No siempre en la vida se triunfa con nuestros primeros sueños. Conozco desde niño a un muchachón que poseía todas las condiciones para ser un excelente corredor, Yaseen Pérez, quien logró, incluso, hacer el equipo grande del atletismo cubano como velocista.
Se agigantaba en los entrenamientos. La esperanza de verlo correr así en competencias no sólo colmaba a sus entrenadores y familiares sino a él mismo.
Sin embargo, cuando llegaba la hora buena, el chico del Cerro no daba la talla: las lesiones le asediaban. Así, una y otra vez. La desilusión hizo mella en él; no obstante, su inteligencia lo condujo a convertirse en un exitoso guía para los deportistas invidentes, específicamente para Arián Iznaga, con quien accedió a podios paralímpicos y mundiales.
Yaseen no se detuvo y ahora se encuentra con el seleccionado olímpico de República Dominicana, que cuenta ya con atletas de nivel mundial.
“Soy un padre de familia, casado con Yusimae León y padre de Yaisel Gabriel. Soy el hijo intermedio de María de las Mercedes y Alfredo, y hermano de Alfredito y Daivel. Empiezo por hablar de esto, porque estas personas son la razón de ser de mi vida. Sin ellos, no hay entrevista.”
Confieso que este inicio de nuestra conversación me conmovió. Resulta que este niño es nuestro vecino y conozco a su familia, humilde, decente, que tan bien ha educado a sus hijos.
“Mis inicios deportivos comenzaron a la edad de 9 años. Me incliné primero por el fútbol entrenando en el Pontón, terreno ubicado en el municipio capitalino de Centro Habana. Después tocaría el turno al básquet, que estudié en la Escuela Primaria 'Reinier Páez'.
“Fue entonces que, por cosas de la vida, me vieron correr en uno de esos juegos y a partir de ahí empezó la lucha, mi lucha entre el atletismo y los deportes con pelota, pues además del balompié y el baloncesto, me apasionaba el voleibol.
“En medio de esa pugna interna, llegué a la Ciudad Deportiva por invitaciones que le habían hecho a niños de todas las escuelas del Cerro (también municipio de la capital), y allí me enamoro de lo que hacía Rosario, una gran profesora con la que hoy día mantengo estrechos lazos de amistad, y que era la que captaba valores para el deporte rey ¡Así empiezo mis avatares en las pistas”.
Unos meses después, Yaseen tomaría parte en las pruebas de ingreso a la EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva) “Mártires de Barbados”, meta que logró y ya en ese centro conoce al que sería su primer entrenador, Miguel Zuáznabar, un excelente profesor que poco les duró pues fue seleccionado para cumplir una misión en el extranjero.
“Lo reemplazó Alfredo Schery que fue, además de mi instructor, mi maestro de la vida, mi padre, mi amigo, mi mentor. Yo era entonces el más pequeño del grupo y él solía darme consejos que mucho me han servido. Puedo decir que todavía me los da.
“Ese magnífico ser humano me llevó a ganar varios campeonatos escolares nacionales y fue el que a los 14 años de edad logró mi ascenso al equipo nacional juvenil ¿Que era muy pronto? Es cierto, pero en la EIDE no me podía quedar por indisciplinadas mías y, gracias al profe Alfredo, pude acceder a la selección ¡Cosas de la vida! No pasa un día que no recuerde esa acción que me sirvió para a tan temprana edad madurar, separar el bien del mal; nunca le hice quedar mal. Me educó, me hizo amar al deporte, me convirtió en el hombre que soy.”
En la entonces ESPA nacional “Giraldo Córdova Cardín” el joven capitalino pasa a ser entrenado por una dupla de oro, un matrimonio que ha dado todo por el campo y pista cubanos, el integrado por la doble medallista olímpica Silvia Chivás y el prestigioso entrenador de la velocidad cubana, Irolán Echevarría.
Los entrenamientos eran intensos, la disciplina era rígida, sus avances eran evidentes; no obstante, a la hora buena, Yaseen Pérez caía en un pozo.
“Así estuve hasta los 20 años. Promesa tras promesa acababa en un fracaso. Me perseguían las lesiones. Por ejemplo en el año 2000, en mí se cifraba una gran esperanza. Llegó el 'Memorial Barrientos' (cero lesiones hasta ese día), estaba a tope en mi rendimiento ¡Ahora sí!, me decía. Pero, apareció una ruptura de miofibrillas del bíceps femoral que fue fatal. Debido a ella, fui baja de la selección nacional.
“De veras que no estaba preparado, fue muy duro para mí. Pensé en cambiar de los 100 y 200 para los 400, pues decían que los corredores altos no eran buenos para las cortas distancias (habría que preguntárselo a Carl Lewis o Usaín Bolt). No fueron mis mejores momentos, muchos cambios de pensamientos y de ideas.
“Fue ahí que se hicieron presentes mis verdaderos amigos de la infancia, Yasser Ariel, Abnel, Michel, Guillermo y tus hijos Julita, Javier y Henry pues el Lolo era más pequeño. Aquel grupo de hermanos me salvó.
“Me ayudaron mucho a terminar mis estudios. El Pichi y yo éramos los negros del grupo, y siempre salía aquello de que teníamos que estudiar y llegar a la Universidad. No digo lo que nos decíamos por respeto, pero ¡cuánto me ayudó aquello! Ahora soy universitario, soy entrenador. Mis amigos, mis hermanos, mis padres viven orgullosos de mí”.
