En Cuba practicar cualquier actividad al margen de las empresas estatales resulta complicado, pero en el caso de los tatuadores las dificultades se acrecientan.
Para este tipo de trabajo son necesarios equipos que no se venden en la Isla, por lo que conseguir materiales de calidad resulta lento y costoso.
"Es muy complicado conseguir materiales. Los traen de China y aquí lo venden por el cuádruple de su precio", aseguró durante un documental una tatuadora cubana.
Para otro joven trabajador el problema reside en que "las autoridades no han querido asimilar que se trata de un arte".
A pesar de todo se muestran relativamente optimistas sobre los avances que se han producido en los últimos años. "Hace cinco años atrás todos los tatuadores trabajaban en su casa o donde podían. Ha cambiado la situación, hemos avanzado en cuanto a calidad de tinta, agujas, etc", explicaron.
La realidad es que los trabajadores de este sector se encuentran en un limbo legal, ya la actividad no está recogida dentro de la lista de trabajos por cuenta propia regulados; el principal problema reside cuándo llega la hora de cobrar, pues para recibir dinero es necesario tener una licencia operativa o afiliarse a una de las empresas del Ministerio de Cultura.
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