Pese a que en el más reciente informe de Reporteros sin Fronteras (RSF) ―destinado a clasificar la libertad de prensa a nivel mundial― Cuba mejoró un peldaño en relación con el año pasado, lo cierto es que la Isla continúa siendo el país de América Latina peor valorado, y se encuentra en noveno lugar a nivel mundial, al haber sido ubicada en el lugar 172 de un listado de 179 países.
El documento asegura que Cuba sigue siendo "un calvario para la prensa independiente”, donde abundan las detenciones y arrestos abusivos a periodistas independientes, así como las amenazas y campañas de descrédito enfiladas directamente contra los comunicadores, que no responden a los designios oficialistas imperantes en la Isla. A ello se suma la periódica confiscación materiales y bloqueo de sitios web, lo que subraya la atmósfera de estricto control gubernamental sobre la difusión de la información.
En general, el Gobierno cubano persigue a los medios de comunicación privados bajo el argumento de que no están autorizados por la Constitución, y suelen detener periódicamente a periodistas y blogueros.
Otros dos países latinoamericanos aparecen en una posición delicada en el listado; ellos son México (puesto 147) ―donde dos periodistas fueron asesinados el pasado año― y Venezuela, que figura en el lugar 143.
Reporteros sin Fronteras destaca que el fallecimiento de Fidel Castro en noviembre de 2016 no supuso ninguna mejora en materia de acceso y libertad de información en Cuba, sino todo lo contrario, pues a lo largo de 2017 el gobierno de Raúl Castro reforzó sus mecanismos de control informativo e insistió en su labor de silenciar a las voces opositoras. Para ese fin se sirvió del apoyo incondicional de la policía y de los servicios de inteligencia.
Entre los casos del año está el arresto de periodistas independientes como Boris González Arenas y Rudy Cabrera. También fue frecuente el acoso y la confiscación periódica de materiales a periodistas de Palenque Visión, entre otros varios casos de violaciones a la libertad de prensa.
No obstante, la progresiva mejora de la cobertura de internet favoreció una mayor actividad de los blogueros independientes, aunque siempre bajo el sistemático acoso de las autoridades.
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