Paisajes Culturales: ¿futuro del desarrollo del turismo en Cuba?

La fragilidad en la protección de los centros históricos –y también de otros entornos– se evidencia hoy más que nunca con los capitales extranjeros ocultos que circulan detrás de muchos de los negocios que pululan en cualquier sitio y que aprovechan las fisuras, inexistencias, vacíos o ineficacias de algunos mecanismos de control para transformar, a veces bien y otras mal, el patrimonio construido, echando por tierra verdaderas joyas arquitectónicas o culturales.

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Este artículo es de hace 7 años

El desarrollo y crecimiento sostenible del turismo en Cuba obliga hoy a los expertos a pensar en estrategias que garanticen la sostenibilidad de algunos de sus recursos más vulnerables, como son los Paisajes Culturales, devenidos apuestas seguras y atractivas en los últimos años.

Justamente el “II Encuentro de Expertos sobre Paisajes Culturales”, que se desarrolló en Santiago de Cuba hasta el pasado 14 de abril, convocó a los especialistas a debatir la gestión, el manejo, las estrategias de salvaguarda y de identificación de estos sitios, en un contexto donde el país, el pasado 30 de diciembre de 2016, llegó a los cuatro millones de turistas, un incremento del 13% con respecto a 2015.


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El caso del Valle de Viñales –primer paisaje cultural reconocido por la UNESCO en toda la región americana–, y en menor medida en otros sitios similares, es un ejemplo claro de lo dañino que puede resultar la “industria sin humo” cuando no existen regulaciones ni estrategias que garanticen el desarrollo sostenible, o cuando estas no se ajustan a las necesidades y cambios actuales.

Flickr/Pedro

Valle de Viñales, un sitio recomendado por The New York Times

El poblado de Viñales es muy pequeño, por tanto, es frágil. Aunque es uno de los sitios con más experiencia en el manejo del turismo, el incremento del arribo de visitantes acrecienta su vulnerabilidad, más aún cuando el periódico The New York Times, por ejemplo, lo ha recomendado dos veces como uno de los lugares a visitar y solo cuenta con tres hoteles.

Hoy la realidad es que los negocios y emprendimientos privados se han disparado de una forma descontrolada, pues existen unas mil 200 habitaciones de alquiler y más de 70 paladares.

Una idea del incremento de la popularidad del sitio está en que, en la actualidad, en un día de ajetreo, perfectamente una persona puede estar hasta dos horas en una cola para visitar la Cueva del Indio, un ejemplo que habla a las claras de que se sobrepasan las posibilidades de carga del sitio y de lo apremiante de buscar alternativas que apuesten más por el turismo responsable.

Si algo resalta en Viñales es la presencia de una arquitectura vernácula, que lamentablemente está desapareciendo y no solo por los efectos de la “industria sin humos” sino también por la carencia de materiales (guano, madera y tejas) que ayuden a conservar ese tipo de edificación, sin dudas, uno de los atractivos singulares del sitio.

Otras amenazas que hoy se ciernen en el paisaje Cultural de Viñales –y que de una u otra forma también afectan a otros sitios similares en Cuba– son la pérdida de identidad, problemas de infraestructura turística, la transformación de funciones primarias de algunas edificaciones (una hacienda tabacalera que del día a la noche se convierte en una paladar) y las construcciones de forma descontroladas.

En este sitio muy pronto comenzará un proyecto impulsado por la UNESCO y otras instituciones que invita a todos los actores relacionados con el turismo, estatales y privados, a lograr un programa sostenible y comunitario en el Valle de Viñales, y aunque no es una solución, si son pasos para la gestión adecuada.

Parque Nacional “Desembarco del Granma”: naturaleza fascinante de Cuba

Si Viñales lamenta la sobreexplotación de su territorio, el Parque Nacional “Desembarco del Granma” se sorprende con la visita de cada nuevo turista. Es el otro lado de la moneda, pero resalta, sobre todas las cosas, por ser un área de importancia en el área del Caribe, en la conservación de la biodiversidad.