Yaseen Pérez no se conformó con su (hasta ese momento) destino, y en medio de esos años difíciles y con el apoyo del profe Schery, se fue a trabajar en la recién inaugurada Escuela Internacional de Deportes, ubicada en la periferia de La Habana. Prácticamente vivía allí y ese trabajo le permitió regresar a las pistas.
Paralelamente a su asistencia a la Escuela Internacional, estudiaba en el Instituto Superior de Cultura Física Manuel Fajardo. Allí se impuso en varias ediciones de los Juegos Cimarrones y en las Universiadas Nacionales.
“El Schery al ver todo lo que había mejorado me dijo que ya era el momento, regresamos al estadio Panamericano, competimos, quedé entre los primeros pero nunca me dieron la posibilidad de regresar. De nuevo, se me unió el cielo con la tierra pero el profe Alfredo no me dejaba caer.
“Así las cosas, un buen día apareció en mi vida el ex saltador, y en ese momento jefe técnico de los atletas discapacitados, Luis Bueno, y me propuso convertirme en guía de invidentes. Corría el 2004, año en que mi vida da un giro: de corredor convencional retirado a guía de discapacitados.
“Nuevamente en mi vida estuvo Alfredo Schery quien, junto al profesor Luis Guemez Soto, me enseñaron qué era un guía, cómo se comportaba, qué representaba para su atleta. Entendí la importancia de enseñar y vi el atletismo desde otra óptica. Es otra gran etapa de mi vida, aunque alejado de las justas de alto nivel entre convencionales.”
Entendí la importancia de enseñar y vi el atletismo desde otra óptica. Es otra gran etapa de mi vida, aunque alejado de las justas de alto nivel entre convencionales
Yaseen se incorporó a la vida de un atleta que quería hacer historia, a un corredor invidente que no medía esfuerzos para intervenir con éxito en grandes competiciones, Arián Iznaga Ardiles, un gran atleta paralímpico, estelar corredor y respetado por todos sus colegas del mundo.
“Bajo la égida de la entrenadora Mirian Ferrer, llegamos a obtener medalla de bronce en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008. Un año antes, habíamos ganado dos medallas de plata en los eventos mundiales de Sao Paulo, así como nos situamos en primeros, segundos y terceros lugares en los Juegos Panaparamericanos de Río 2007, Guadalajara 2011 y en varios campeonatos de Gran Prix en Brasil y otros países del área latinoamericana. Fue una etapa bien linda: los mejores tiempos de mi vida.
“Sin embargo, en el año 2012 no nos fue bien por una lesión de Iznaga. Estábamos muy bien preparados pero la lesión nos impidió hacer una buena actuación ¿Conclusión? Que nuevamente causé baja en la selección nacional, esta vez de los discapacitados pues ya Arián pasaba al retiro y yo no estaba apto para seguir, según la apreciación de los técnicos”.
Tampoco estuvo preparado para ese final Yaseen, pero esta vez sí pudo asumir el reto que ante él ponía la vida. Ya tenía responsabilidad de trabajo y buscó otras opciones.
“Yo había conocido a muchos atletas y técnicos de otros países que me habían invitado a entrenar con ellos, pero mi compromiso con Arián era muy sólido. Al pasar al retiro, y quedar fuera del equipo, me comuniqué con mis amigos de República Dominicana, específicamente con Raúl Terry, quien me ayudó a formar parte de los preparadores del atletismo en esa nación caribeña.
“Ahora pongo en práctica las enseñanzas que recibí de mis profesores, miro la vida desde otra perspectiva. Y es que nunca se posee conocimientos absolutos, nunca se deja de aprender, siempre hay un antes y un después, y tenemos que estar preparados sino no llegamos a nada.”
Ahora pongo en práctica las enseñanzas que recibí de mis profesores, miro la vida desde otra perspectiva
Yaseen Pérez llega a Santo Domingo con la idea de trabajar con atletas discapacitados, pero el Ministro de Deportes de esa época, Jaime David Fernández Mirabal, le dijo que lo prefería en el área de velocidad de los convencionales, labor donde se desempeña en la actualidad.
“Ese señor me pone a trabajar a mí con las principales figuras de su país, y en el mío, no me dan ninguna oportunidad en la selección nacional. Yo estoy en Dominicana aún por Cuba Deportes. Comencé trabajando con niños, caminé por las provincias en búsqueda de talentos.”
¿Y quién les dice a ustedes que muy pronto el cubano pasó de ese nivel al superior y hoy es entrenador del seleccionado nacional de la República Dominicana?
“Hoy entreno a atletas de alto nivel, participantes en Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales, lidereados por Yancarlos Martínez, corredor de 100 y 200 metros (cuyos cronos de 10 segundos catorce centésimas y 20,19, respectivamente, lo sitúan en una buena posición en el orbe).
Hoy entreno a atletas de alto nivel, participantes en Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales, lidereados por Yancarlos Martínez, corredor de 100 y 200 metros
“Soy el entrenador principal de los velocistas en esta Isla y en específico del relevo corto. Es un orgullo para mí que ellos me reconozcan por mi labor. Me queda mucho por recorrer, pero voy por el camino correcto y no cejo en mi empeño de triunfar. Ya nadie me va a tronchar mis sueños, porque ya sé lo que quiero y cómo lo quiero ¿qué decir? Soy dueño de mis actos ”
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