Existen en Cuba diversas iniciativas que utilizan el fúbol para "enseñar otras formas de vida" a los jóvenes cubanos que sufren de problemas sociales o que viven marginados en La Habana.
Personas como el ciudadano alemán Robert Emmerth, quien durante años ha entregado a jóvenes en la Isla zapatillas y balones de fútbol, o Pavel García, fundador de Barrio Habana son capaces de modificar algunos de los hábitos de los jovenes habaneros.
El trabajo de Pavel y las donaciones de Robert han conseguido que para muchos jóvenes de La Habana practicar fútbol con otros chicos haya sido el medio para aprender valores como disciplina, respeto o unidad.
Varias estrellas de la selección nacional de Cuba han surgido del proyecto de García, incluyendo al actual portero cubano.
Por su parte, Eduardo Manuel Rosales, ministro de Deportes de la Liga Evangélica de Cuba, trabaja en un proyecto parecido al de Pavel. Rosales, de veintiséis años, entrena dos veces a la semana con chicos que tienen problemas con sus familias o en la escuela .
Antes de salir al campo de juego estos jóvenes reciben charlas motivacionales porque, según los impulsores del proyecto la estrategia del juego es también la "estrategia para la vida".
Algunos de los muchachos que participan en esta iniciativa ha mejorado sus calificaciones en la escuela para que se les permita jugar al fútbol.
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