Estadio congestionado. Bases llenas, 2 outs. El empate en primera. Final del noveno capítulo. Toca el turno al más débil de la tanda. Se impone un emergente. Queda en el banco quizás el mejor bateador de los últimos tres lustros, pero viene de ser intervenido quirúrgicamente de una grave lesión en su codo por una técnica que se aplica mucho a los pitchers, la 'Tommy John'.
Se ponía en duda que estuviera listo para tan alto empeño. Frederich Cepeda se para en home y mira al pitcher, quien lo sabe y viene con una recta pegada que hace que el espirituano se separe. Vuelve a repetirse el duelo, pero esta vez, el madero golpeó tan fuertemente la pelota que dicen que aún la andan buscando.
¡Sancti Spíritus ganó el choque tras el grand slam de Cepeda!, quien inmediatamente solicitó un móvil e hizo una llamada. El destino de esa llamada era la casa del doctor en Ciencias Médicas Liván Peña Marrero, Especialista de 1er y 2do grados en Ortopedia y Traumatología, Profesor Titular de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana e investigador Titular de la Academia de Ciencias de Cuba.
El agradecimiento del excelente pelotero no es más que una pequeña parte de lo que muchos deportistas cubanos sienten hacia este joven profesional que, con 45 años, ha escrito varias páginas de gloria junto a sus pacientes. Medallas olímpicas, mundiales, panamericanas se han cosechado por la sabiduría del Dr. Liván.
¿Cuántos amigos, buenos amigos, tiene usted entre estos muchachos? ¿Cuántos lazos inolvidables se han tendido?
“Mira, por ejemplo, por Frederich siento mucho respeto, un gran afecto; somos muy buenos amigos. Recuerdo cuando ese jonrón y su llamada. Fue muy emocionante.
“Mantengo relaciones amistosas con el Cañón de la Trocha, el lanzador avileño Vladímir García; otro avileño, el también pitcher Yander Guevara; el ex jardinero capitalino Yoandry Urgellés. Ahora trato a Carlos Tabares, que como coach de los Industriales, se fracturó la mano. Amigo personal es Orestes González, 'el bombero de Viñales', volvió a lanzar por mí, siendo el líder en salvados en Series Nacionales por varios años.”
De ti hablan muy bien muchos deportistas. Recuerdo una entrevista que le hice al tricampeón olímpico Mijaín López, quien manifestó que sus medallas eran de los dos, tuyas y de él.
“Es cierto, ese hombretrón es mi paciente. También lo considero mi amigo. Sabes que la lucha es un deporte de combate, muy fuerte, y las lesiones son frecuentes. Al pinareño lo operé del codo en el 2009, tras su oro olímpico en Beijing.
“Se le dificultaba el movimiento en los combates y míralo ahí. Después de eso, dos títulos olímpicos más, Londres 2012 y Río 2016, amén de los cetros mundiales. Y, más allá: se prepara para convertirse en el primer gladiador clásico en imponerse en cuatro citas de los cinco aros.
“Otros que, después de ser intervenidos por nuestro equipo médico, volvieron a sus actividades son el receptor, ahora mánager de Ciego, Roger Machado; lo operé de fractura del cúbito, que consistió en situarle una lámina o placa con tornillos en su mano, y después continuó su vida activa hasta el retiro; así como el estelarísimo derecho santiaguero, Norge Luis Vera, a quien le operé su mano de lanzar.
“Danny Aguilera, el serpentinero de la Isla, estaba acabado como deportista. Lo sometí a la 'Tommy John' y logró una total recuperación”.
Yo sé que esa técnica, muy utilizada por cierto, debe su nombre al pitcher al que se la hicieron por vez primera; pero, ¿en qué consiste?
“Bueno, sencillamente, es un ligamento que, por el uso, se rompe en el codo. Hay que reconstruirlo utilizando un injerto de un tendón sano. Se reconstruye, el nuevo ligamento se inserta, y se recupera la estabilidad articular del codo.
“El primer galeno en ponerla en práctica fue el Dr. Frank Jobe al entonces muy joven pitcher Tommy John. Eso fue en la década de los 70, y fíjate si fue exitoso que es una técnica muy utilizada actualmente.”
Hablar con el doctor Liván es adentrarnos en los triunfos del deporte cubano. Pero, ¿Quién es? ¿Cuál es el origen del eminente galeno?
