Transcurrían los años finales de la década de los 80, y la gimnástica cubana entrenaba en una instalación ubicada en el Prado habanero, local que hoy pertenece a la prestigiosa Escuela Nacional de Ballet.
Allí, tuve la oportunidad de conocer a dos niñas, dos futuros talentos. Eran tan pequeñitas que el camarógrafo me dijo: “cárgalas, que te voy a tirar un plano”, plano que lamentablemente perdí.
Esas niñas, hoy mujeres hechas y derechas, casadas, con hijos, mantuvieron su amistad conmigo a lo largo de los años. De la rubita hablamos hace poco: la espirituana Leyanet González, figura grande de ese deporte en la Isla; la morenita era Annia Portuondo, hoy Annia Hatch, apellido con el ganara, nada menos, que dos medallas olímpicas de plata como parte de la escuadra estadounidense.
“Nací en Guantánamo hace 39 años. El bichito de la gimnástica nació conmigo, tenía 4 añitos cuando ya la practicaba. Estuve en la selección nacional cubana desde 1984 hasta 1997”.
Por supuesto que de estos 13 años guardas momentos imborrables, algunos muy buenos, y otros lamentablemente tan malos como el que prácticamente te obligó a emigrar. ¿No es así?
“De mis grandes recuerdos uno es mi unión con Leyanet. Fueron años de amistad pura y sincera, cuando una se ayudaba a la otra. Siempre nos alegrábamos del triunfo de las dos, y llorábamos cuando no era así. Éramos niñas, luego adolescentes y jóvenes. Toda una vida. La amistad con Leya es uno de mis grandes momentos.”
Y deportivamente, ¿cuál guardas de los tantos que tuviste?
“Pues cuando recibí un 10 (en ese entonces la máxima clasificación que se confería en la hoy conocida como gimnasia artística) en el caballo de salto en los Juegos Centraomericanos y del Caribe de México 90.
“No lo quería creer pero fue un salto perfecto, para la historia. Leyanet se alegró más que yo. Ella y yo competíamos como si fuésemos una sola, fuimos a muchas competencias juntas, y juntas nos animábamos como ya te he dicho.”
¿Recuerdas algún otro momento especial?
“Muchísimos. Ambas estuvimos muy bien en el Mundial por especialidades en 1996 en Puerto Rico. ¡Qué manera de disfrutar nuestras actuaciones y la de nuestras compañeras! Ahí logré mi clasificación olímpica que me arrebataron”.
¿Momentos tristes?
“Varios. La tremenda preparación que hicimos Leya y yo, éramos tan chiquitas, para competir en los Panamericanos de La Habana 91 que se desarrollaron en la subsede de Santiago, y resulta que se me presentó una apendicitis que me privó de ganar. Con 12 años yo lo hubiera podido hacer. Yo siempre he confiado mucho en mí y lo hubiera hecho. Para colmo Leyanet se lesionó en manos libres. ¡Cómo lloraba! Pero yo que estaba allí le decía: 'Dios siempre da segundas oportunidades; verás que él no nos olvida'”.
Así fue, pero primero quiero retroceder un poco y preguntarle a la hoy bellísima mujer sobre sus inicios y sus primeros entrenadores.
“A mí me descubrieron por así decirlo los hermanos Suce e Isabel; aunque todo lo que he sido se lo debo al mismo que entrenó a Leyanet, a René Sansón, quien en estos momentos también está fuera de Cuba buscando nuevos horizontes.
“Sansón me educó, me enseñó a caminar por la vida, me llevó hasta el primer nivel mundial, me condujo a la clasificación de los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, tras mi actuación en el Mundial por especialidades de Puerto Rico 96. Él me llevó a la élite mundial y a clasificar a las Olimpiadas del 96, a las que no asistí porque la Federación prefirió mandar al equipo masculino, y para mí no había dinero”.
A mí me parece que fue ayer cuando el entonces presidente del INDER, Reynaldo González daba a conocer la absurda noticia. No puedo olvidar que de todos los periodistas presentes, mi colega Carlos Alberto González y yo defendimos con fiereza la presencia de Annia en Atlanta. Pero, como casi siempre pasaba, no fuimos escuchados.
“Sansón fue único, era el mejor entrenador de la gimnástica femenina cubana. Y aunque él no fue conmigo a los Juegos de Atenas 2004, yo vistiendo el maillot de Estados Unidos, mis dos medallas de plata fueron de él. Él me hizo. Yo sólo continué su obra, claro con los preparadores norteños. Eso lo hubiese podido lograr por Cuba, pero me lo impidieron. Jamás lo podré olvidar."
Lo del Mundial por Especialidades en Puerto Rico en ese año olímpico, previo a Atlanta no fueron tus únicos éxitos. Tú y Leyanet se echaban encima todo el equipo aunque ella misma reconoce que tú la superabas.
