A mediados de 2016, en Santiago de Cuba comenzó a hablarse con loas de una amplia intervención constructiva que se realizaba en una de las arterias que, por razones de vialidad, históricas y culturales, es considerada entre las más importantes de la urbe.
Incluso cuando la noticia no tuvo gran divulgación en los medios tradicionales, el hecho fue bien acogido.
Se trataba de la avenida 24 de Febrero, o lo que es lo mismo, la «Trocha» santiaguera.
“Ve que está quedando de lo más linda”, me aseguraba un amigo con bastante orgullo a la vez que me mostraba imágenes en su móvil y, ciertamente, lo que mis ojos observaban nada tenía que ver con la visualidad que exhibía la famosa arteria años atrás, ahora más acorde a su relevancia para el santiaguero, en especial porque rescataba elementos que aportaban a la identidad y se imbricaba el arte con la conservación del patrimonio.
Casi dos años después, la realidad está a medio camino, pero el proyecto no ha terminado.
Se trata de una de las iniciativas más importantes de la Oficina del Conservador de la Ciudad (OCC), luego de la celebración del medio milenio de Santiago de Cuba y de la materialización de un plan de obras que impulsó ese jolgorio, también porque interviene en una de las zonas más famosas –vinculada al carnaval y a la historia defensiva de la antigua villa colonial española– y especialmente porque, aunque pudiera herir la sensibilidad de muchos, realmente no es de los lugares más agraciados de la urbe…, y esa, la más cruda realidad, se traduce en un fondo habitacional deprimido y vulnerable, y un sitio poco atractivo.
Luego de la reanimación de Enramadas, de la Plaza de Marte, de Garzón… algunas de las zonas más “turísticas”, entre otros sitios, a muchos sorprendió que se interviniera en Trocha. Otros simplemente consideraron que era justo y más que merecido, no pocos consideran que debió llegar mucho tiempo antes.
De manera general, la idea es darle solución a problemas como la falta de mobiliario urbano, los daños en los pasos peatonales, el deficiente arbolado, el inadecuado drenaje pluvial, la imagen descualificada de viviendas e instituciones estatales, y situación desfavorable con las señales del tránsito, entre otros inconvenientes que realmente deterioraban no solo las visuales de la arteria, sino su propia funcionalidad y uso por parte de los moradores.
El proyecto de reanimación originalmente comprende desde el mar hasta Aguilera, toda la calle Trocha, en una primera etapa se intervino desde Cristina hasta Corona, la segunda desde Cristina hasta el mar, y la tercera –aún sin fecha de inicio–, comprenderá desde Corona hasta Aguilera.
¿Cómo llega la “Trocha” al 2018?
La imagen de Trocha cambió… y para bien. De cerca lo palpan los trabajadores del restaurante privado “El Océano”, ubicado en la parte más baja de Trocha, quienes atienden hoy más clientes gracias a la curiosidad de las personas que, atraídas por la noticia de las transformaciones, recorren la afamada arteria santiaguera.
“Caminar es más seguro ahora”, comenta María del Carmen, vecina de la zona cercana “una vez me caí en una de las aceras, que estuvo dañada tras el huracán Sandy por un árbol caído, había muchos pedazos levantados, para la gente de mi edad eso es un gran peligro”.
Antonio Lobaina, que vive para la parte de carretera del Morro, sugiere que “hay que hacer más cosas. Cuando uno camina por Enramadas ve tiendas, en CUC y otras en CUP, pero también instituciones culturales, Trocha necesita de ese comercio para que cobre más vida, ¿por qué no hacer un local para cuentapropistas, por ejemplo? No hay mucha actividad de ese tipo y estamos hablando de una zona importante, creo que el Estado debe incentivar más la actividad privada aquí, incentivar cosas así en un lugar donde las personas lo piden es una de sus funciones”.
Basta situarse a la altura de la carretera del Morro y mirar en dirección al mar para ver cuánto se ha transformado. Cerca del edificio de cinco plantas o en la intersección con Cristina, se repite el panorama.
¿Todo fue bueno? Claro que no.
Al caminar por la famosa calle, dos años después de comenzar el proyecto de reanimación, uno se percata de la enorme cantidad de punto grises que quedan, algunos por la falta de calidad, otros porque no se le ha pasado una «segunda mano» y otros porque simplemente ni se consideraron.
De forma general, el trabajo en las viviendas incluyó, fundamentalmente, la labor en el llamado primer cuerpo –fachada y primer espacio de la casa–, un detalle que nunca satisface las demandas de aquellos cuyas casas lejos están de sus rostros más agraciados, aunque algunas moradas sí tienen proyectos de intervención más abarcadores.
Se ha recuperado parte del famoso arbolado que antes caracterizó a Trocha, aunque aún es insuficiente. En la calle se eliminaron la mayoría de los baches, las aceras se adornaron con un colorido pavimento con diseños atractivos justo en el lugar donde antes existieron desniveles que provocaban accidentes.
En lugares cercanos a Cristina el pavimento jamás se retiró y en su lugar se colocó otro por encima, algo que causa molestias a los vecinos cuando llueve y ven que el agua penetra a sus propiedades, mientras que más abajo, en la parte cercana al mar, se subió la acera, para evitar este mismo mal, detalle para el cual se tuvo en cuenta los Estudios de Peligro, Vulnerabilidad y Riesgo, y la memoria histórica de los vecinos con más año viviendo en la localidad.
