Hace tiempo que las autoridades cubanas dejaron de considerar un problema el tener una estatua de John Lennon en La Habana. Ahora, el problema es el evitar que le sean robados sus anteojos. Luego que las gafas clásicas de marco redondo fueron robadas dos veces de la estatua, hace ocho años, cuatro jubilados han cumplido turnos de 12 horas para garantizar que el hurto no se repita. "Hay que venir acá todos los días, porque si un día no viene uno, las gafas se van", dijo el vigilante Juan González, archivista retirado, de 89 años, quien fuma hasta siete habanos diarios mientras le echa un ojo a la estatua de bronce desde un banquillo cercano. González lleva consigo un pedazo de cartón, sobre el que se sienta, y cuando llueve, se refugia en el pórtico de una vivienda cercana. La estatua de Lennon lo muestra sentado y con las piernas cruzadas en un pequeño parque que lleva su nombre, donde los admiradores de los Beatles se reunían cuando el grupo estaba proscrito. Un fragmento de la letra de "Imagine" está grabado a los pies de la estatua. Cuba inauguró el monumento el 8 de diciembre del 2000, para conmemorar el vigésimo aniversario del asesinato del artista. Fidel Castro, quien alguna vez tachó a los Beatles de subversivos y de símbolos de un consumismo egoísta, apareció sorpresivamente en la develación de la estatua y lamentó nunca haber conocido a Lennon. Pero unas semanas después de la develación, los anteojos de bronce fueron robados, y alguien los reemplazó por unas gafas normales poco después. Otras estatuas de Lennon han sido objeto de robos similares. En noviembre, alguien robó los anteojos de su estatua en Liverpool, Inglaterra, su ciudad natal. Los ladrones de La Habana nunca fueron atrapados, y las autoridades comenzaron a discutir formas de fijar un tercer par de anteojos a la nariz de bronce de la estatua. En vez de ello, prefirieron colocar vigilancia. González, quien vive cerca, era una opción obvia. Dice que le agrada el trabajo, pese a las mordeduras ocasionales de las hormigas negras que pululan en el parque. Pasa el tiempo conversando con los vecinos. Pero no le gustan los Beatles. "Me gusta todo tipo de música", dijo González, quien comenzó a bailar y a menear la cabeza. "Pero no ésa".
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