“Soy de Jovellanos, Matanzas; nací en 1972, hijo de Nidia y Ernesto, éste fallecido. Ambos, profesores, de Biología y Matemáticas, respectivamente. Tengo tres hermanos, Brayle, Ariel y Lien.
“Y como sabes, estoy casado con tu doctora, Heysell López, especialista de primer grado en Ortopedia y Traumatología, profesora instructora e investigadora agregada. Ella me dio mis dos hijos: Diego, de 15 años, y Darío, de 12.”
De origen campesino. ¿De dónde surge tu amor por la traumatología?
“Cuando tenía 19 meses de nacido sufrí un accidente automovilístico que me provocó múltiples fracturas; estuve ingresado en el Hospital Pediátrico Provincial, en estado grave muchísimos días. Comencé mi rehabilitación en la pierna derecha, fundamentalmente, pero no fue hasta los seis años que mis padres me trajeron a lo que hoy es mi segunda casa, el Hospital Ortopédico 'Frank País'. Así fue que conocí al profesor Rodrigo Álvarez Cambra, alguien que influyó en mi decisión de convertirme en ortopédico.
“El profe determinó que era necesario hacerme una secuencia quirúrgica para mejorar el estado físico de la pierna y fue en enero de 1981 que los doctores Raúl Candebat y René Rubino, especialistas de cadera del team de Álvarez Cambra, llevaron a cabo la primera operación, que después, afortunadamente, quedó limitada a esa sola, pues a partir de ahí mi pierna mostró una mejoría notable.
“Mis padres se trasladaron siendo yo niño al municipio Jagüey Grande, también en Matanzas. Aallí estudié primaria mientras la Vocacional yumurina Carlos Marx me recibió a partir de séptimo grado. Todo este tiempo, me mantuve en consulta con Álvarez Cambra y Candebat hasta que a los quince me dieron el alta médica.”
¿Y cómo fue que te entró el bichito de la ortopedia? ¿Por ti mismo o por lo que veías en el hospital, en otros pacientes?
“Desde mi ingreso en la Sala D, infantil, del Frank País; desde ese mismo instante me enamoré de la especialidad y decidí dedicar todos mis esfuerzos a tratar de lograr mis objetivos: ser ortopédico y formar parte del colectivo de esa institución médica.
“Imagínate que en el tiempo que estuve allí ingresado me atendieron doctores y enfermeras que hoy son mis compañeros de trabajo. Por ejemplo, los doctores Hugo Mirandez, Gondres y Jorge Luis Roche y las enfermeras Adriana y Marisela. Es lindo.”
¿Cómo llegaste a ser médico?
“Al terminar el pre fui a hacer las tres pruebas de ingreso; logré la carrera por vía directa. Te cuento que en la carrera no perdí un solo punto: 5 en el práctico y 5 en el teórico. Participé en los quince exámenes de premio (concurso) que daban décimas de punto extra para sumar al promedio general, para elegir los alumnos talentos. Yo gané doce”.
De más está decir que el doctor Liván concluyó con 5,84 y fue el Mejor graduado de 1996 en la Facultad de Ciencias Médicas de Matanzas. Fue elegido el mejor alumno ayudante de la graduación pues durante los seis años de carrera se incorporó a la Ayudantía en Ortopedia y Traumatología.
El voluntarioso joven, en horario extracurricular, hacía guardias o entraba al salón, sin descanso, amén de ofrecer consultas de la especialidad.
¿A quiénes recuerdas de esa etapa?
“A los profesores Rudbeckia Álvarez y Pablo Oquendo, quienes atendieron mi ayudantía. Específicamente con Pablo mantengo una relación familiar.”
Por supuesto, que con esta brillante carrera, ¿entrar al Frank País no fue difícil, no?
“No. Fui miembro del Plan de Alumnos Talentos, de excepcional rendimiento, opté por la especialidad de ortopedia y traumatología y por estar en el Frank País y me lo gané.
“Al obtener eso por lo que tanto había luchado, mi familia se traslada para La Habana, para poder hacer yo la residencia sin estar lejos de mis padres y hermanos.”
Conoció al profesor Álvarez Cambra de niño, pero ahora, de pasante y él de director del Hospital. ¿Cómo fue la relación?
“Para mí el profe era un ídolo a seguir, el profesional a imitar. Había un programa televisivo los sábados, Contacto, en el cual él animaba una sección, y yo dejaba cualquier juego o lo que estuviera haciendo para escuchar lo que decía.
“En uno de esos programas me enteré de que yo había nacido el mismo día que él, el 22 de diciembre, con una diferencia de 38 años.”
