La basura inunda la capital cubana pero a algunos habaneros ya ni siquiera les sorprende. Han aprendido a convivir con ella, tanto, que algunos ya ni la perciben ni les molesta, simplemente es un elemento más que han incorporado a su cotidianidad.
"No hay tanques, ni escobillones, ni carritos", se queja un empleado de Comunales de la provincia en un reporte para Martí Noticias. Sin embargo, hace apenas un mes Japón realizó un donativo a la Isla por valor de unos diez millones de dólares, justamente para la compra de equipos destinados a la limpieza y saneamiento de la capital.
En declaraciones al citado medio, la directora de un círculo infantil privado en Cayo hueso (Centro Habana) ha apelado a la conciencia ciudadana como factor fundamental para fomentar la limpieza de las calles: “Nosotros mismos somos los que tenemos que educarnos”.
Entre los factores que dificultan el avance en materia de limpieza en la ciudad, Martí Noticias cita dos aspectos: la falta de competencia de Servicios Comunales, pues su estructura centralizada no favorece la toma de decisiones según las necesidades de cada zona; y la creciente indisciplina de los residentes, que no toman conciencia de que acaban ensuciando las calles por donde transitan todos los días.
Lamentablemente, los frecuentes derrumbes y remodelaciones de todo tipo que se hacen en muchas viviendas de la capital, acaban convirtiéndose a menudo en indeseables escombros acumulados en las esquinas.
Sin embargo, algunos habaneros no se resignan a vivir así y sí mantienen la esperanza de un cambio, recuerdan el dinero japonés donado a la capital, y confían en que, más temprano que tarde, La Habana gane terreno a la suciedad y al abandono.
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