Se trabajó, con mayor o menor profundidad, en la cafetería Las Delicias y en Las Paraguitas, la tienda de Trocha y Cristina, se incluyó una carnicería que se llama El Pulpo, que estrenó un nuevo diseño para el cual se contrató a un grupo de artistas cuentapropistas, también se hizo una panadería dulcería en un antiguo local de la empresa de materias primas, idea muy apreciada y agradecida por las personas que gustan de este tipo de establecimiento.
Uno de los tramos más «complicados» de Trocha es justamente la parte donde se realizan los famosos carnavales santiagueros, por la destrucción que deja atrás, en las áreas verdes, ese jolgorio popular. La solución aquí fue que las áreas de parterre, selladas tiempo atrás por la empresa de Comunales, hoy se crearon jardineras con árboles, espacios que sirven, además, como mobiliario urbano, mientras que el emplazamiento de los quiscos durante los días del «Rumbón Mayor» se emplazarán, siempre, en la calle.
Trocha, el futuro del proyecto de reanimación
Un proyecto de reanimación integral de una arteria no puede, de ninguna manera, soslayar las necesidades que explícitamente vociferen sus beneficiarios. Hacerlo, sería un grave error, y eso lo conocen, y de sobra, los especialistas de la OCC.
Por eso, en la última etapa se valoran dos viejos reclamos que, a mi juicio, jamás debieron llegar hasta la actualidad sin una solución: la inexistencia de un mercado ideales (donde se venden productos alimenticios en CUP pero de origen industrial) y de una cremería.
Ambos planteamientos deben tener una satisfacción en la última etapa del proyecto de reanimación, que comprende desde Corona hasta Aguilera.
Específicamente el segmento de Santo Tomás hasta Aguilera (comprendido en la tercera etapa del proyecto) sí se recuperará, como años atrás, lucían los parterres, como la idea de grandes jardineras, debido a que aquí no se realizan los famosos carnavales. Aquí es un sueño crear varios parques.
Igual que en etapas anteriores, se trabajará en las fachadas de las viviendas, en los primeros cuerpos y se cambiará las aceras, también en mal estado.
El «Diablo Rojo» regresa a su Trocha
Si algo destaca en el proyecto de reanimación de Trocha, incluso más que en otras experiencias similares en la urbe, es la idea de imbricar el arte, pero no por el mero y simple hecho de embellecer frívolamente, sino con el sentido más profundo de contribuir a resaltar la cultura local y dar mayor sentido de identidad y pertenencia a quienes viven cerca.
Aunque varios son los ejemplos hay dos que merecen destaque especial.
El primero es sin dudas también el más famoso. Se trata de una escultura que revive a quien es uno de los personajes populares más importantes de la urbe de más de 500 años: Emilio Benavides Fuentes, el famoso «Diablo Rojo».
Con su característico ademán que lo hizo inolvidable, con la mano izquierda que invita a cruzar la vía pero con seguridad, está emplazada la escultura en bronce. El «Diablo Rojo» es recordado con cariño no solo en Trocha, sino en la ciudad completa, porque protegía, por encima de todo, la vida de los niños escolares santiagueros cuando en las arterias citadinas se dirigían a sus casas o a las escuelas.
La obra fue creada por Julio César Carmenate y fue develada en un pequeño parque en la intersección de Trocha y calle 3.
Al fondo de la obra que inmortaliza el protector patinador y amigo de los niños, hay un edificio de cinco plantas que también, desde el arte, se evoca una característica del santiaguero y de la zona: el carnaval.
La frase “hasta Santiago a pie” sin dudas hace referencia al arrollar de las personas en las congas, y acompañada de unos “pies”, refuerza el sentido. El problema está en la representación de esa parte del cuerpo.
Muchos critican que al colocar algunos de los pies descalzos, y no con zapatos, se reforzó la idea de considerar la zona de Trocha como un lugar de cultura popular exacerbada.
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Una vez concluya el proyecto de reanimación, quien camine por la famosa arteria, desde Aguilera hasta el mar, se topará con un cambio de ambientes, desde una zona muy verde, pasando por otra donde se reverencie el carnaval, hasta llegar al encuentro con el mar, en una iniciativa que abre la ciudad a su bahía.
Esta iniciativa de la OCC no sé si alcanzará un día algún premio nacional de urbanismo o de arquitectura. Tampoco creo que sea la solución a los numerosos problemas que existen en el lugar, algunos como el tratamiento adecuado de los canales de desagüe casi exigen montos millonarios… pero de algo sí estoy seguro y es que de una u otra forma combinó la historia y la cultura de la famosa arteria, la realización aquí de los carnavales, también de ser un eje principal en la vialidad, y de cierta forma consideró los Estudios de Peligro, Vulnerabilidad y Riesgos, sin olvidar las necesidades sociales de las personas.
¿Es suficiente, resuelve todo? Claro que no. ¿Qué proyecto lo logra? Ninguno, pero no es solo un paliativo, es una seria intención de reanimación.
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