“No quiero decirlo así. Yo fui 7 veces campeona nacional, del 1990 al 1997; 2, monarca regional (prácticamente arrasando en México 90 y Ponce 93); 3 medallas en los Panamericanos de Mar del Plata 95 en viga de equilibrio y por equipo; quinta en barra fija en el Mundial de Birmingham 93; y bronce en el caballo de salto del ya mencionado Mundial por Especialidades de Puerto Rico en el 96.”
Muchos especialistas presentes en la lid boricua aseguran que los jueces beneficiaron a las reconocidas rumanas Gina Gogean y Simona Amânar para dejar en el tercero a la mejor ejecución de la chica del Guaso. Recordemos que la gimnasia es un deporte de apreciación.
“Además obtuve otras preseas y buenas ubicaciones en certámenes por Europa y América, incluyendo los Juegos Juveniles en Estados Unidos”.
La desilusión de no asistir a la cita olímpica te condujo a un muy precoz retiro
“Tomé la decisión de irme del deporte a los 17 años, pero no fue solo por eso sino porque mi querido entrenador se había quedado después del Mundial en Puerto Rico. No tenía ningún incentivo. Nadie me iba a entrenar como él, además de lo que el INDER me había hecho.
"También quería irme del deporte arriba, ganando, como lo hice. Yo hubiera sido la primera cubana en obtener medalla en una justa gimnástica en Juegos Olímpicos y eso no me lo arrebataron a mí, sino a todo un pueblo, a todo un deporte.
“No ir a la Olimpíadas del 96 fue muy triste, pero me enseñó a ser paciente, a esperar el tiempo correcto y lugar correcto. Me dio fuerzas para saber qué hacer cuando tuve la segunda oportunidad que fue integrar el equipo de los Estados Unidos y lograr una meta que me había ganado, que había soñado, y que pude materializar: mi mayor anhelo deportivo, competir en unos Juegos Olímpicos”
Te marchas de Cuba con tu mamá pero enseguida no empiezas a entrenar. Porque sé de la cantidad de atletas estadounidenses con clase para integrar ese equipo olímpico y, sin embargo, un puesto fue tuyo.
¿Cómo llega Annia Portuondo al estrellato?
“Me incorporé al equipo de USA en el 2001. Después de haber estado retirada por 5 años. Tuve que clasificar para las nacionales que son competencias fortísimas, de un altísimo nivel. Fui tres veces campeona en caballo de salto en las Nacionales del 2002, 2003 y 2004.
“Gané en salto y libre La Copa Visa del 2003. Fui titular por equipo en el Campeonato del Orbe 2003, hasta mis 2 platas en los Juegos de Atenas.”
Así que formaste parte de la escuadra nacional cubana 11 años y de la estadounidense, 3, ya siendo una veterana.
¿Te emocionaste escuchando el himno norteamericano, viendo alzarse una bandera que no era tuya?
“Nunca olvidaré mi cuna, el lugar donde comencé mi carrera, disfruté, fui feliz, tuve grandísimos amigos que hoy mantengo. Lloré con mi himno, con mi bandera, pero Estados Unidos me dio una nueva oportunidad y sí, disfruté muchos mis medallas con mis nuevas compañeras.
“Resulta gratificante que te reconozcan, que no te aplasten. Me aceptaron, era una más. Me dieron una segunda oportunidad. Además, siempre había observado a los deportistas de Estados Unidos y los admiraba y tomaba como modelos a seguir, por su extrema disciplina sin dejar de ser jóvenes felices. Ser parte del equipo USA fue increíble y un honor. Ahora es mi país, mi casa, estoy muy agradecida.”
¿Estás de acuerdo con que de poder hacerlo, ellos pudieran competir por Cuba?
“¡Sí!”
¿Qué haces ahora, a qué te dedicas?
“Tengo una compañía sin fines de lucro para ayudar a los atletas del Caribe y USA, enseño gimnasia en diferentes instalaciones.
"Soy Embajadora de salud y moda.Pero por encima de todo, soy mamá de dos niños: una hembrita de 2 años, Faith y un varoncito de sólo un mes, Andronicus.”
¿Cuáles son las figuras femeninas de la gimnástica universal que más has admirado siempre?
“La rumana Nadia Comăneci y las estadounidenses Simone Biles y Dominique Dawes, cada una un hito marcando diferentes generaciones de gimnastas, ejemplos a seguir por las nuevas figuras.”
Cuando una acaba de escribir estas líneas no sabe si reír o llorar, porque cada vez que mi Cuba pierde a un atleta de esa forma, por incapacidad o sabe Dios qué cosa, lo que da es deseos es de llorar ¿o no?
¿Qué opinas?
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