¿Coincidencia de genialidades?, a lo mejor. ¿Me dices cómo te fue en el Frank País en tus comienzos como graduado?
“Tú sabes que primero y segundo años se hacen fuera de nuestro centro. El primero lo hice en el Hospital Pediátrico Juan Manuel Márquez. Ahí recibí el apoyo de varios especialistas pero sobre todo del profesor José Antonio Rodríguez Triana, conocido cariñosamente por Pocholo, a quien respeto y quiero muchísimo.
“El segundo curso estuve en el Hospital Militar Carlos J. Finlay, donde igualmente le agradezco a todos los que tuvieron que ver conmigo. Especial para mí resulta el profesor Osvaldo Pereda Cardoso con quien sostengo una excelente amistad.”
Y con el tercer año, ¡al fin! logra su sueño: entrar al quirófano, atender pacientes, estar próximo al profe Álvarez Cambra.
“Pues sí. Aquí nunca perdí un punto en los cuatro años de residencia. 100 puntos en los exámenes finales, discusión de la tesis y en el examen estatal. Con tales resultados obtuve la primera plaza del concurso que convocaba el Frank País y me convierto en Especialista en Ortopedia y Traumatológía.”
Doctor Liván, cuando te viste convertido en lo que querías, ¿satisfecho?
“No. Era sólo un punto de partida. Todo mi esfuerzo personal desde la niñez, el apoyo de mis padres, en especial de mi papá que me inculcó el hábito de estudio, la exigencia conmigo mismo, la responsabilidad (fui dirigente estudiantil) los vi pasar delante de mí.
“Mi padre fue un hombre trabajador, intelectual, se superaba constantemente; era admirado y querido. Fue mi guía durante toda mi vida. Desafortunadamente lo perdí por un accidente automovilístico en el 2005. Fíjate si yo le tenía confianza que hoy día cuando me hallo ante una situación difícil, una disyuntiva, siempre me pregunto: ¿qué hubiera hecho papi?, y eso hago”
¿Y tu mamá?
“Ella fue el apoyo fundamental y decisivo en todo mi proceso de rehabilitación, la que no se separó de mi cama; quien me llevaba día a día a la fisioterapia y me repasaba cada una de las asignaturas. Fue el mejor de los ejemplos porque aún con los grandes problemas que enfrentó se hizo Licenciada en Biología, y fue, al igual que mi padre, una gran profesora.”
Sin duda, una linda vida a pesar de los pesares que siempre marcan; una bella familia. Y por cierto, una familia amante del deporte.
“Mi amor por el deporte viene desde que vivía en Jovellanos. Soy de tierra de grandes deportistas: los hermanos Sánchez, el zurdo Jorge Luis Valdés. A pesar de mi invalidez siempre amé el deporte. Béisbol y boxeo son mis preferidos. Del boxeo todavía conservo estadísticas y recortes de periódicos de hace más de 30 años. ¡Ah! Y aunque no lo creas practiqué el tiro y la natación.
“En tiro seguía desde niño a Servando Puldón, especialista en skeet. Mi profesor de tiro en Jagüey, Santiago, nos hablaba de él. Mi boxeador era Adolfo Horta, 'el hombre del boxeo total'. ¿Mis peloteros?: Wilfredo Sánchez, Lázaro Junco y Omar Linares. Mi equipo sigue siendo Matanzas.
“En el atletismo que también me apasiona, Javier Sotomayor, matancero por demás, y Alberto Juantorena; y en el voly, Mireyita Luis. Este amor, pasión que siento, antecede a mi labor actual al tratar a los mejores deportistas cubanos.
“En esto tuvo mucho el profe Álvarez Cambra, al integrarme a su team, que siempre atendió, entre otros, al deporte de alto rendimiento, que resulta muy traumático.”
Tu especialidad es el tren superior, extremidades superiores. ¿Quiénes son tus pacientes más recurrentes aunque, en sentido general, veas a todos?
“Lanzadores, pesistas, judocas, luchadores, gimnastas. Este trabajo lo compartimos con el profesor Hugo Mirandez, quien cuando yo era niño era el residente que me atendía cuando ingresaba, y hoy es el jefe de mi equipo.”
Joven pero maduro, diría que genial, es este hombre que siempre ha luchado por lo que soñaba. Y claro, aunque las lesiones siempre resultan malas noticias, la buena es que el profesor Liván los atienda, ¿no creen?
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