En el Consejo Popular de Aguas Claras en la provincia de Holguín, cientos de personas –incluidos menores de edad- están expuestos a una intoxicación por la utilización de sustancias nocivas para la extracción de oro en ese territorio.
Un reportaje del periódico local Ahora titulado "La loca fiebre del oro" explica cómo en Aguas Claras “hay remoción de la tierra, aumento de la inestabilidad de las laderas, cauces y peligro de deslizamientos que pueden convertirse de un momento a otro en un problema social porque cientos de hombres y mujeres ejecutan la extracción ilegal de oro en las viejas y desgastadas minas de la zona”.
Son como “topos alocados”, dice el reporte, que cavan la tierra sin conocimientos previos de minería. Mueven las vigas de sostén y algunos encuentran maderas preciosas como jiquí y ácana que luego comercializan en el mercado negro.
Quienes se dedican a esto son las mismas personas del pueblo que hasta el momento creen que se trata de un trabajo sin graves consecuencias. Pero, especialistas en el tema aseguran a la publicación que debido a ello “existe una modificación severa del suelo, inversión de su prisma y otras agresiones ambientales. Hay afectaciones en el río Tranquera, riachuelos próximos y en aguas subterráneas, han deforestado la franja hidrorreguladora y utilizan sustancias prohibidas como mercurio y el cianuro de sodio para recoger el oro. Existe pérdida de la diversidad biológica y lo más preocupante: agresión a la salud humana por el riesgo de incorporar al organismo metales pesados y a la atmósfera gases contaminantes”.
Según explican los propios excavadores, cada día lavan más de 200 latas de tierra y a veces pasan semanas y meses sin encontrar absolutamente nada.
La práctica de la búsqueda de oro en Aguas Claras se detectó por primera vez en 2011. Según Alejandro Martín Moro, vicepresidente del Consejo de Administración Municipal, “la Empresa Geominera Oriente, con sede en Santiago de Cuba, tiene la concesión para el estudio e investigación de las perspectivas de mineralización en la zona principal aurífera del campo minero de Aguas Claras, y el concesionario está obligado a minimizar las afectaciones al suelo y las actividades agropecuarias o forestales en el área”.
“Actualmente, explica, tienen responsabilidad en el área diversos organismos, entre ellos, la Granja Pecuaria, la CPA René Ávila Reyes, y la Agricultura, porque hay tierra entregada por el Decreto-Ley 259, y la Empresa Forestal Holguín”.
Pero la empresa silenciosa que se ha destapado en esta zona ya pareciera que no la pueden parar. Se han aplicado multas, decomisado instrumentos, pero la explotación de área de manera deliberada continúa.
Según el reporte, los “mineros” ganan entre 40 y 50 pesos diarios y el gramo de oro es pagado a 80 pesos o 3 CUC. Pero hay una mayoría que utiliza el horario nocturno para las labores de excavación. Según pobladores de la zona, están trasladando también piedras para moler en otra parte y tierra para la producción de ladrillos; hay grandes pilas de basura, escombros, yaguas y otros desechos.
¿De dónde proviene el mercurio y el cianuro?
El reporte del periódico Ahora saca a la luz un problema social que está afectando la salud y el entorno de Aguas Claras. Pero no logra responder preguntas claves.
¿De dónde proviene el mercurio y el cianuro que utilizan estas personas? ¿Cómo es posible que las autoridades cubanas no hayan podido poner fin a este fenómeno? ¿Por qué los organismos correspondientes no han tomado cartas en el asunto e iniciado un proceso seguro de excavación?
Joel Ronda Pupo, presidente del Consejo Popular Aguas Claras, afirma: “El trabajo profiláctico ha dado frutos porque han disminuido los ilegales pero aún quedan unos cuantos. Venían hasta de otros municipios, era la fiebre del oro. Han encontrado algún poco de mercurio cristalizado dentro de la mina y ellos lo usan y lavan la tierra en los ríos y embalses. Cuando llega el verano, la gente cree que esto es un balneario y no comprende que el agua no está buena y que no deben bañase en ella, aún cuando hemos hablado en las reuniones, en los consultorios, de los riesgos de la extracción de oro, el problema continúa”.
Según él, se detectaron afectaciones en el agua. No obstante, “continúa usándose en el riego de plantaciones de yuca, plátano y otros cultivos, porque se evaluó y no existía evidencia de problemas para estos usos”.
Para Liliam Fernández y su hermano Segundo, que viven desde 1957 en una finca en medio de la mina, “han abierto tantos hoyos en la tierra que ya casi no se puede caminar por ella. Vigilan que no estén, pican las cercas, tumban los árboles y ¡a cavar!”, explican.
En otras ocasiones, sufrieron por las irresponsabilidades de empresas durante la explotación de la mina para extraer Zeolita. La anciana afirma que le derribaron la cerca, extrajeron árboles de madera preciosa y afectaron la tierra y no repusieron nada.
Aguas Claras abarca 82 kilómetros cuadrados y tiene siete mil 135 habitantes, la mayoría de los pozos están contaminados y muchas de sus aguas y lo que arrastran ellas, va a parar a la presa Cacoyugüín.
Marilín Arias Rojas, directora de la Policlínica Alcides Pino, afirma: “Atendimos al personal dedicado a esto, para buscar intoxicación. Hicimos estratificación, pruebas y exámenes físicos a 634 personas, de ellas 325 eran de nuestro territorio. Hemos dado charlas educativas acerca del mercurio y la afectación a la salud e incluso sobre el oro que también hace daño. De enero para acá hemos realizado 25 acciones de este tipo porque, para nosotros, es un problema de salud en la zona por las implicaciones y los diversos trastornos que puede traer a largo plazo, porque los síntomas y enfermedades pueden ser diversos”.
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