Tres meses después de que el huracán Irma destrozara más de 158.000 viviendas en Cuba, muchos cubanos continúan viviendo en casas que sufrieron serios daños en los techos. Varios de ellos han escrito cartas al diario Juventud Rebelde cuestionando la "prioridad absoluta" que les prometieron que iban a tener tras el paso del ciclón. "¿Por qué se vende cemento en la red comercial en CUC cuando somos tantos los que no hemos podido reparar y necesitamos solo unos sacos?", pregunta al rotativo oficialista uno de los afectados, el camagüeyano Amado Pimentel.
Su historia es todo una odisea. Aunque Irma dejó afectaciones parciales en el techo de su vivienda, en un primer momento no lo incluyeron en la lista de afectados. De manera que tuvo que acudir a la delegada de la circunscripción y el Puesto de Mando del Consejo de Defensa, que finalmente revisaron sus desperfectos y le asignaron los materiales para realizar las reparaciones y el punto de venta al que debía acudir. Para su sorpresa, no había nada. Sólo arena y puntillas. Él lo achaca a los revendedores de cemento. "Cómo es posible que algunos construyan cochiqueras con techos de hormigón y hagan muros en las entradas de sus "modestas" casas, mientras los perjudicados recibimos como respuesta que sigamos esperando?", señala al diario oficialista.
Al parecer éste no es un problema exclusivo de Camagüey. Hellen Boffil, de Yaguajay, Sancti Spíritus, ha recorrido las sedes del Partido (Comunista de Cuba), del Gobierno y la Dirección Provincial de la Vivienda y la respuesta ha sido la misma: no hay pegamento para los techos porque es importado y no se sabe cuándo va a venir. Pero tampoco hay materiales para acometer otro tipo de reparaciones. Mientras tanto, los afectados ven cómo en sus casas llueva más dentro que fuera. "Hablo de algo que solo el Estado puede resolver, pues los impermeabilizantes de techos son estrictamente de su uso, y ningún ciudadano tiene acceso a ellos, al menos en las tiendas minoristas del municipio de Yaguajay", explica a Juventud Rebelde.
Igual de desesperado es el testimonio de Flor Mercedes Cepero, una vecina de Cojímar, propietaria de una vivienda de los años 20 del siglo pasado, declarada Patrimonio de la localidad. Irma le dejó el techo destrozado, pero para que la incluyeran en la lista de beneficiarios de los materiales de construcción que vende el Estado tuvo que ir personalmente el 24 de septiembre a buscar al jefe de Planificación Física, que estuvo en su casa y tomó fotos de los desperfectos. También calculó qué cantidad de madera necesitaba la reparación de las cubiertas de la casa. Pero ahí acabó su gestión porque no hay de nada y la señora no ha podido solucionar su problema.
En octubre le dieron un crédito bancario de 13.000 pesos para comprar madera para la cubierta de la casa, papel de techo, puntillas y luminarias, pero sólo ha podido comprar las luces. Al ser una vivienda Patrimonio de la localidad, los técnicos le prometieron que volverían a visitar la vivienda, pero estamos en diciembre y aún no han ido.
Mientras tanto, Flor, que está a cargo de su padre de 87 años que padece de insuficiencia cardiaca, soporta los aguaceros colocando mantas de nylon en los huecos que dejó el ciclón en su techo. "¿Habrá que esperar a que el próximo huracán no deje rastro de mi casa? ¿Es tan difícil adquirir la madera para estos casos? ¿Es tan difícil conservar una casa propuesta para Patrimonio, orgullo de la familia y de Cojímar, que tiene una linda historia y es referencia de telenovelas y películas? Necesito que me den la posibilidad de sentirme segura y conservar su estructura o el subsidio para transformarla", escribe.
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