Los 9550 kilómetros que separan La Habana y Moscú no ha sido obstáculo para que en los últimos años muchos cubanos se planteen viajar a Rusia, ya sea de turismo, por negocios o con planes migratorios.
Un reciente artículo publicado por la revista Sputnik ahonda en la creciente presencia de cubanos en Rusia, y cita algunos ejemplos muy concretos y sorprendentes. Uno de ellos es el de una joven pareja que acabó viviendo durante un tiempo en el aeropuerto de Moscú.
Arribaron en noviembre de 2016 para comprar artículos y luego venderlos en Cuba, pero tras “lavar” por accidente el pasaporte del joven “se encontraron en la calle, sin saber el idioma, sin dinero ni documentos, en lo más crudo del invierno ruso”.
Según el testimonio de los afectados, no tuvieron apoyo inicial de otros cubanos ni del Consulado, aunque han explicado que solo contactaron a la entidad diplomática en abril de este año. El caso es que la situación se complicó mucho más para ellos cuando la joven salió embarazada.
A fines de agosto, algunos medios de comunicación rusos se hicieron eco de la historia: los cubanos Hanoi Llorca Redondo y Yenifer Graverán Perdomo llevaban meses viviendo en el aeropuerto moscovita Sheremétievo, primero ella embarazada y luego con una bebita recién nacida.
Aunque algunos recelan de una situación que consideran un despiste intencional para intentar migrar a Rusia ―cuyas leyes no son muy propicias a tales aventuras― lo cierto es que ahora mismo ya la historia tiene un final, que pasa pasa por el retorno a Cuba de la pareja y de su hija. Hanoi y Yenifer ya consiguieron los pasajes para regresar a La Habana con su hija el próximo 17 de octubre, gracias a una campaña de recogida de fondos que llevó a cabo una organización humanitaria rusa, que también les ayudó a conseguir un alojamiento provisional.
Más allá de esta anécdota en particular, lo cierto es que la eliminación de la política de Pies Secos, Pies Mojados, movilizó la meta migratoria en muchas más direcciones y, aunque Estados Unidos siguió siendo la tierra prometida, no pocos se conformaron con otros países de consuelo, o incluso con otras rutas para seguir intentando como destino final América del Norte.
Según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), a principios de 2017, 168 cubanos permanecían en centros de retención de Serbia, simplemente porque intentaron arribar a territorio de la Unión Europea atravesando fronteras vía Serbia, que tampoco exige visa a los cubanos. Sin embargo, ese itinerario también se complicó después de que en septiembre de 2015 Hungría sellara la frontera con Serbia.
LA PACOTILLA RUSA
No obstante, no todos los cubanos que viajan a Rusia tienen planes tan extremos, algunos simplemente quieren reabastecerse de mercancías que luego venderán en la Isla. En la estación de “Liublinó” ―situada en las afueras― están varios de los lugares más frecuentados por los cubanos para ese propósito.
El centro comercial Moskva es una inmensa nave llena de puestos individuales de venta, repletos de mercancía barata al por mayor. Según destaca el citado artículo, incluso se pueden encontrar carteles en español que aluden directamente a los clientes cubanos.
A partir de ahí, ya está establecida toda una red de servicios ―algunos con cierto tufo fraudulento― que pasa por servicios de traducción, alojamiento y que buscan lucrarse de la necesidad de algunos cubanos. Se trata de servicios que muchas veces ponen de manifiesto también la falta de solidaridad entre los propios ciudadanos de la Isla, y algunas anécdotas en este sentido resultan realmente vergonzantes.
A ello se suma el espectáculo final que deriva del acaparamiento de mercancías, porque es obvio que para que un viaje a Rusia salga rentable, deberá ir acompañado de una cantidad de mercancía. En este sentido, el citado medio destaca que:
“El despacho de equipajes adicionales o el envío de carga no acompañante es un negocio donde unos pocos parecen tener el 'monopolio', haciendo que las salidas del vuelo de Aeroflot Moscú-Habana parezcan un circo o campamento de refugiados, con pasajeros que se ven obligados a dormir desde la noche anterior si quieren llevarse algún equipaje extra”.
Otro tema son los talleres y puestos de mecánica de automóviles, que han encontrado en La Habana un inaudito mercado para piezas de antiguos modelos de Lada o Moskvich, que ya apenas ruedan por las calles moscovitas.
Lo cierto es que ya hay quienes han instaurado el que llaman “tour de la pacotilla” y comparten escenario con los viajeros ocasionales, aquellos que priorizan conocer la capital rusa a la vez que “resolver” un poco.
En todo caso, a nadie debe extrañar que pese a la gran distancia que separan Cuba y Rusia, “una economía en crisis, el desabastecimiento crónico, los altos precios del mercado cubano y unas leyes aduanales que rayan en lo absurdo tienen buena parte de responsabilidad” de esas aventuras trasatlánticas.
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