los grandes torpederos que ha tenido la pelota cubana, tanto antes como después de 1959, y sin dudas, Germán Mesa acopia los mayores elogios, sin olvidar nunca a Eduardo Paret.
Y es que el Verde Caimán parece servir de simiente a shorts stops que poseen luz propia. Ahora mismo en Grandes Ligas hay varios que impresionan. Pues bien, aún sin llegar allá, pero con muchos anhelos por lograrlo sobresale una figura joven que está decidido a llegar.
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Magníficas manos, talento nato para jugar béisbol, bateador de tacto, sabe dirigir sus batazos, y ahora convertido en todo un utility pues además se está desempeñando en la segunda y tercera bases.
Hablamos del pinero Andy Ibáñez.
“Empecé en el béisbol a los 7 años de edad en la Isla de la Juventud. Desde pequeño siempre me gustó la pelota. Mi padre me lo inculcó. Era un torpedero natural aunque desde hace cuatro años defiendo la intermedia (segunda base), y la tercera. Claro, me gusta más el campo corto, mi posición de toda la vida.
“Me falta mucho por aprender, soy muy joven aún, pero recuerdo las enseñanzas de Wilfredo Lorenzo y Bernardo San Juan, quienes me enseñaron mucho sobre la conciencia del trabajo, la disciplina que se requiere para jugar en un colectivo. Me dieron la base sobre la que ahora construyo no sólo mi carrera profesional sino mi vida”.
Recuerdo la preparación del Tercer Clásico y con gran sentimiento presente en mi memoria, está aquel jovencito de apenas 19 años, que me lanzaba piropos y accedía gustoso a mis entrevistas. Era uno de los piratas (como se les conoce a los jugadores del conjunto de la Isla de la Juventud) que la dirección de la pelota cubana integró al Cuba.
“Extraño a mis compañeros de la Isla, mis piratas; a los fanáticos que aunque estemos en racha mala, colman el estadio “Cristóbal Labra”, aunque eso no es muy difícil atendiendo a su poca capacidad. Jugar en la Isla era algo fenomenal. También extraño a mis camaradas del Cuba. Hacer el equipo al Tercer Clásico Mundial resulta una experiencia inolvidable. Gracias a Dios cumplí el sueño que tenía desde chiquito que era el de integrar el elenco de mayores. Muy contento y agradecido del manager Víctor Mesa, que creyó en mí, en mis capacidades, en mi voluntad en el juego de pelota.”
A muchos sorprendió que Andy abandonara a los suyos para buscar nuevos horizontes. Unos se alegraron y otros, todo lo contrario. El pinero salió legalmente de Cuba, según su propia declaración, en el 2014.
“Dejar a Cuba y venir para Estados Unidos fue una decisión sumamente difícil de tomar. Dejas detrás a tu familia, tus amistades de toda la vida, tu casa. Te puedo asegurar que para todos los que estamos aquí, ha sido una muy difícil decisión. Pero yo quería jugar en las Grandes Ligas, algo que no he cumplido todavía, pero que con la ayuda de Dios y mi diario trabajo lo lograré.
“Me siento bien, avanzo en mi rendimiento. De mi posición inicial como torpedero, ahora me han movido a la segunda y tercera bases en el equipo que representa a la organización de Texas.
“Por cierto, ha sido genial jugar con estos compañeros, tanto los latinos como los estadounidenses. Estoy feliz, contento, aún en la división de doble A pero con serias aspiraciones de ascender muy pronto a la Gran Carpa. Conmigo estuvo jugando otro cubano, el santiaguero Alexei Bell, excelente persona y pelotero. Ya habíamos estado juntos en el Clásico, ha sido una bonita experiencia estar a su lado, aprender con él, de su experiencia.
“Jugar junto o en contra de peloteros cubanos que también han emigrado resulta emocionante. Ver un compatriota te une a tus raíces, te hace recordar el siempre amado terruño.
“Este año estuve bajo el mando del mentor Jhon Micoliv, que me hizo sentir como uno más en el team y no reparó en enseñarme y guiarme en pos de conseguir mejores resultados. Agradecerle también al scout José Fernández, quien ha tenido mucho que ver en mis progresos.
“Estoy muy al tanto de lo que sucede en mi casa, con mi familia. Todos bien, incluso ahora mis padres están junto a mí, porque les dieron visa y todos estamos más que felices.
“Ha sido y es difícil, pero tenía que dar el paso para jugar en las Grandes y ojalá algún día el Cuba lo podamos integrar todos, los que juegan en Series Nacionales y los que andan por el mundo beisbolero, no sólo aquí sino en México, Dominicana, Italia,Japón. Los mejores haciendo un Cuba nuevamente invencible. Ese sería para mí un gran sueño. Yo soy cubano, tengo 23 años, o sea, una vida por delante y para mí fuera un gran privilegio volver a representar a mi Patria en eventos internacionales, y seguro estoy que para muchos otros también”.
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