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CIUDAD DEL VATICANO, 18 mayo (Reuters) - En una medida sin precedentes, 34 obispos chilenos dijeron el viernes que habían ofrecido su renuncia después de asistir a una reunión de emergencia esta semana con el Papa Francisco por el encubrimiento de abusos sexuales en su país.
No estaba claro de inmediato si el Sumo Pontífice aceptará todas o alguna de las renuncias de los prelados, quienes ocupan cargos de alto nivel en la Iglesia Católica de Chile.
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"Hemos puesto nuestros puestos en manos del Santo Padre y dejaremos que él decida libremente por cada uno de nosotros", declararon los obispos en un comunicado conjunto leído por un portavoz de los religiosos, el obispo Fernando Ramos.
A su llegada al aeropuerto de la capital chilena algunos de sus representantes aclararon que continuarían ejerciendo sus funciones hasta que el Papa tome una decisión.
"Nosotros seguimos en completo control y rol como obispos de nuestras diócesis, pero el Papa sabe que si en algún momento nos va a pedir a alguno de nosotros dar un paso al costado lo haremos por amor a la Iglesia", dijo a periodistas el obispo de la ciudad de Chillán, Carlos Pellegrín.
Al ser consultado si sabían cuándo el Papa los confirmaría o no en sus cargos, Pellegrín respondió que eso dependía exclusivamente del Sumo Pontífice.
"Nosotros no lo podemos hacer (renunciar). Lo nuestro es decir al Santo Padre que estamos a su disposición (...) que queremos colaborar con él en esta nueva etapa", agregó.
El escándalo ha provocado estragos en la credibilidad de la Iglesia en el otrora país fuertemente católico. También ha empañado la propia imagen del Papa que este año defendió enérgicamente a un obispo acusado en el supuesto encubrimiento para luego revertir su postura.
"Lo que toca ahora es no solamente aceptar la renuncia (de los obispos) sino que haya un cuestionamiento de las estructuras del poder abusivo en la iglesia (...) para poder cambiar estas cosas y creo que va en la dirección correcta", dijo el chileno José Murillo, víctima del sacerdote Fernando Karadima.
"Ojalá esto pueda también romper esos espacios de impunidad, de silenciamiento", agregó.
El Vaticano declinó comentar sobre el momento de cualquier decisión o sobre las renuncias mismas. Un funcionario de la Iglesia dijo que era la primera vez que los obispos de todo un país ofrecían dejar sus puestos de esa manera. En su comunicado, los obispos agradecieron al Papa por su "fraternal corrección".
"Por sobre todas las cosas, queremos pedir perdón por el dolor causado a las víctimas, al Papa, al pueblo de Dios y a nuestro país por los graves errores y omisiones cometidas por nosotros", dijo el comunicado.
EVIDENCIA
La reunión de esta semana tuvo lugar tras una investigación del Vaticano sobre el obispo Juan Barros, quien fue designado por el Papa en 2015 pese a acusaciones de que había encubierto abusos sexuales contra menores por parte de su mentor, el padre Karadima.
Karadima, de 87 años y que vive en una casa de retiro en Chile, siempre ha negado las acusaciones y Barros ha afirmado que no sabía de que se hubieran cometido irregularidades.
Sin embargo, el Vaticano confirmó el viernes reportes de medios indicando que el Papa entregó a los obispos chilenos esta semana un documento en que los acusa de destruir evidencias de delitos sexuales y de no proteger a niños de las acciones de sacerdotes abusadores.
El documento informó que la jerarquía de la iglesia debía ser acusada por las graves fallas en el manejo de los casos de abusos.
El sombrío comunicado del viernes llegó cuatro meses después de que el Papa visitó Chile en un viaje que generó interrogantes sobre su respuesta a los escándalos de abuso que han sacudido repetidamente a la Iglesia en los últimos 17 años.
Durante la visita, el Papa Francisco defendió firmemente a Barros, denunciando las acusaciones en su contra como una "difamación" hasta que se probara lo contrario
Pero días después de regresar a Roma, el Papa, citando nueva información, envió al investigador de abusos sexuales, el arzobispo Charles Scicluna de Malta, a Chile para hablar con víctimas, testigos y otros miembros de la iglesia.
(Reporte de Crispian Balmer. Reporte adicional de Antonio de la Jara en Santiago de Chile. Editado en español por Patricio Abusleme y Lucila Sigal)
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