¿Calles de La Habana que fueron ricas y ahora son pobres? Casi todas, lamentablemente. Al menos en los municipios de La Habana Vieja, Casco Histórico de la Ciudad, y Centro Habana. Cualquier foto de las arterias más prósperas de esta porción de la capital cubana en la década del 50 comparada con la apariencia que muestran hoy puede corroborarlo.
Es que incluso sin ver, ni tener idea lo que fueron, la estampa que hoy muestran algunas comprime el corazón. Pero hay ejemplos en los que es tan absolutamente aplastante y agresiva la imagen deterioro progresivo, que tienes la seguridad de estar apreciando mientras las caminas el ejemplo del abandono al que no se puede llegar.
Ni el cubano con la imaginación más potentemente fatalista y nefasta que las hubiese visto en su época de gloria, sería capaz de visualizar una depauperación tan extrema como la que muestran en la actualidad algunas calles de la ciudad más importante de Cuba.
Mira el antes y el ahora de estas calles habaneras que fueron ricas y hoy son pobres.
1. La Calzada del Monte
O simplemente Monte denominada así debido a los montes que circundaban la antigua Villa de San Cristóbal de La Habana. Su nombre oficial es Máximo Gómez, pero nadie la llama así. Es una de las más transitadas de la ciudad. Se extiende desde la Esquina de Tejas, donde continúa como Calzada del Cerro, Hasta la calle Egido en La Habana Vieja.
En la década del cincuenta era una de las arterias con mayor vida, cantidad de comercios de todo tipo y carteles lumínicos de La Habana. ¡Una maravilla dicen los habaneros que la conocieron y disfrutaron entonces! Hoy es una de las más pobres, sucias, descoloridas y tristes de la ciudad
2. Belascoaín
Una habanera de aquella época a la que le preguntamos recuerda incluso el slogan radial que anunciaba esta conocida y popular arteria habanera, que nadie llama por su nombre oficial (Padre Varela).
Pues el mensaje radial cantado rezaba: “Belascoaín, la Calle que tiene de todo”. Y de todo era cuanto negocio próspero puedas imaginarte ¿Hoy? Exhibe derrumbes a cada lado, suciedad, pobreza y mucho tráfico. Primero se llamó Mateo Gutiérrez, en honor a un canario que construyó la calle porque poseía un Molino de Tabaco cerca de la cantera.
El nombre de Belascoaín le fue dado por el general O’Donnell en memoria del Conde de Belascoaín. Y vino luego el de Padre Varela, los habaneros se quedaron con el que hoy se utiliza para llamarla.
3. Galiano
Galiano (o Galeano, antes de 1841), denominada así en honor de Martín Galeano, el ministro interventor de obras de fortificaciones, quien construyó un puente que llevó su nombre en la dirección antigua de esta avenida, el cual fue destruido en 1839.
Pues aquí estaban las mejores joyerías, las tiendas más grandes como La Época, Fin de Siglo, El Ten Cent de Galiano, Flogar (la gran tienda de Florentino García), los negocios más prósperos. Hoy sigue siendo una de las más importantes arterias comerciales de La Habana, pero también sucia. De lo que era a lo que es, es como del día a la noche.
4. Calzada del Diez de Octubre
Antigua calzada de Jesús del Monte o Camino de Santiago que unía a La Habana con los poblados Bejucal y Santiago de las Vegas. Comenzó a llamarse Calzada de Diez de Octubre en 1918, y a diferencia de otras como Monte o Belazcoaín este nombre sí prendió en los habaneros.
Es una de las avenidas de mayor tráfico de la capital. Al igual que Monte estaba repleta de comercios y carteles lumínicos. Hoy es una de las que exhiben mayor pobreza y destrucción.
5. Neptuno
Debe su nombre a la a la fuente de Neptuno que estaba situada en la Alameda de Isabel II, como se llamaba entonces a Paseo del Prado, justo donde se cruzan Neptuno y Zulueta.
Era una de las calles con más vida de la ciudad, llena de negocios y carteles luminosos que los anunciaban. Hoy sigue siendo muy popular, muy concurrida, pero su apariencia de ha deteriorado tanto que a veces no parece ser ella.
La realidad de estas calles es la de casi muchas otras, la de toda la ciudad. Aunque se hacen esfuerzos y se recuperan lugares y se crean nuevos, el deterioro es exponencial. Muchas edificaciones tienen ya marcado su irremediable eventual derrumbe.
Pero como la esperanza es lo último que se pierde, a los optimistas solo nos queda rogar porque esta situación comience a revertirse. ¡Y que sea pronto! Amén.
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