Se llama “La Pista Joven” y fue inaugurada en Las Tunas en junio de 2015, en una popular área de la ciudad conocida como “La Feria”. La intención del sitio no podía ser más elemental: brindarles a los jóvenes tuneros una “discoteca” con música de moda, un espacio de reunión y alegría.
Ha terminado siendo un infierno. Lo mismo para quienes asisten a “La Pista Joven” y terminan presenciando reyertas que casi siempre terminan en hechos de sangre, que para unos vecinos que, dicen, llevan casi tres años valorando la idea de mudarse del barrio.
“Con esa bulla no hay quien viva, es el día entero, no puede verse la televisión o acostar a dormir a los niños”, cuenta Amelia Rodríguez, una vecina de “La Feria”.
El área es una explanada sin apenas muros que retengan el ruido de los altavoces.
Según los testimonios de quienes se han quejado una y otra vez a las autoridades locales, ni hay control del volumen al que ponen la música en este lugar, ni hay tampoco control del comportamiento de los jóvenes que abarrotan “La Pista Joven” de miércoles a domingo.
“Los muchachos terminan todas las noches a botellazos limpios, a veces agreden incluso al custodio del lugar, un señor mayor que es más nobleza que autoridad”, dice Amelia Rodríguez.
“La Pista Joven” se ha convertido en el lugar de esparcimiento más concurrido de la ciudad por una razón simple: es el más barato. Cuesta cinco pesos en moneda nacional. Pero aquellos que ni siquiera esos cinco pesos pueden pagar, se turnan para burlar al custodio y saltar cercas y puertas.
“Con eso dañan para colmo al pobre guardia de seguridad, porque a él le pagan un miserable porciento de lo que se recauda con las entradas”, cuenta Felipe Arévalo, otro vecino del lugar.
Los afectados por “La Pista Joven” dicen haber agotado todas las medidas a su alcance. Desde quejas a delegados de circunscripción, hasta artículos publicados en la sección “Acuse de Recibo” del diario Juventud Rebelde. Todo en vano.
Según los burócratas de Cultura Provincial que han atendido las quejas, es aceptable que la música permanezca a un volumen alto hasta las 2am de jueves a sábado, y hasta las 6am de sábado a domingo.
“Terminaremos por mudarnos de aquí, o por quedarnos todos sordos”, remata Arévalo con un tono de amarga resignación.
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