Marco gana dos pesos por cada fosforera que repara. A lo poco que percibe se suma tener que estar huyendo constantemente de la policía, lo que complica aún más su precaria cotidianidad.
Un vídeo grabado por la productora y fotógrafa Karin Muller, compartido en su canal Our Human Planet, recoge la historia de Marco quien, como muchos otros 'luchadores cubanos', se las ingenia para sobrevivir en la isla.
Sus amigos intentan avisarle para no ser 'cogido' por las autoridades, pero ya ha sido sorprendido tres veces, por lo que le han impuesto multas de entre 100 y 200 pesos.
A pocas calles, según señala la reportera y autora de documentales -algunos para National Geographic-; otro cubano, Juan, rellena las fosforeras una vez reparadas. Catorce son los años que lleva en este negocio.
La actividad de reparador y rellenador de fosforeras está recogida en la Resolución 42/2013 publicada en la Gaceta Oficial No. 027 Extraordinaria de 26 de septiembre de 2013 que regula los trabajos dentro del sector privado.
Para muchos, sin embargo, el estrecho margen de ganancias que les reporta el oficio, además de los altos costos mensuales (licencia, seguridad social y pago a una empresa municipal si ocupan un espacio del estado) son motivos de suficiente peso para elegir seguir en el mercado negro, antes que entrar en el mecanismo del trabajo por cuenta propia.
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