La provincia de Pinar del Río ―principal productora de tabaco en Cuba― padece del mismo mal que afecta a toda la agricultura cubana: la escasez en la fuerza de trabajo.
Según afirma el presidente de una cooperativa de créditos y servicios (CCS) en el municipio de Pinar del Río al oficialista Granma: “Lo que pasó fue que hubo una etapa en la que todos los campesinos querían que sus hijos se hicieran médicos o ingenieros, y eso llevó a que, con el tiempo, en muchos lugares no hubiera relevo para trabajar la vega”.
Al envejecer una generación que había sostenido el cultivo durante varias décadas, se convirtió en un verdadero problema poder garantizar una continuidad de los vegueros.
Lázaro González, especialista de la empresa tabacalera del municipio San Luis, ha explicado que ante esa realidad han debido adoptar nuevas medidas destinadas a estimular a los productores. Entre ellas se encuentra la entrega de tierras en usufructo, un mejor aseguramiento de los recursos, y el establecimiento de precios más interesantes para quienes se dedican a ese cultivo.
Según lo indicado por el especialista, los “incentivos” han resultado bastante positivos, y precisa: “Hemos ido logrando el reemplazo de los campesinos que habían fallecido o están muy envejecidos. Hoy, la mayoría de los hombres que tenemos en las vegas, son nuevos”.
Los más jóvenes aseguran que a pesar de los tropiezos iniciales, se han ido guiando y aprendiendo de los más experimentados, y poco a poco van saliendo adelante.
Algunos vegueros tienen incluso estudios superiores, pero han regresado al cultivo del tabaco motivados por los “estímulos”, y en algunos casos, además, con el fin de dar continuidad a la tradición familiar.
No obstante, la fuerza de trabajo sigue siendo un problema en el cultivo tabacalero, si bien el énfasis en captar agricultores más jóvenes comienza a dar sus frutos “porque la gente se siente estimulada, y en la medida que se continúen mejorando las condiciones en el campo, se seguirán sumando”.
Un funcionario de Tabacuba en la provincia destaca que “incluso en la actualidad hay profesionales de todas las ramas, que ante los resultados económicos que puede dejar el tabaco han apostado por el trabajo en la vega”.
“Todavía se mantiene entre los campesinos la tendencia a hacer que los hijos estudien, pero ahora con la intención de que vuelvan a la tierra mejor preparados”, añadió.
El trabajo de captación se está iniciando en edades tempranas porque “El interés por el campo hay que inculcárselo a las personas desde chiquitos”.
Con ese fin, las cooperativas se han ido acercando a las escuelas para crear círculos de interés en los que se visitan las plantaciones y se realizan clases prácticas en el surco con productores exitosos. El propósito es fomentar en los niños locales la inclinación por las ramas agropecuarias. Intentan evitar que falten los brazos para seguir cosechando el que muchos consideran el mejor tabaco del mundo.
No obstante, las cifras no son del todo alentadoras, pues de acuerdo con el ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, menos del 12 % de quienes trabajan la tierra en Cuba son jóvenes.
A ello se suma la situación general de envejecimiento poblacional que aqueja a Cuba y que tenderá a acentuarse en los próximos años. Proyecciones realizadas por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) dan cuenta de que la población rural decrece sostenidamente en Cuba; y se prevé que pase de 2 554 000 habitantes que había en 2015, a 2 127 000 en 2050.
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