Todo el mundo tiene derecho a 5 minutos imaginarios de buen trato policial. Por eso listamos aquí algunas frases que nunca (o casi nunca) escucharás decir a un agente de “la autoridá” en Cuba.
Lo que sigue es apenas una caricatura de la realidad, y como tal no debe ser tomado al pie de la letra…
- “¡Ja ja ja!, qué broma más graciosa, me has alegrado la tarde”. Cuando veas un policía contento, repórtalo de inmediato en la unidad más cercana. El agente puede estar sufriendo un colapso nervioso, o yendo a trabajar bajo los efectos de sustancias ilegales.
- “Entiendo su apuro perfectamente, venga que yo mismo lo adelanto en el carro patrullero”. Si logras documentar un caso en que te ayuda la policía, llama a la prensa y hazte famoso, pero antes repórtalo en la unidad más cercana: puede tratarse de un colapso nervioso, o de un abuso de sustancias ilegales.
- “Tiene toda la razón, ciudadano, en este caso la ley está de su parte”. Si escuchas esto y no notas la ironía, pueden estar pasando dos cosas: a) que estés enfermo y tu cerebro sea incapaz de identificarla, o b) que te tenga confundido el acento regional del policía.
- “Mi trabajo es protegerte”. En realidad, nadie ha podido probar la existencia de un “plan de multas”. Se trata de una leyenda urbana. Por eso nunca verás al policía conveniente posicionado a la caza del infractor.
- “Yo pude haber sido médico”. Claro, quién va a preferir una chea bata blanca sobre los frescos uniformes de la autoridá.
- “Estas langostas que te decomisamos van directo a la cocina de un hogar para niños sin amparo filial”. En tal caso puedes consolarte sabiendo que esa noche los hijos del policía conocieron la langosta. Piensa en los niños, y asume tu pérdida como un acto de bondad.
- “No intente seducirme más, compañera, yo estoy aquí para combatir la prostitución”. Si eres chica y no te ha tocado aún el encuentro con el típico policía galán, no te sientas mal, ya debe estar al tocarte.
- “No es necesario que se baje del vehículo, yo camino hasta donde usted está”. Sin mover un solo dedo te miran por encima de las gafas hasta que te bajas del carro y vas caminado hasta ellos a recibir tu regaño. ¡De milagro no te piden prestado el lapicero para escribir la multa!
- “¡Claro que puedes grabar! A todos nos conviene que haya pruebas por si fueras a reclamar algo”. Si amas a tu teléfono, si te gusta más en tus manos que escachado contra el suelo, mejor lo dejas guardadito en el bolsillo. El policía común, incapaz de distinguir entre una cámara de video y un arma blanca, tiende a neutralizar la amenaza.
- “Tenemos un manual de procedimiento bien claro y cualquier ciudadano puede solicitarlo en cualquier unidad de la PNR, o consultarlo en nuestro sitio web http://www.pnr.cu”… Mientras más rápido te des por jodido, más rápido te recuperarás.
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