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Entre los muchos méritos y que por sí solo le hacen atractivo para algunas variantes de turismo, son que es el mayor y más conservado exponente mundial de los sistemas de terrazas marinas sobre rocas calcáreas, posee el primer sendero interpretativo en Cuba, y es, además, uno de los principales sitios de endemismo biológico del país.

Declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1999, en el Parque Nacional “Desembarco del Granma” se desarrollan importantes programas para la conservación de la rica biodiversidad del lugar.

El Plan de Manejo comprende varios programas de conservación que van desde la mitigación de las principales amenazas (sequía y huracanas), el manejo de recursos (restauración de los ecosistemas con experiencia de trabajo de más de 8 años), hasta el monitoreo e investigación, como la reintroducción de cocodrilo americano, uno de los pocos sitios en Cuba donde se realiza, entre otros.

En el Parque Nacional “Desembarco del Granma” lo más importante es garantizar la conservación integral de los valores naturales, paisajísticos e históricos culturales asociados al sitio patrimonial, aunque hoy la explotación del sitio está muy por debajo de las aspiraciones y de sus verdaderas potencialidades.

Paisajes subterráneos: el tesoro cultural de la Atenas de Cuba

Si existe un lugar en Cuba donde conocen lo frágil que puede ser un Paisaje Cultural, esa es la ciudad de Matanzas con su patrimonio subterráneo, donde, literalmente hablando, un soplo de aire puede desbaratar una formación geológica y el calor humano de seis personas puede provocar daños irreversibles.

Aquí se encuentran formaciones geológicas que no se hallan en ningún otro lugar del planeta, figuras caprichosas que desafían la gravedad y hasta la imaginación. A veces se asemejan a grandes lámparas, otras como finos cabellos que se quiebran con la más fina brisa, algunos ven flores, campos de pinos cubiertos de nieve, enormes áreas de cristales, grandes columnas de roca…

Matanzas ostenta poseer la primera y más antigua experiencia en Cuba de explotación turística del patrimonio subterráneo. Se trata de la Cueva la Campana, una de las formaciones del sistema cavernario que circunda la urbe y cuyo dueño era el señor Simpson, al poseer los terrenos donde está situada.

Girón

Sin embargo, es Bellamar el ejemplo más notorio en Cuba del uso turístico de una cueva y también es considerado uno de los paisajes subterráneos más hermosos del país. Sin embargo, sus años en explotación, también de otros sitios similares, más la experiencia de décadas en estudios geológicos en Matanzas, derivan en estrategias que aseguren la conservación de las singularidades de estos parajes por mucho tiempo en el futuro.

Se han identificado amenazas en este tipo de Paisaje Cultural que son únicas, en parte debido a la fragilidad de estos sitios, lo inaccesible en ocasiones y la poca conciencia y conocimiento de sus particularidades que existe entre los visitantes, así como lo complejo que resulta admirar este paisaje, el sector del turismo y hasta decisores.

En Matanzas se ha creado, para disminuir esas vulnerabilidades, el primer plan de manejo para la protección y uso sostenible del patrimonio subterráneo. La experiencia se aplica hoy, específicamente, en la Caverna Santa Catalina, y como parte de la misma, se han creado diferentes niveles de acceso a la gruta que incluyen, por ejemplo, una restricción total en algunas de sus áreas, debido a la fragilidad.

Este plan de manejo es regido por expertos de la Sociedad Espeleológica de Cuba y la Fundación Antonio Núñez Jiménez a través de proyectos de educación ambiental.

Santiago de Cuba: paraíso y diversidad de Paisajes Culturales

La urbe de Santiago de Cuba es la única ciudad del área del Caribe con tres componentes de la lista indicativa del Patrimonio Mundial. De ellos, dos se insertan en Paisajes Culturales: las antiguas haciendas cafetaleras y el sistema defensivo colonial, con el Morro como principal baluarte.

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Considerada la Capital del Caribe, la antigua villa colonial posee seis Paisajes Culturales tan variados que comprende, además de los dos mencionados, el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, la localidad de El Cobre, el Centro Histórico de la Ciudad de Santiago de Cuba y el patrimonio sumergido testigo de la Guerra Hispano Cubana Norteamericana.

