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No es la primera vez que las almohadillas sanitarias cubanas marca “Mariposa” generan inquietud y crítica entre las mujeres de la Isla.
El más reciente reclamo se ha hecho público en el Granma, en la conocida sección “Cartas al Director” el pasado 15 de diciembre, cuando se publicó la respuesta a una misiva enviada a ese medio de prensa a finales del pasado mes de septiembre.
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En el texto en cuestión, una mujer expresaba su disgusto con el etiquedado del envase utilizado, pues a menudo la almohadilla que se comercializa en la farmacia por "venta normada aparece etiquetado" que “tiene alas” y luego al abrir el paquete resulta falso.
En este sentido, la remitente dice sentirse “engañada” cada vez que abre un envase. A esa queja suma otras de mayor calado como la que argumenta que las alas (cuando aparecen) no tienen pegamento o que las íntimas son muy finas. (Podría haber agregado incluso que no alcanzan para un ciclo completo, según el criterio generalizado de las féminas cubanas, que disponen de 10 almohadillas cada 28 días).
Por último, asoma el más importante de todos los reclamos: el atraso en la venta, cuando sabido es que las mujeres necesitan usarlas, obligatoriamente, una vez al mes.
La respuesta ofrecida desde las autoridades encargadas de la producción de las “íntimas” Mariposa es tan sorprendente, como suele ser a menudo buena parte de las “justificaciones” que arriban desde las altas instancias en la Isla.
“Se le explicó a la compañera que Mathisa cuenta con tecnología del 2004 que le permite la producción de almohadillas con y sin alas, estas últimas con destino fundamentalmente a las Cadenas Recaudadoras de Divisas”, según Granma.
Es decir, “el tener o no tener alas” se convierte aquí en una metáfora poética directamente asociada a poder disponer de una “íntima” más cómoda o no, según se pague el artículo en moneda nacional o en divisas; hasta ahí nada extraño, tratándose de Cuba.
“La decisión de producir almohadillas sin alas con destino a las farmacias tiene como fundamento el hecho de presentar dificultades tecnológicas en líneas productoras del surtido que se distribuye en la red de farmacias, de forma normada, siendo necesario colocar la cuchilla para cortes sin alas, a los efectos de que no se pare la línea de producción, que implicaría un déficit de aproximadamente 900 000 paquetes de almohadillas, de los 3.6 millones mensuales, que aproximadamente, se distribuyen en la red de farmacias”.
Si se ha llegado al final de la argumentación, se habrá entendido que es una mera cuestión “tecnológica” la que determina que las mujeres cubanas se decepcionen al abrir su paquete de íntimas en casa.
Para que se resuelva, se requiere de “cambios tecnológicos” que no se pueden obtener “de manera inmediata".
Por último, se le aclara a la usuaria que las críticas a la "delgadez" de la íntima se justifica en que la almohadilla superfina es menos gruesa “con formación anatómica, mayor confort al ser más delgada, y núcleo más compacto con SAP (superabsorbente) encargado de gelatinizar el fluido menstrual”.
Es decir, que las mujeres cubanas que necesiten una almohadilla más gruesa, deberán comprarla en divisas o simplemente conformarse con la “delgada”, si es esa la que les ha tocado por la farmacia.
¿A qué invita la carta-respuesta publicada por Granma?
Simple, a la RESIGNACIÓN, la misma que se percibe en tantas áreas de la vida cotidiana de los cubanos. Eso es, en resumen, esta respuesta “oficial” a una crítica ante la calidad de un producto que, a fin de cuentas, se paga.
Y la otra lección a la mujer cubana: si quiere almohadillas sanitarias con alas y poder disponer del tipo que mejor le convenga, pues vaya directamente y páguelas en divisas. Es lo que hay.
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