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Una isla rodeada de mar, con hermosas playas atestadas de personas de todas las latitudes, y nadie monta sus olas. Pero, ¿por qué?, es una de las preguntas que viene haciéndose Arnán Pérez Lantigua, joven surfista cubano, desde su adolescencia, justo después de ver una película sobre un grupo de jóvenes para los que el surf, más que un deporte, era un estilo de vida.
Para Arnán resultó algo totalmente nuevo, hasta paradójico. “¿Con tanta agua alrededor, por qué casi nadie lo hace?”. Y fue con trece años cuando por primera vez tomó una tabla de surf y se lanzó a las Playas del Este de La Habana, lo que continuó luego en las costas de 70, en Miramar. Desde entonces las olas son la fuerza que lo despierta todos los días.
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Al ver el escaso conocimiento que se tenía del surf en Cuba y guiado por su entusiasmo por montar olas, Arnán se propuso formar parte de una comunidad de amantes de la especialidad que se inició en La Habana, y comenzó a participar en torneos organizados por la RedBull, alcanzando los primeros lugares. Es durante este período que conoce a importantes representantes del surf como es el caso de Ian Walsh, surfista profesional, con quien llegó hasta Baracoa en un recorrido buscando los mejores lugares de Cuba para surfear.
A pesar de la falta de apoyo por parte de las instituciones deportivas del país (lo que constituye el principal problema), Arnán y sus colegas continuaron con su pasión, y a partir de aquí, de forma independiente, comenzaron a crear eventos participativos. Gracias a donaciones extranjeras y a personas interesadas en el desarrollo del surf se han hecho de artículos que le han facilitado la práctica de este deporte.
Y es que, según opinión del propio Arnán, el surf está tan limitado en Cuba porque lo relacionan con la cultura norteamericana, y no es bien visto por las instituciones estatales. De ahí que Arnán participara en los panamericanos de surf, en Guadalupe, Costas Francesas, sin poder representar a Cuba porque no le aprobaron la salida como deportista y ninguna institución deportiva cubana quiso apoyar a los surfistas cubanos como equipo. PASA es, entonces, la institución extranjera que lo apoya. Asimismo, por su propia cuenta, Arnán se une al Pro Billabong Tour de surf en Chile.
Un tiempo después llega a Portugal, buscando elevar su nivel como deportista. Aquí comienza a impartir clases de surf y alcanza a dominar olas como Supertubos, en Peniche, de top mundial. Después de un año, regresa a Cuba de vacaciones y en ese lapso enfrenta uno de sus mayores retos: le diagnostican una leucemialinfoplástica. Arnán comienza a luchar contra el cáncer y viaja a Italia para someterse a tratamiento por un año y medio.
El trasplante de médula ósea se realiza con su madre, con un cincuenta por ciento de compatibilidad. Una vez concluida la operación, le prohíben surfear durante nueve meses. Pero a los cuatro meses, sin autorización médica, por voluntad espiritual propia, Arnán regresa de nuevo al mar.
Hoy, ya sano, Arnán se ha reincorporado totalmente al surf y el mar sigue siendo su pasión. Al respecto ha dicho: “El mar es a la vez mi centro de trabajo y mi parque de diversiones. Siempre lo analizo, incluso cuando es verano y no hay oleaje. Me voy a bucear y estudio el fondo, así sé dónde está cada piedra, dónde puedo caerme, dónde no. Es como si estuviera enamorado del mar. Necesito verlo todos los días. Es el amor de mi vida”.
Entre las instituciones que lo han apoyado se encuentran Black Magic Surf Boards, Radical SurfShop, Havana Surf y CIBERCUBA. Actualmente tiene 26 años y surfea todos los días, aún luchando por lograr que un día el surf en Cuba sea reconocido.
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