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La actriz cubana Lily Rentería ha llegado a un momento de su vida en que ya no se plantea lo que le queda por hacer.Lo que le preocupa día a día es cómo consolidar lo que considera como la obra de su vida: un centro integral de enseñanza artística que incluye un teatro, una escuela secundaria y un restaurante que, por el día, es el comedor de los estudiantes, y el cual es atendido por quien fuera el cocinero de la reina de Inglaterra.''Es mi gran objetivo en la vida: un centro cultural. Con escuela, teatro y un espacio para descargar'', dijo la actriz.Rentería, sin duda una de las actrices más versátiles de las tablas cubanas de los últimos 20 años, proviene de una familia a la cual el arte no era ajeno. Es hija de actores, uno de sus hermanos también lo fue y el menor es un joven fotógrafo en ciernes.''Siempre he querido hacer algo diferente desde que me gradué de la ENA'', explica, refiriéndose a la Escuela Nacional de Arte de La Habana.Tras concluir sus estudios, pasó a integrar el grupo Irrumpe del fallecido director Roberto Blanco. Años en que Lily, como la conoce todo su público, fue modelando paulatinamente su carácter artístico, forjando una presencia en el escenario que no se olvidará, jamás, de la magistral MarianaPineda, por ejemplo.Una carrera en la isla que abarcó también el cine y la televisión y que ella definió como posible solamente porque recibió una formación integral.Y eso es lo que ahora quiere introducir en el sur de la Florida. ''Al joven hay que darle una formación integral y la única forma de descubrir si tiene talento artístico es interconectar todas las artes'', explica.En la década pasada, tras un paso por Caracas donde protagonizó un par de telenovelas, Rentería se afincó en Miami y de inmediato, como dice, ''choqué con la concreta'', que, en este caso, fue un cerrado y minúsculo mundo teatral, resumido a un par de telenovelas y poco más. ``Me chocó mucho ver a la gente mirándose al espejo contándose las arrugas o buscando espinillas. Yo no quiero eso para mí, yo no quiero caer en eso, me dije''.Fue cuando nació la idea de crear un espacio teatral, impulsada por un fuerte deseo de crear algo ''para mi vida'' que fuera más allá de la trivialidad frente a una cámara.Y para lograrlo decidió volcarse hacia su pasado, sus raíces y su formación.''Quise reproducir la escuela que me formó, no solamente la ENA, sino también el grupo teatral Irrumpe, de Blanco, e integrar las artes. La única forma de hacerlo fue rodearme de actores, músicos, pintores y bailarines. Todos mis amigos, toda gente conocida que más o menos tuvo la misma formación que yo'', afirmó.Por imperativo legal, aclara Rentería, las clases a los alumnos son impartidas por profesores certificados por las autoridades de educación, lo cual --en su opinión-- termina reforzando la calidad de la enseñanza.''Siempre he pensado que lo que uno aprendió debe tener una trascendencia. Una trascendencia sólida'', aseguró.Pero, como usualmente un artista no tiene muchos recursos, Lily logró la comprensión y el apoyo del abogado Manuel Alonzo Posh, quien la secundó en el proyecto.Y así, hace cinco años nació el grupo de teatro Abanico, que funcionó primero en Coral Gables. Poco después se le sumó una escuela magneto y, ahora, un pequeño restaurante sin nombre formal, donde se sirven tapas, vinos y cervezas, y se conversa de todo tras los espectáculos, bajo el cielo acogedor de Coconut Grove.''Es una escuela vinculada con el mundo artístico'', dice Lily, en la que no falta una cocina que durante el día surte las necesidades del comedor estudiantil, con una calidad que causaría envidia a muchos restaurantes. La dirige el chef colombiano Gilberto Barrera, quien fuera el cocinero del Yate Real Brita- nnia, propiedad de su Majestad la Reina Isabel II.El complejo se llama Academy of Arts and Minds y por ser un proyecto totalmente novedoso logró escalar rápidamente la burocracia estatal y obtuvo los permisos de apertura en tiempo récord: tan sólo tres meses. ''La gente me decía que no había nada igual, estaban deseosas de ayudar un proyecto así'', explicó.El funcionamiento de la academia es sencillo. Los estudiantes reciben clases de secundaria y al final tienen dos horas extra de enseñanza artística. Por la noche, el teatro se transforma en una sala de espectáculos y el comedor estudiantil se transforma en restaurante. En los tres años desde que abrió sus puertas, ha logrado captar a 340 alumnos, los espectáculos se suceden y todos los años es escenario también de un festival de cine.''La educación artística es tan integral'', explica Rentería, ``que ha habido casos en que los muchachos comienzan con una disciplina artística y se mudan a otra porque terminan reconociéndose en ella''.''Nunca he trabajado tanto como ahora. Pero me fascina enseñar, ver como esas muchachas y esos muchachos despegan en sus vidas. Es fascinante'', dice Lily con un brillo especial en sus intensos ojos azules.Por eso, ''he llegado a un momento de mi vida en que realmente no me pregunto si me queda algo por hacer'', añadió, una apacible tarde de la semana pasada, en la cocina de su casa en Coconut Grove.Fuente: El Nuevo Herald
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