Los especialistas de la conservación del patrimonio en Santiago de Cuba, trabajan hoy para que tres de ellas de estos paisajes también sean incluidos en la lista indicativa del acervo mundial, con lo cual la llamada “tierra caliente” realmente sería reconocida su riqueza material e inmaterial que es, sencillamente, envidiable.

Pero llegar hasta ese punto ha sido un camino largo, basta recordar, por ejemplo, los nefastos estragos que causó en la provincia el huracán Sandy en el año 2012, especialmente al patrimonio construido.

No obstante, durante ya varios años la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC) de Santiago de Cuba ha trabajado, intencionadamente, en dotar a la urbe del reconocimiento a su patrimonio, pues recientemente el Parque Arqueológico del Patrimonio Cultural y Natural Subacuático Batalla Naval de Santiago de Cuba de 1898, fue agasajado con la condición de Monumento Nacional, en el año 2015.

Otro ejemplo de cómo se trabaja en Santiago de Cuba el tema de los paisajes culturales es el accionar del Proyecto Los Caminos del Café, que beneficia el rescate y puesta en valor de uno de los circuitos cafetaleros, precisamente la antigua hacienda Fraternidad.

Financiado por la Unión Europea, la Fundación Malongo y la OCC, gracias a este proyecto de colaboración se restauró una antigua edificación para ser convertida en la Casa Dranguet (Centro de Interpretación del Patrimonio Cultural Cafetalero) y se trabaja en el producto turístico que tendrá, como principal atractivo, un Parque Eco Arqueológico insertado en una naturaleza con excepcionales valores.

Paisajes Culturales y sus vaivenes en Cuba

El valor turístico de los paisajes culturales en Cuba es indudable. Va desde aquellos que son arqueológicos y fósiles, hasta otros que combinan los valores más excepcionales de la naturaleza en el país, el pasado de la nación y la religión católica, sin olvidar las maravillas subterráneas. Son, sin lugar a dudas, de orígenes muy diversos y casi únicos.

Sin embargo, sobre ellos se ciernen numerosas amenazas que también proceden de diversas fuentes, desde naturales (sequías y huracanes, por ejemplo), hasta la sobreexplotación, el desarrollo irresponsable del turismo, la falta de planes de manejos, entre otras.

Hay que sumar que mientras algunos sitios son privilegiados al contar con instituciones como las oficinas del conservador o del historiador, otros lugares sufren cierta desprotección de especialistas que estudien, de bien cerca, los diferentes procesos que se dan.

También es apremiante una mejor regulación y control en materia de edificación de nuevas obras, o de transformaciones de las que existen, pues si un valor tienen los paisajes culturales es la arquitectura vernácula que hoy desaparece por muchas causas, una de ellas es la inexistencia de suministros de materiales de la construcción acordes. No se trata de momificar las urbes, pero tampoco se puede destruir el patrimonio, sino se trata de buscar alternativas que estén en puntos medios.

La fragilidad en la protección de los centros históricos –y también de otros entornos– se evidencia hoy más que nunca con los capitales extranjeros ocultos que circulan detrás de muchos de los negocios que pululan en cualquier sitio y que aprovechan las fisuras, inexistencias, vacíos o ineficacias de algunos mecanismos de control para transformar, a veces bien y otras mal, el patrimonio construido, echando por tierra verdaderas joyas arquitectónicas o culturales.

Y en medio de carencia, zonas legales grises o inacabadas, también de incomprensiones, falta una arista que nunca debe ser excluida: la educación popular y no olvidar que dentro de las edificaciones y en los paisajes, viven personas. Entonces, cambiar la mente de estos con conocimientos, nunca debe ser soslayado, al contrario, debe ser una prioridad.

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José Roberto Loo Vázquez

Periodista de graduación, y fotógrafo de pasión, dos historias que se entremezclan y atrevidamente me hacen llamarme fotoreportero. Si sumamos mi amor, por la ciudad de Santiago de Cuba, no es difícil entender mi preferencia: fotoreportero que gusta resaltar su urbe natal, la “tierra caliente”.


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