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Ninguneo ruso a Cuba en crisis de los misiles retrasó el deshielo, según un historiador cubano

El propio Fidel Castro aventuraba que otro gallo habría cantado si el entonces líder soviético Nikita Khrushchev hubiera dado voz a Cuba en los tensos intercambios con el presidente de EE.UU., John F. Kennedy.

Fidel Castro en una imagen de archivo © Cubadebate
Fidel Castro en una imagen de archivo Foto © Cubadebate

Este artículo es de hace 6 años

La Habana, 22 oct (EFE).- El investigador del Instituto de Historia de Cuba, Tomás Díez Acosta, revive algunos de los detalles que marcaron la "crisis de los misiles" que hace 55 años este 22 de octubre, mantuvo al mundo a punto de un colapso.

Según explico a EFE, si la Unión Soviética hubiera permitido a Cuba participar en las negociaciones con Estados Unidos, la Isla habría tenido una oportunidad de oro para resolver en aquel momento las diferencias con la administración estadounidense aún vigentes en 2017.

La "crisis de los misiles", conocida en Cuba como la "Crisis de Octubre", tuvo lugar en octubre de 1962: EE.UU. descubrió el 15 de ese mes que la URSS había instalado en Cuba 42 misiles con ojivas nucleares de alcance medio apuntando a su territorio, y el entonces presidente John F. Kennedy lo denunció públicamente el día 22.

El propio Fidel Castro aventuraba que otro gallo habría cantado si el entonces líder soviético Nikita Khrushchev hubiera dado voz a Cuba en los tensos intercambios con el presidente de EE.UU., John F. Kennedy, que frenaron la crisis.

"Si hubiéramos participado en las negociaciones, lo hubiéramos hecho de forma constructiva. Quizás se hubiera entablado un diálogo, un intercambio de impresiones que hubiera podido evitar muchos de los problemas que nuestros países han enfrentado después", consideró el mandatario en sus conversaciones con el periodista Ignacio Ramonet recopiladas en el libro "Cien horas con Fidel".

Negociación a contrarreloj para solucionar la crisis

Al límite de un enfrentamiento nuclear, Kennedy y Khrushchev negociaron a contrarreloj una solución para la crisis mediante un cruce de cartas entre el 25 y 28 de octubre de 1962.

Los cubanos prácticamente se enteraron del acuerdo por la prensa, a pesar de que la entente incluía el desmantelamiento y salida de los misiles de su territorio -junto con la retirada de 56 misiles estadounidenses situados en Irán y Turquía, cercanos a la frontera sur de la URSS-.

La actuación soviética sentó fatal al Gobierno cubano, pero este "nunca quiso llegar a un enfrentamiento mayor con Rusia por agradecimiento", matiza Díez Acosta, aunque los vínculos sí se enfriaron a partir de ese punto o, en palabras de Castro: "eso influyó en nuestras relaciones durante años".

Y a pesar de que la isla y la URSS mantuvieron su alianza varias décadas, "cuestionábamos, dudábamos de que fueran a intervenir en caso de agresión a Cuba", asegura por su parte el historiador.

Lo único que ganó el país caribeño en ese episodio, dice, fue "que desde ese momento todo el armamento que entró en Cuba entró gratis" y fue usado por la isla en sus "misiones internacionalistas" en países como Angola.

También sostiene que los misiles desplegados en Cuba "no cambiaban el balance estratégico" entre las dos potencias en plena Guerra Fría, que la isla nunca pidió misiles sino "armas para defenderse" de una potencial invasión estadounidense y que Castro lo que quería era amparar todo el asunto en un tratado militar con la URSS que se hiciera público.

"Pero el secretismo soviético nos trajo muchos problemas", aduce Díez.

Un secretismo que en la isla no escapó al choteo cubano. A los misiles rusos los llamaban "los etcéteras de Fidel", porque cuando éste advertía públicamente a EE.UU de que no se lanzara a invadir Cuba, solía añadir: "porque tenemos armas, artillería, tanques, etcétera, etcétera".

Hoy, irónicamente, ese acercamiento pospuesto medio siglo por los superiores intereses de la Guerra Fría está de nuevo en punto muerto por la entrada en escena de Trump y la ocurrencia de unos misteriosos "ataques acústicos" contra diplomáticos de EE.UU en Cuba que a muchos les han hecho evocar las enrevesadas tramas de espionaje de aquellos años.

Y en este escenario, los datos indican que desde hace unos meses en la isla se intensifican a buena marcha las relaciones económicas con los antiguos aliados rusos, sin que en este caso parezca que pueda interferir un teléfono rojo.

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