La frase que da título a este trabajo no es mía. La pronunció en 1960, Fidel Castro. Aunque considero que cometió un laxus lingüis, de seguro quiso decir: “Van a tener que comer mucha malanga”. Pero es que desde hace décadas la malanga es un artículo de lujo en este país.
Una familia de cuatro personas para comerse un simple puré de malanga debe gastar al menos el equivalente a un día de trabajo de un ingeniero o economista.
¿Saben ustedes lo que cuesta a una familia de cuatro personas alimentarse de manera frugal y asearse?
Pensemos que en esa familia trabajan dos y son profesionales, incluido uno que labore en el sector de la salud, por lo que deben percibir como promedio, entre ambos, unos 1.700 CUP, el equivalente a 68.00 dólares.
Hagamos un sencillo y prosaico análisis.
Diariamente: arroz, vianda o vegetal y pan.
No todos los días: Cerdo, pollo, huevo y jamón viky.
Cada cierto tiempo: frijoles, leche y frutas.
Esas cuatro personas necesitarían para esa escasa y monótona alimentación y para mantener una elemental higiene personal y del hogar un promedio de 1.950,00 CUP o sea 78.00 dólares.
Si esta familia no tiene otra entrada legal de fondos, ¿a qué tendría que recurrir?
¿Cómo viviría esa familia de cuatro personas si en lugar de ser profesionales son técnicos medios? Ganarían como promedio 850,00 CUP, que representan 34.00 dólares.
Hemos analizado una pequeña parte de las necesidades básicas de esa familia en pleno siglo XXI. ¿De dónde saldría el dinero para vestirse, pagar la electricidad, el agua y el transporte o dar mantenimiento a su vivienda y reparar o adquirir efectos electrodomésticos?
¿Dónde quedan las vacaciones, comprar un libro, ir al cine, teatro o museo?
Si a una pareja de recién casados se les regala un apartamento demorarían en amueblarlo, dedicando todo su salario a ello, entre 5 y 8 años. Esto en dependencia de la calificación que tengan y el trabajo que desempeñen.
Néstor y Carmen son un matrimonio de jóvenes ingenieros y según me cuenta él, desde hace tres años les fue otorgado un apartamento y solo van a este de vez en cuando a dormir, pues lo único que han conseguido comprar es la cama con colchón, par de butacas -que aún le están pagando a un vecino-, un pequeño escaparate y el televisor Panda que les regaló el hermano de su esposa. "Seguimos viviendo con mis padres y es por ello que no nos hemos decidido a incrementar la familia", concluye Néstor.
Isabel es una joven graduada desde hace siete años en Medicina General Integral y seis meses atrás se divorció. Se fue de misión a Venezuela con el objetivo de poder amueblar la pequeña vivienda en la que vivirían ella y su esposo. Tardó tres años en esa tarea y al regresar se encontró que su pareja estaba viviendo en la casa de otra mujer, que ya estaba embarazada. Solo estaba esperando a que ella regresara para divorciarse.
Pregunto, ¿alguna vez los Castro, el Buró Político o nuestra aguerrida, revolucionaria y combativa Asamblea Nacional ha hecho un balance de lo que cuesta vivir en este país y lo que el estado paga a su pueblo?
Han pensado de dónde la familia cubana obtiene los fondos para sobrevivir.
Si han sumado, restado, multiplicado y dividido, ¿qué han hecho?, ¿por qué no han gritado y de paso renunciado?
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